La final de los errores

Fue extraña hasta la celebración: Victoria Azarenka solo tiró la raqueta al suelo, de primeras no dio ni un grito, no lanzó su cuerpo contra el cemento cuando venció 4-6, 6-4 y 6-3 a la china Na Li y logró en Australia su segundo título del Grand Slam.

La número uno mundial tenía razones de sobra para el jolgorio. Había remontado el marcador. Había superado a una rival que le martirizaba con su espectacular juego de fondo. Había sido capaz de gobernar un duelo extrañísimo, en el que Li tuvo que ser atendida dos veces por el fisioterapeuta, dolida en un tobillo y golpeada en la cabeza tras una caída, desorientada por momentos (en ambas ocasiones acabó sobre el cemento). Entonces, como si todos esos datos se agolparan al mismo tiempo en su mente, Azarenka, de 23 años, comenzó a llorar. Acababa de ponerle su sello al partido de los errores.

Mantendré para siempre en mi corazón recuerdos muy especiales de este torneo Victoria Azarenka

La final, frenada por la interrupción de los fuegos artificiales que celebran el día de Australia, tuvo tanta tensión como falta de continuidad. Los espectadores chinos gritaban durante los puntos, lo que provocó las protestas de Li. Apretaban alternativamente los puños los banquillos de las finalistas. Debieron acabar agotados, tantas roturas hubo.

Las dos contendientes se repartieron 16 breaks, una barbaridad. Entre ambas cometieron 85 errores no forzados, lo que significa que fallaron en el 44% de los peloteos, porque el partido se compuso de 192 puntos. De rotura en rotura y de error en error, el cruce no tuvo guion, ninguna impuso su dictado. Azarenka rompió el primer saque de su contrario en cada una de las tres mangas. Perdió el suyo siete veces, pero al final tuvo un punto más de consistencia, vio su ánimo reforzado por las dudas de Li, dolida en el tobillo, y acabó celebrando el título.

"Mantendré para siempre en mi corazón recuerdos muy especiales de este torneo", cerró la campeona tras revalidar su título de 2012.