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Aguirre y las Termópilas

El técnico del Espanyol, que hoy llega a los 300 partidos en la Liga, utiliza la psicología y ciertos patrones para reactivar a sus equipos

Jordi Quixano
Aguirre, durante un entrenamiento del Espanyol.
Aguirre, durante un entrenamiento del Espanyol.CARLOS MIRA (DIARIO AS)

Tenía ofertas de Rusia, Francia, Grecia, Japón, Catar, Arabia Saudí y México. Pero Javier Aguirre (Ciudad de México; 1958) las rechazó. “No por dinero”, explican desde su entorno; “sino porque quería la competitividad de la Liga y estar en un club con la historia del Espanyol”. Por eso, aceptó la propuesta blanquiazul El Vasco, que hoy dirigirá su partido 300 en la Liga. Un número que evoca a la película de las batallas de las Termópilas y los espartanos; un número que le va que ni pintado porque en los días que suma en el Espanyol, ha demostrado su liderazgo y dotes motivacionales. “Pero no existe un libro o una receta para reanimar a un grupo”, señala Aguirre; “hay que palpar el vestuario, entender al jugador y hablarle”. Nada nuevo si se atiende a cómo revitalizó a Osasuna —en menor grado al Atlético— y Zaragoza (rival de esta tarde), además de a su currículo, guiado por unos patrones.

Psicología. Entiende Aguirre que el roce hace el cariño. “Es un gran líder. Le cuentas cosas de tu vida privada y acabas por ser su amigo, aunque luego no seas titular”, desvela Cruchaga, exjugador de Osasuna. “No conozco a nadie que hable mal de él”, añade el exrojillo Josetxo. “Pues son hipócritas”, responde divertido el técnico —de frases peculiares y gracias, además de tacos, que tanto gusta a los medios—; “pero es normal intimar con ellos, aunque exista una barrera generacional”.

Un muro que derriba con juegos y apuestas en los ejercicios que sufragan las cenas en grupo. “Si te esfuerzas y lo haces bien, te premia en las alineaciones”, expone Josetxo. “Esos alicientes eran un plus continuo”, dice Camacho, a sus órdenes en el Atlético, ahora jugador del Málaga. “Te daba razones para querer ganar y te enseñaba lo bonito que es el fútbol”, agrega Paredes, que lo tuvo en el Zaragoza. “Es un motivador nato y te contagia su pasión”, explica Forlín, del Espanyol. “Aunque también te pide entrega y te exige”, amplia Capdevila.

Veteranos. Paredes y Capdevila, que no contaban para los técnicos anteriores, recuerdan las primeras palabras que les dijo. “Si tienes compromiso, eres uno más”. Y se hicieron hueco en el once. “Con Aguirre jugamos Capdevila, Simão y yo; quizá necesitaba futbolistas que ya vivieron situaciones difíciles”, expone Colotto, del Espanyol. En Osasuna también dio carrete a los experimentados. “Le gusta descargar y hacer notar los galones”, dice Cruchaga. Aguirre replica: “No creo en la edad, sino en la calidad”.

“Sus discursos eran para grabarlos”, cuenta Cruchaga; “acababa, nos mirábamos y creíamos que era un genio”

Las charlas. Las tiene de todos los colores. En Pamplona recuerdan el duelo ante el Sevilla que no se jugaban nada y que les soltó una bronca terrible para que no se relajaran. O la final de Copa ante el Betis de 2005 (perdida 1-2), cuando les puso un vídeo realizado por las mujeres e hijos de los jugadores para insuflarles energía. Y en Zaragoza, por ejemplo, todavía rememoran ese día que solo habló 10 segundos ante uno de los grandes. “No tengo nada que decirles, muchachos. Confío en ustedes. Salgan y hagan lo que saben”, les soltó. “Sus discursos eran para grabarlos”, cuenta Cruchaga; “acababa, nos mirábamos y creíamos que era un genio”. Así opina Josetxo: “Era espectacular”. Completa Camacho: “Te aportaba intensidad, sacaba todo tipo de detalles del rival”. Y extiende Paredes: “A veces recurría a la afición, otras al orgullo, a la estabilidad económica, a la familia... y salías convencido de que ibas a ganar”.Nada ha cambiado en el Espanyol. “Nos dice cosas como: ‘Deben dar lo máximo; tienen familia detrás”, desliza Capdevila.

Hacer piña. Directo, Aguirre no dudó en decirles a Galán y Rui Fonte que no contaba con ellos en el Espanyol. Pero los que se quedan, son de la familia. “Es leal y te habla a la cara”, admite Forlín. “Logra que los 25 futbolistas, jueguen o no, estén contentos”, apunta Cruchaga. “Hace que todos se sientan útiles”, añade Josetxo. “Eso se debe a su cultura e inteligencia, a su forma de leer el comportamiento y las relaciones entre todos”, interpreta Paredes.

Un librillo que le funciona al Espanyol, colista a su llegada y ahora fuera del descenso, con 12 de los últimos 21 puntos disputados. “Una losa que nos hemos sacado”, aclara Aguirre.

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