Ferrer está ante su frontera

 En la caseta, un grupo de españoles busca razones para el optimismo. Saben que David Ferrer se enfrenta en semifinales (jueves, 9.30, Eurosport) al serbio Novak Djokovic, el número uno mundial. Conocen que el alicantino acumula una racha de ocho derrotas consecutivas contra los tres mejores tenistas del mundo. Tienen leído que si vence nunca habrá habido un tenista que haya necesitado participar en más grandes (41) antes de disputar un partido por el título. Y por eso, puestos frente a tantas fronteras que romper, reflexionan para encontrar argumentos con los que calentar el ánimo. “La balanza físicamente estará equilibrada”, piensan quienes conocen bien a Ferru, un tenista tan competitivo como humilde; “ya que la paliza de Nole contra Wawrinka (en octavos, 5h 02m) también pesará”. “Y de cabeza”, continúan; “llegan los dos con mucha confianza, porque ambos han estado cerca de ser eliminados”.

Ferrer, que vio cómo Nicolás Almagro sacaba tres veces para tumbarle en cuartos, ha empleado 11h 19m en llegar al penúltimo partido. Djokovic, que a punto estuvo de despedirse en octavos ante Wawrinka, sintió cómo sus piernas se desgastaban durante 13h 08m. Bajo el sol del verano de Melbourne, al mejor de cinco sets y con un título a tiro, el partido tendrá mucho que ver con la cabeza y los pulmones.

“Y yo haré todo lo que esté legalmente permitido para estar en forma”, avisó Nole, el de las recuperaciones prodigiosas, que ya eliminó al español en las semifinales del Abierto de Estados Unidos 2012. “Ante David, tengo que ser agresivo en la cancha, intervenir y tratar de tener el control del partido, porque de lo contrario él tiene su propio ritmo en la cancha y es muy peligroso”, dijo en una rueda de prensa en Melbourne y tras emplear solo 2h 31m en tumbar al checo Tomas Berdych en cuartos. “Después de jugar así tras las cinco horas que empleé contra Wawrinka solo puedo ser optimista acerca de mi capacidad de recuperación. Al comienzo de mi carrera cometía errores con esto. Había muchas veces en las que no me sentía bien sobre la pista, sobre todo cuando hacía calor. Tuve problemas de salud. Por eso me tomo muy en serio los entrenamientos diarios y los protocolos de recuperación”.

Cuando acabe el Abierto de Australia, Ferrer será el número cuatro del mundo, su mejor puesto en el ránking desde 2007. Eso, sin embargo, probablemente no le importe: el español sabe que el sitio en la historia no se logra con estadísticas y números, sino con títulos; que la memoria olvida fácilmente a los constantes y recuerda para siempre a los deportistas de chispazos brillantes; que ante Nole, en Melbourne, tiene una cita con su legado.

“Djokovic es un jugador especial”, dijo el español tras sobrevivir por un “milagro” a Almagro. “Tengo que tirar, que jugar rápido, no dejarle que tenga huecos. Estar a un alto nivel físico y mental”.

Como en las cinco victorias que suma en sus 14 duelos contra el serbio, Ferrer intentará desbordar el número uno desde el ritmo. Su táctica, que a punto estuvo de cosechar frutos en los cuartos de final de 2012, fue el espejo en el que se miró Rafael Nadal en 2012 para recuperar el terreno perdido en 2011 contra el serbio. Altísima intensidad para ahogar a Nole; cambios de dirección para que no se asiente con sus tiros; explotar la pista a lo largo antes que a lo ancho para negarle los ángulos; tirar con la derecha... y a pelear a pecho descubierto contra el mejor tenista del mundo.