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CELTA, 3 - VALLADOLID, 1
Crónica
Texto informativo con interpretación

Nueva epifanía de Aspas

La estrella del Celta lidera con dos goles la victoria de su equipo ante un decepcionante Valladolid

Iago Aspas marca uno de sus dos goles al Valladolid.
Iago Aspas marca uno de sus dos goles al Valladolid.Salvador Sas (EFE)

La clasificación no termina de hacer justicia con el Celta, que se abocó en la matinal de Reyes a elegir entre dos regalos, y uno de ellos era el carbón de quedarse en el pelotón de los puestos de descenso. Venció y mostró de paso todo lo bueno que había esbozado los meses anteriores. Al Celta le cuesta demasiado hacer valer en el marcador su buen fútbol. Semejan ajustes de juventud, de un equipo que crece a lomos de un puñado de excelentes futbolistas y dejó una nueva epifanía de Iago Aspas, anunciado por Vicente Del Bosque para la próxima convocatoria de la selección y al que su entrenador Paco Herrera lanzó algún aviso público durante la semana para que no se despistara.

CELTA, 3 - VALLADOLID, 1

Celta: Javi Varas; Hugo Mallo, Cabral, Túñez, Roberto Lago; Borja Oubiña, Álex López; Park (Insa, m. 71), Bermejo (Toni, m. 84), Krohn-Dehli; y Iago Aspas (De Lucas, m. 86). No utilizados: Sergio, Jonathan Vila, Bellvís y Bustos.

Valladolid: Dani Hernández; Rukavina, Marc Valiente, Sereno, Balenziaga; Álvaro Rubio, Sastre (Baraja, m. 75); Larsson, Bueno (Peña, m. 56), Omar (Lolo, m. 80); y Javi Guerra. No utilizados: Jaime, Casado, Neira y Rubén Peña

Árbitro: Velasco Carballo. Amonestó a Javi Varas, Hugo Mallo, Balenziaga, Javi Guerra, Sastre

Goles: 1-0, m. 9, Iago Aspas; 1-1, m. 11, Bueno, de penalti; 2-1, m. 30, Iago Aspas, de penalti; 3-1, m. 51, Álex López

Incidencias: Balaídos. Unos 15.000 espectadores.

Nada de eso ocurrió. La estrella celeste sigue brillando, marcó dos goles, ya lleva ocho, y dejó muestras una vez más de que atesora el gen de los triunfadores. Se aprecia en lo futbolístico, pero también en lo mental, en momentos como el que precedió al segundo de sus tantos tras un penalti que forzó él mismo en pugna con Balenziaga. Se produjo entonces una de esas situaciones en la que Iago Aspas muestra su carácter. Lanzó el penalti y la pelota se fue a la red pegada al palo, a un palmo de la mano de Dani, portero gigantesco que se lanzó con fiereza a detenerla. Pero Bermejo se había disparado hacia el área antes del disparo y el árbitro ordenó repetir la suerte. Un murmullo se apoderó del estadio, el meta abrió los brazos queriendo achatar su dominio, pero ahí estaba él, magnífico futbolista, seguramente el más desequilibrante que ha dado Galicia desde que hace siete años el deportivista Fran colgó las botas. Su catálogo de exquisiteces cada vez es mayor: su primer control siempre es atinado, sea para la combinación o la orientación, ofrece desmarque, ya resulta indiscutible que además tiene gol, pero sobre todo es un descarado con una fe ilimitada, rayana en la osadía, en sus posibilidades. Sólo un tipo así es capaz de no dudar y lanzar el penalti de nuevo exactamente por el mismo sitio.

Como es cotidiano, Aspas activó al Celta. Lo metió en el partido desde el primer minuto, pero también luce porque desde atrás hay recursos para ofrecerle juego. Cada vez son más variados. Vale igual una prolongación de Bermejo a un saque de puerta que una trabajada combinación, una contra que una posesión a veinte toques. El primer gol retrata al Celta más velocista, el que recupera en su área y con sólo dos toques deja a Aspas mano a mano ante el meta oponente. Se evidenció ahí que la generosidad del Valladolid en el despliegue tiene un reverso. Djukic le invita a mirar hacia adelante y la manta del fútbol casi siempre queda corta.

Le penalizó además al equipo castellano las ausencias de dos de sus futbolistas más dotados para construir fútbol, Óscar y Víctor Pérez. Le costó durante bastantes minutos acabar sus acciones y cada vez que lo hizo sufrió en el repliegue. Poco importó que igualara la desventaja inicial casi de inmediato. Fue un accidente, un error de Javi Varas al tratar de jugar la pelota desde la portería que acabó en un penalti sobre Javi Guerra que transformó, en una de sus contadas apariciones, Alberto Bueno. Ni así se desnortó el Celta, voraz mientras el rocío mañanero convirtió el césped en un cristal; organizado y cabal para mantener el colchón de dos goles de ventaja que le dio nada más abrirse la segunda parte un zapatazo de Álex López desde la frontal.

Mermado por las ausencias, el Valladolid apenas tuvo respuesta y debe alertarse. Ha hecho granero en la primera vuelta, pero la derrota y sobre todo las ausencias y el escaso fondo de armario que tiene arrojan alguna duda sobre su futuro.

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