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Contra la desidia, control

Para poner firmes a las federaciones, el CSD cederá a la Agencia Estatal su comisión antidopaje

Carlos Arribas
Un analista trabaja en el laboratorio antidopaje de Madrid.
Un analista trabaja en el laboratorio antidopaje de Madrid.U. Martín

“Era una de mis desesperaciones, esa comisión”, dice Ana Muñoz Merino, directora de la Agencia Estatal Antidopaje (AEA). Se refiere a la Comisión Nacional Antidopaje, un órgano metastásico (más de 30 miembros, variopintos y muchos con nulo interés o relación con el dopaje) dependiente no de la propia AEA como sería lógico, sino del Consejo Superior de Deportes (CSD), y contra el que han chocado todos sus intentos de modernización y control. “Cualquier cosa que intentaba hacer chocaba con esa frase: esto es de la comisión, y parecía que me amparaba en ello para justificarme”, dice Muñoz Merino. “Pero esto va a cambiar”.

Esto cambiará porque Muñoz Merino ha recibido de Miguel Cardenal, presidente del CSD, la noticia de que un próximo Consejo de Ministros aprobará un real decreto que le permitirá presidir la comisión antidopaje, hasta ahora reserva del director general de Deportes del CSD. Y eso sin esperar a que el Parlamento apruebe la nueva ley Antidopaje que consagra los plenos poderes para la AEA. “Desde ese puesto, por fin tendré poder para cambiar las cosas”, dice Muñoz Merino, que se encontraba al frente de una agencia hueca. “Desaparece un obstáculo. Podremos ya decidir nosotros, en petit comité, qué controles se hacen, a qué deportistas, en qué deportes, y no como hasta ahora, que se decidía en esa comisión, en la que tenían presencia y voto hasta los representantes de los deportistas a los que se debe controlar, con los conflictos de intereses que eso supone. Y podré sentarme de otra manera frente al presidente de cualquier federación a la hora de hablar de dopaje, pues hasta ahora siempre controlan más ellos, tienen mucha más información, y quieren manejar los casos a su estilo, a oscuras”.

Hay quien hace controles sorpresa con cita previa” Ana Muñoz Merino, directora de la AEA

En el año que lleva en el cargo, con paciencia y tenacidad de arqueóloga, Muñoz Merino ha intentado revisar todos los controles efectuados por las federaciones, que son los organismos responsables. Y lo poco que ha podido ver, pues tanto la comisión como las propias federaciones, recuerda, son reacias a compartir la información, le ha puesto los pelos de punta, la punta del iceberg del gran teatro de la lucha contra el dopaje en España.

“He visto que con vistas a los Juegos de Londres algunas federaciones llevaban a cabo los controles obligatorios con cita previa, lo que falsea totalmente su filosofía”, dice Muñoz Merino. “Y he visto que algunas federaciones, incluso, encargaban controles antidopaje a médicos cercanos a deportistas que han dado positivo, como Luis García del Moral, del caso Armstrong, Javier Solanas, amigo de José Luis Blanco, o Javier Núñez, el médico de Alessandra Aguilar. Esto no puede seguir así. Son suficientes sospechas para pensar que cientos de controles en España están mal hechos”. La inmensa mayoría de positivos detectados a deportistas españoles provienen de controles organizados en competición o fuera de ella por la Agencia Mundial Antidopaje o por las respectivas federaciones internacionales, no por las nacionales.

Y médicos amigos de deportistas que han dado positivo que hacen controles”

La lista de los agentes de control antidopaje, más de 200 personas, depende hasta ahora de la comisión, el órgano que habilita a los médicos que lo solicitan y que pasan un curso de 30 horas con su examen organizado por la AEA. “Pero después, renueva automáticamente las habilitaciones y eso va a cambiar”, promete Muñoz Merino.

“Esto debe cambiar, en efecto”, dice Pedro Manonelles, presidente de la asociación de médicos del deporte (Femede), quien reconoce que sí, que se dan casos como los denunciados por la AEA, de médicos efectuando controles a sus deportistas. “Pero esto parte también de otro problema”, dice Manonelles, “que es el de la falta de agentes dispuestos a seguir haciendo controles. No es que paguen mucho por hacerlos, entre 90 y 300 euros, y para un trabajo que puede llevar varias horas, sino es que muchas federaciones llevan tiempo sin pagar, y no vemos visos de que paguen lo que nos adeudan. Y muchos se han plantado y han decidido no hacer más controles si no se les paga”.

No es la de los controladores la única deuda que mantienen las federaciones en asuntos de dopaje. “Al laboratorio le adeudan entre todas unos 450.000 euros. Se piensan que como depende del CSD es de todos y no pagan los análisis”, dice Muñoz Merino, quien pronto dispondrá de armas, y de responsabilidad, de músculo, para cambiar las cosas.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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