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El Levante corre mejor

El equipo de JIM entrega la pelota al Zaragoza, pero le reduce (0-1) con un ejercicio defensivo solidario y una contra definitiva

Jordi Quixano
Diop arrebata el balón a Montañés.
Diop arrebata el balón a Montañés.Javier Cebollada (EFE)

Genéticamente similares, puesto que se articulan en escasos metros y a través del contragolpe, Zaragoza y Levante plantearon un duelo bien diferente. El equipo de JIM no renunció a sus raíces y el conjunto de Jiménez, valiente y obligado por la condición de local, absorbió el cuero para darle forma. Pero no supieron sacarle partido a la posesión los blanquillos, que en ataque se desplegaron alrededor del esférico y en defensa, desfilaron tarde y a la desesperada. Justo lo contrario al Levante, que corrió menos y mejor; en la fase defensiva persiguió la pelota para luego arremeter sobre la portería contraria en profundidad. Suficiente para que Rubén atinara en su remate; suficiente para que el Levante venciera.

Poco o nada tuvo que ver el duelo copero de hace unos días, cuando Aranda resolvió en el último suspiro con una vaselina tan plástica como preciosa para otorgar el triunfo parcial a los blanquillos. Comparecieron en un escenario distinto y con intérpretes cambiados –solo Movilla y Sapunaru repitieron alineación por el Zaragoza e Iborra por el Levante-, y se originó un grave problema para el equipo de Jiménez, que no supo eludir la trampa rival, confiado al principio con el balón entre los pies y timorato después porque tiritaba a cada embestida contraria, desajustado ante el juego de carrera y golpeo del Levante. Esa fue la variante y la clave, puesto que el equipo de JIM, poco exigido por jugar fuera y porque su afición entiende idílicamente que ganen al galope y no al amasar el cuero, renunció a la posesión de forma descarada, con las líneas retrasadas para dar campo después hacia adelante a las llegadas de Barkero y a los sprints de Martins, todo un cohete de difícil detención.

ZARAGOZA, 0 - LEVANTE, 1

Zaragoza: Roberto; Goni (Paredes, m. 46), Sapunaru, Álvaro, Abraham; Movilla, Apoño; Zuculini (Edu Oriol, m. 46), Víctor Rodríguez (Ortí, m. 74), Montañés; y Postiga. No utilizados: Leo Franco; José Mari, Lanzaro y Babovic.

Levante: Munúa; Chris, Ballesteros, David Navarro, Juanfran; Iborra, Diop; Míchel (El Zhar, m. 58), Barkero (Roger, m. 87), Rubén (Juanlu, m. 78); y Martins. No utilizados: Keylor Navas; Karabelas, Héctor Rodas y Ángel.

Goles: 1-0. M. 19. Rubén, de puntera, bate al Roberto desde fuera del área.

Árbitro: Iglesias Villanueva. Mostró la cartulina amarilla a Iborra, Martins, Sapunaru, Postiga, Movilla, Apoño, Chris, Diop y Juanlu. Doble amarilla a Chris (m. 93).

La Romareda. 27.000 espectadores

Aceptó el Zaragoza retener el cuero, darle color con jugadas de toque, rasearla porque al fin el equipo disfruta sobre el césped, lejos de esos partidos agónicos y resultados homéricos que le dieron la salvación en el curso anterior. Sin prisas ni agonías, fueron el incombustible Movilla y el pie de Apoño los que lanzaron los ataques, acelerados por Montañés y Víctor Rodríguez, pero irreversiblemente anulados por el cortafuegos defensivo del Levante: en ocasiones perfecto porque ondean la bandera de la solidaridad y las ayudas; en ocasiones irregular porque el reincidente David Navarro se excedía en las malas artes, como ese codazo sobre Sapunaru que bien debió ser penalti y expulsión, por más que el colegiado no viera la jugada. Y si todo eso fallaba, estaba Munúa.

Reducido el Zaragoza a unos ataques indefinidos, el Levante subrayó la diferencia entre ambos equipos porque con bien poco, además de la llegada puntual de cinco hombres al área blanquilla, le alcanzó para descascarillar al adversario. Llegó con cuentagotas el conjunto de JIM, pero lo hizo de forma lacerante, siempre con el aguijón preparado y con Barkero, encorsetado de mediapunta, como espoleta. Como en esa jugada en la que, de la nada, se inventó un control orientado en el balcón del área para luego soltar un disparo ajustado, también envenenado por la curva que tomó el esférico al golpearlo con el interior del pie, solo escupido por el poste. Y fue el propio Barkero el que decidió pelear en la zona de creación rival un balón huérfano para que el rebote le favoreciera a Míchel, para que después Rubén –perla emergente de la cantera que brilla a cada duelo- estirara la pierna y utilizara la puntera para superar a Roberto y ver la red. Y revuelto el encuentro, Martins exprimió sus habilidades, sus carreras al hueco que descolocaron a un Goni –jugó la primera parte porque Pintér se lesionó en el calentamiento- que no se enteró de la película y a un Sapunaru que no pudo hacer otra cosa que derribarle cuando le planteaba el reto de un sprint.

No bajó los brazos el Zaragoza, impulsado por la posesión, por más que le costara horrores encontrar una rampa que llevara a la portería de Munúa, de guantes multiplicados. Así, con el rival volcado al ataque, el portero desbarató ese disparo envenenado de Postiga, ese remate a última hora de Montañés que atrapó en dos tiempos, esos chuts cruzados de Postiga y el mismo Montañés. No tumbó a Munúa el Zaragoza, no contó de nuevo con la ayuda arbitral –otro penalti de Juanfran- y acabó el duelo por detrás y con la lengua fuera. Más o menos, lo contrario al Levante, que ya roza los puestos de Champions.

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