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Parejo deja de pedir perdón

El mediocentro aparca su timidez y marca de falta ante Osasuna su primer gol en 63 partidos con el Valencia

Los jugadores del Valencia felicitan a Parejo, en el centro de la foto.
Los jugadores del Valencia felicitan a Parejo, en el centro de la foto.VILLAR LÓPEZ (EFE)

En los entrenamientos en Paterna, Dani Parejo (Coslada, Madrid; 1989) es un lanzador de faltas espectacular. Donde pone el ojo, pone la pelota. En los partidos, sin embargo, apenas se atreve, intimidado por otros especialistas más osados: Tino Costa, Jonas e incluso Banega. Pero esa timidez tiene un límite. Sucedió el pasado martes en Pamplona, al comienzo de la segunda parte ante Osasuna, en la ida de los octavos de final de la Copa. Al recibir una falta a la izquierda de la corona del área, en una posición ideal para él, entendió que era su momento: cogió el balón y disuadió con la mirada a Jonas y Banega, que ya se habían acercado para arrebatarle ese derecho. Con la ayuda de Albelda: "¡Eh, dejad que tire el chaval!", les dijo al brasileño y al argentino. El disparo salvó la barrera y entró como un cohete en el marco de Riesgo. Su primer gol en el Valencia en 63 partidos.

Ahora trabaja mucho en defensa. Antes, iba tan sobrado y era tan superior que no lo necesitaba mucho” Ignacio Camacho, jugador del Málaga

“Parejo es un poco crío. Esas faltas no se las puede quitar nadie. Pero como se la hicieron a él… hizo como en el colegio. Es quien mejor las tira con diferencia. Tiene que dejar de pedir perdón por jugar en el Valencia”, confiesa un técnico del club, convencido de que el nuevo entrenador, Ernesto Valverde, le va a dar tranquilidad. La confianza que trataron de transmitirle sin éxito sus antecesores, Unai Emery y Mauricio Pellegrino. A Emery le dolía dejarlo fuera del equipo: creía en sus posibilidades.

Si algunos futbolistas artísticos necesitan mayor protección desde el banquillo, Parejo es uno de ellos. “Es un mediocentro diferente: tiene llegada y visualiza la jugada antes. Necesita sentirse muy a gusto”, explica Ignacio Camacho, amigo y compañero en las categorías inferiores de la selección, ahora en el Málaga. “Tiene un pase con el interior del pie facilísimo para superar las líneas del rival”, añade Braulio Vázquez, director deportivo del Valencia, que lo fichó en verano de 2011 del Getafe por cinco millones y la cesión del meta Moyà al Coliseum. Ese mismo verano, el Málaga pagó seis millones de la cláusula de rescisión de Isco, criado en Paterna. Una comparación inevitable.

Parejo ha sido un cuerpo extraño en Mestalla, entrando y saliendo del equipo, sin pillar una ola de fútbol. “Estuvo muy bien contra el Bayern [en el 1-1 de la Champions\] y, poco después, no jugó contra nosotros \[el Málaga\]. Eso trastoca a un jugador”, reflexiona Camacho. Mestalla lo ha abucheado varias veces sin piedad. El capitán, David Albelda, salió a defenderlo tras un 3-3 ante el Depor a principio de curso. “¿Quién le ha dado el pase del tercer gol a Feghouli? Parejo”. Venía de una especie de malditismo de la campaña anterior, señalado por un positivo en un control de alcoholemia al circular en su coche por Valencia en mayo pasado. “Es la primera y última vez”, se disculpó. “Tengo problemas personales muy graves”.

Su estado de forma no era el idóneo tras llegar al Valencia del Europeo sub-21 conquistado por España en Dinamarca. Notó el salto a un club grande y a una afición muy exigente. “Pero Mestalla no va a poder conmigo”, se propuso Parejo. En verano pasado, se entrenó por su cuenta una decena de días. Perdió peso. “Está irreconocible, muy fino. Ahora trabaja mucho en defensa. Antes, iba tan sobrado y era tan superior que no lo necesitaba. Ha madurado mucho”, concluye Camacho.

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