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Nervios entre los dos últimos

Reparto de puntos entre un Granada cuya grada cuestiona a Anquela y un Espanyol en el que se estrena Aguirre (0-0)

Rafael Pineda
El delantero del Granada Ighalo y Víctor del Espanyol.
El delantero del Granada Ighalo y Víctor del Espanyol.MIGUEL ANGEL MOLINA (EFE)

Condicionados por la ausencia de gol y la necesidad de los puntos, todo aliñado con dosis de nerviosismo, Granada y Espanyol jugaron, sin embargo, un encuentro vibrante, tenso, de mucha implicación de los futbolistas, conscientes de lo mucho que había en juego entre el penúltimo y el último de la Liga. Sufrió el equipo catalán en el estreno de Javier Aguirre, pues el Granada buscó hasta el final el triunfo, pero mostró cierta solidez en defensa para arañar un empate, quizás el punto de partida para que el entrenador oxigene a un grupo muy tocado. Para el equipo andaluz, tampoco la igualada supone demasiado bálsamo, con la grada enfilando a Anquela, lo que le abre un futuro incierto en el banquillo granadino. El Granada juega bien, pero no tiene gol, y ahí radica su condena. Al Espanyol le queda un duro camino por delante, pero cuenta con un técnico experto y algunos futbolistas interesantes.

GRANADA, 0 - ESPANYOL, 0

Granada: Toño; Nyom, Diakhaté (Íñigo López, m. 76), Borja Gómez, Siqueira; Mikel Rico, Iriney (Jaime Romero, m. 82); Torje, Ighalo, Benítez y El Arabi (Brahimi, m. 63). No utilizados: Roberto; Lucena, Orellana y Juanma Ortiz.

Espanyol: Cristian; Javi López, Colotto, Forlín, Víctor Álvarez; Baena, Víctor Sánchez; Wakaso (Raúl Rodríguez, m. 73), Verdú, Simao (Rui Fonte, m. 54); y Stuani (Longo, m. 60). No utilizados: Casilla; Capdevila, Tejera y Albín.

Árbitro: Ayza Gámez. Amonestó a Simao, Javi López, Wakaso y Longo.

Unos 20.000 espectadores en Los Cármenes.

Hombres veteranos para situaciones complicadas. Lo ha hecho el propio Espanyol con la contratación de Javier Aguirre y el método lo propagó el propio técnico mexicano en su estreno con el conjunto catalán ante un rival directísimo en la pelea por la permanencia. En esa lucha entre penúltimo, el Granada, y el último, el Espanyol, un equipo roto empezó a coserse con la entrada de veteranos en su once inicial. La mano de Aguirre se dejó ver en la entrada de Forlín en defensa, en la alineación de Simao o en la colocación de Stuani en lugar del joven Longo. Una apuesta delicada, pues Simao sufría ante las acometidas del fogoso Nyom y el Granada se hacía con el mando del partido gracias a su mayor vitalidad y a la presencia de numerosos puntos ofensivos en su once. Aguirre quería que su equipo no cediese espacios, que tuviera siempre las espaldas cubiertas y estuviera bien juntito, lo que se acabó plasmando en una evidente táctica defensiva. Entró bien el Granada por la banda derecha, alimentado por la velocidad de Torje, dominó a su antojo el duelo y gozó de buenas ocasiones, pero se encontró, una vez más, con el gran inconveniente que lo tiene condenado a los sótanos de la tabla: no tiene gol. Torje y Borja Gómez gozaron de dos oportunidades claras y las fallaron. Mientras, El Arabi, su gran inversión, sigue haciéndolo todo bien fuera del área. Combina y juega, pero no marca. Como en una gran acción de Ighalo a la media hora, donde no llegó a conectar el gran centro al área pequeña de su compañero. Mientras, la otra gran apuesta del Granada, el italiano Floro Flores, está más cerca de volver a su país que de serle útil a su equipo.

La falta de eficacia de los de Anquela permitió que el Espanyol se mantuviera en el partido. Aunque incapaz de generar juego, muy oscurecido Verdú, los de Aguirre sí se mostraron peligrosos a balón parado. Especialmente significativa fue la acción de Stuani en el minuto 43. Su remate de cabeza en plancha en el área pequeña fue abortado por el felino Toño, un portero que está cuajando una temporada espléndida. Curiosamente, la mejor ocasión del partido fue el del equipo que menos expuso, que más conservó y que menos jugó, quizás elementos a tener en cuenta cuando uno es colista y cada punto en juego es un tesoro.

El partido se animó con una clarísima ocasión de Baena con Diakhaté en el suelo tras un balonazo, en la que Dani Benítez se jugó la expulsión al golpear al propio Baena. Solo el árbitro puede detener el juego, algo que pareció obviar el extremo del Granada. Excitado por la presunta falta de deportividad del Espanyol, el Granada se puso en manos de Ighalo. El empuje del delantero abrió un intenso tramo final, en el que sufrió mucho el combinado catalán. El meta Cristian realizó un par de intervenciones de mérito y todo acabó en empate, mal menor ante tanta necesidad.

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