Pasa Thiago y marca Villa

No pasó nada que no se supiera en el Camp Nou. No se dudaba del triunfo ni de la clasificación del Barça sino que se aguardaban novedades, se suponía que era un buen día para ver caras nuevas, una noche para combatir el frío con futbolistas valientes, la jornada ideal para los niños del Miniestadi. Y, al final, resulta que volvió a marcar Adriano para subrayar la importancia de los laterales; ya se sabe que los goles son cosa de Villa, y metió dos, y es de sobra conocido que hay pocos volantes tan artísticos como Thiago. Habrá que tener paciencia con Deulofeu. Mejor no calentarle más la cabeza y que las cosas se sucedan con la naturalidad y paciencia que tanto le gusta a Vilanova.

No fue un partido nada agradable ni revelador, y por momentos pareció incluso que los jugadores barcelonistas no se conocían, como si no hubieran jugado nunca juntos, ni siquiera en un entrenamiento, y no supieran del libro de estilo de La Masia y de la cultura futbolística del Barça. La sorpresa duró media hora, no más, hasta que los azulgrana se pusieron serios y el árbitro disuadió de cualquier heroicidad a los chicos del Alavés. Una vez resuelto el partido, Deulofeu tuvo tiempo para mantener las expectativas de la hinchada con unos cuantos regates marca de la casa. Ya sabe, de todas maneras, que el entrenador ha dicho que para alcanzar el Camp Nou no basta con un par de jugadas.

Aunque dispuso una defensa muy experta (Montoya, Puyol, Mascherano y Adriano) y combinó futbolistas serios (Song y Villa) con jugadores profesionales (Tello y Thiago) y excelentes promesas (Sergio Roberto y Dos Santos), al Barça le llevó largo rato entrar en el partido. Quizá por el viento, que siempre perturba al fútbol, puede que por el 0-3 de la ida, tal vez porque no había quien ligara su juego, los azulgrana fueron sometidos de entrada por el Alavés. El árbitro no pitó un penalti por manos de Song y al cuarto de hora Borja cabeceó a la red un centro de Miki. 0-1. Hubo incluso un ridículo mal entendido de Pinto con Motoya que no acabó de milagro en el 0-2.

No había intensidad defensiva en el Barcelona, se perdía la pelota de forma constante, nadie tiraba un desmarque y el juego era lento. No atinaba el disperso Song y la hinchada estaba muda, como si aguardara a Deulofeu, sentado en el banquillo. El encuentro se puso tan feo para los barcelonistas ante un bien dispuesto Alavés que los veteranos tuvieron que tocar a rebato: Villa se puso de 9 y Adriano empató después de tirar una pared con Thiago, mucho mejor como volante que como falso ariete, siempre buen tocador y pasador. No hay problema que no resuelvan los laterales en un Barça, hasta entonces irreconocible, nada cohesionado, sorprendentemente ausente, muy poco preciso.

El empate serenó a los azulgrana. No es que jugaran muy bien sino que se guardaron el balón y domaron el partido con la posesión ante la impotencia del Alavés, muy trabajado tácticamente, machacado por otra parte por el árbitro, que le anuló un gol legal en su única llegada ante Pinto. La victoria azulgrana quedó a salvo por la mejora del fútbol y por los goles de Villa, excelente en el golpeo de un golpe franco (2-1), oportuno después para aprovechar un centro de Tello (3-1). Ni siquiera la entrada de Deulofeu le quitó protagonismo al Guaje, de nuevo enchufado, dispuesto a reclamar una plaza ante el Athletic.

Ninguna sorpresa. Nada nuevo, salvo el debut de Planas. Nadie se quitó el frío de encima en el Camp Nou.