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El Málaga, a años luz del Valencia

El equipo de Pellegrini, con un fútbol de alta escuela, le da un repaso al de Pellegrino

Isco trata de zafarse de los rivales.
Isco trata de zafarse de los rivales.Jorge Guerrero (AFP)

Esta es la distancia entre el Málaga y el Valencia: sideral. El cuadro de Pellegrini no solo ganó y goleó al de Pellegrino sino que lo redujo a la nada. El Málaga es un equipo trabajado y convencido de la idea cuajada de su entrenador, entronizado el balón como objeto de culto por sus jugadores, correspondidos por la pelota con todo el disfrute del mundo. El Valencia pareció todo lo contrario. Sin la heroica frente al Bayern ni la agresividad ante el Atlético, el conjunto de Pellegrino resultó una filfa. El trío de los argentinos en el centro del campo (Gago, Tino Costa y Ever Banega), por el que suspiraba su compatriota desde el banquillo, fue un fracaso colosal. Y otro tanto Valdez como sustituto del sancionado Soldado.

Pellegrini expuso sus intenciones desde el primer minuto: los laterales pisando el territorio de los extremos. Y el delantero, Saviola, descolgándose a la medular para abrir el cuero a las bandas, descubriendo espacios que él o sus compañeros sabrían aprovechar. Como en el primer gol. La paciencia es un grado en todos los conjunto del técnico chileno. Primero la apertura a la derecha: Gámez. Y después a la izquierda: Eliseu. Finalmente, el pase atrás de este hacia el borde del área, donde Portillo campaba a sus anchas. El mediocampista malagueño abrió el ángulo de su pie derecho para alojar el balón en la esquina izquierda de Diego Alves. El portero brasileño maldijo la desidia defensiva que había permitido esos dos metros para pensar a Portillo.

MÁLAGA, 4 – VALENCIA, 0

Málaga: Caballero; Jesus Gámez, Demichelis, Welligton, Eliseu; Toulalan (Buonanotte, m. 89), Camacho, Joaquín (Santa Cruz, m. 77), Isco, Portillo; y Saviola (Sebas Fernández, m. 83). No utilizados:

Valencia: Diego Alves; Barragán, Ricardo Costa, Rami, Cissokho; Tino Costa (Dani Parejo, m. 79), Gago, Feghouli, Banega (Jonas, m. 54), Guardado (Piatti, min. 68); y Valdez. No utilizados:

Goles: 1-0. M. 8. Portillo. 2-0. M. 75. Saviola. 3-0. M. 81. Santa Cruz. 4-0. M. 92. Isco.

Árbitro: Muñiz Fernandez. Expulsó por doble amarilla a Rami (m. 84) y amonestó con tarjeta amarilla a Joaquín, Weligton Guardado, Banega, Gago, Feghouli y Tino Costa.

Unos 31.000 espectadores en La Rosaleda.

El Málaga exhibió un fútbol de alta escuela en el primer tiempo. Es un equipo muy engrasado. Resguardado por la solvencia de Camacho y Toulalan, el resto se dedica a disfrutar del ataque. Un festival de cambios constantes de posiciones, paredes y pases en profundidad, además del noble arte del regate para desbrozar los caminos. Entre Guardado, Tino y Ricardo Costa, Isco practicó el malabarismo, deleitándose en su superioridad técnica sobre algunos de sus excompañeros, convertido ya, a los 20 años, en un jugador muy maduro, dejando una vez más en evidencia a quienes desde Mestalla facilitaron su marcha el año pasado.

El Valencia fichó hace unos meses al jardinero del Málaga y, por lo visto, la plaza quedó vacante en La Rosaleda, cuyo césped presentaba calvas por todas partes. Algunas de ellas perjudicaron varios remates de Saviola y Joaquín. Entre ambos, con sus movimientos flotantes, quebraron los huesos de la zaga de Pellegrino. Y si no marcaron antes un saco de goles fue porque Alves volvió a sacar manos salvadoras.

El Valencia ofreció la imagen pusilánime de todas sus visitas. Un equipo que ni viene ni va ni pincha ni corta, subyugado por la pereza. Los regates de Ever Banega en el centro del campo no servían para nada sin profundidad por las alas ni un desmarque de ruptura por parte del único punta, Haedo Valdez. Los duelos individuales, además, fueron ganados por los zagueros de Pellegrini: la velocidad de Eliseu se impuso cada vez a Feghouli, una caricatura del héroe que fue ante el Bayern; Demichelis y Weligton secaron a Valdés. La bronca de Gago a Feghouli expresaba el estado de la frustración. Un Gago también anulado por espesura general.

Isco practicó el malabarismo, deleitándose en su superioridad técnica sobre algunos de sus excompañeros

La respuesta desde el banquillo valencianista fue tímida y ya con la segunda parte en curso: entró Jonas por Banega. El resultado, también escaso. Algún córner a favor, algún remate de cabeza de Valdez.

El Málaga había aflojado, más reservado en su campo, a la espera de cerrar el encuentro en alguna contra. No tuvo necesidad de eso. Fue en un ataque alargado por las interrupciones de faltas reiteradas de los defensas valencianistas, cada vez más desesperados. La suerte que le faltó a Saviola en remates anteriores la tuvo en este: un disparo desde la frontal desviado a gol por las piernas de Ricardo Costa. Premio a la categoría de este pequeño delantero, dueño absoluto del ataque por inteligencia, habilidad y hambre para aliarse con la magnífica compañía de Joaquín. El sustituto de este, Santa Cruz, se sumó a la fiesta.

Desquiciado el Valencia, el central Rami fue expulsado por la segunda amarilla y el público lo despidió al grito de “tonto, tonto, tonto”. Isco quería su parte del pastel y ya se lo repartió al final, con un tiro colocado desde la frontal. “Isco, selección”, reclamó con fuerza La Rosaleda. El Málaga está ya en otro planeta.

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