Leo resuelve el crucigrama
El delantero del Rayo logra un gol y una asistencia en los últimos minutos para solucionar el duelo ante el Mallorca (2-0)
Entre la montaña rusa y el despeñadero, Rayo y Mallorca llegaron a Vallecas con ánimo de abrigarse para superar sus constipados. Se trataba de tapar las fugas, remendar los costurones y restañar las magulladuras. Y más preocupados de no perder que de ganar, todos vivieron timoratos la tarde hasta que Leo Baptistao tiró de su descaro barrial para alterar el guion. El brasileño resolvió en los últimos cinco minutos un crucigrama de miedos que refrenda la trayectoria de los franjirrojos y sume en la depresión a los bermellones.
El conjunto de Caparrós, capaz de sumar 11 de los 15 puntos que se repartieron en las cinco primeras jornadas, entró en barrena a finales de septiembre y llegaba a Vallecas con un expediente raquítico tras seis derrotas y un empate en las últimas siete etapas. Amparándose en su partitura más sobria, los bermellones, otrora correosos y atrevidos por definición, necesitan apelar ahora a una gris abnegación desprovista de vuelo para mantener prietas las filas, pero el castillo se les vino abajo en el último soplido.
Rayo Vallecano, 2 - Mallorca, 0
Rayo Vallecano: Cobeño; Tito, Rodri (Labaka, m. 57), Amat, Nacho; Javi Fuego, Trashorras, José Carlos (Franco Vázquez, m. 50), Chori Domínguez (Delibasic, m. 89) Piti; y Leo Baptistao. No utilizados: Rubén; Arana, Adrián y Lass.
Mallorca: Aouate; Nsue, Geromel, Anderson Conceiçao, Bigas; Fontàs, Pina (Alfaro, m. 85); Giovani (Arizmendi, m. 65), Pereira (Ximo, m. 75), Víctor; y Hemed. No utilizados: Calatayud; Kevin, Cristeto y Martí.
Goles: 1-0. M. 87. Leo Baptistao. 2-0. M. 90. Delibasic.
Árbitro: Fernando Teixeira Vitienes. Amonestó a Hemed, Javi Fuego, Leo Baptistao, y Pina.
Unos 10.000 espectadores en Vallecas.
Con el regate de Pereira oxidado, la pólvora de Hemed mojada y el ingenioso repertorio de Giovani desubicado en su nuevo ecosistema, el Mallorca se mostró como un grupo monocorde incapaz de superar la asfixiante presión del Rayo. Fontàs y Pina entendieron que su misión pasaba únicamente por hormigonar el dique de contención e hicieron dejación de funciones en la creación. El patadón de Aouate sobrevolaba la pradera vallecana sin mayor plan que el insustancial desgaste por reiteración.
Enfrente, el Rayo, ruborizado por coleccionar goleadas en contra en lo que va de Liga, abandonó su habitual apuesta de doble o nada y retrasó unos metros la trinchera para mitigar los sobresaltos a la espalda de sus centrales. Los de Paco Jémez, que solo habían logrado dejar su portería a cero en dos partidos, decidieron arroparse. Pero los franjirrojos fueron, casi siempre, incapaces de compaginar la sensatez y aplicación en defensa con su habitual ebullición ofensiva. José Carlos lo intentó por el costado derecho y el debutante Nacho hizo méritos respaldando a Piti por el carril izquierdo, pero más encorsetado que de costumbre, los locales apenas inquietaron a Aouate en el primer acto. La mejor oportunidad la tuvo el Mallorca tras una temeridad de Cobeño que gestionó a trompicones una inocente cesión. Pero entre Giovani, Pereira y Hemed no atinaron a resolver el regalo.
El partido pedía a gritos una agitación de las pizarras para desatar el pulso, pero a Jémez se le trastocaron los planes. En apenas 10 minutos, José Carlos y Rodri salieron por la puerta de la enfermería y el técnico se quedó con una sola bala en la recámara. A pesar de la improvisación y del susto que se llevó la portería rayista con un latigazo de Pereira que se estrelló en la cruceta, el empuje local comenzó a inclinar el campo con una meritoria secuencia de ocasiones que anunciaron que la ambición estaba del lado vallecano y que hicieron pensar al Mallorca que el empate no era mal negocio.
Pero los de Caparrós tenían un enemigo de cuidado al que no supieron sujetar. Leo Baptistao se disfrazó de artificiero y en la traca final encontró la victoria para su equipo. Su febril determinación levantó un partido que languidecía sin remedio y descosió los pespuntes de la balbuceante defensa mallorquinista. Primero agarró el balón en la banda izquierda y se marchó eléctrico hasta la frontal, donde resolvió con un zapatazo indescifrable para Aouate. Después, mezcló vértigo, quiebro y generosidad para regalar con un pase atrás el segundo tanto a Delibasic. El brasileño, que ya suma seis goles y cuatro asistencias en lo que va de Liga, resolvió el sudoku fortificando Vallecas donde solo Madrid y Barça se han llevado el botín.
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