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OBITUARIO

Manolo Peña, delantero que dejó helado al Camp Nou

Sus tres goles al Barcelona propiciaron la primera victoria del Real Valladolid en el feudo culé

Alejandro Prado
Manolo Peña, con las camisetas de la Ponferradina y del Valladolid en 2011.
Manolo Peña, con las camisetas de la Ponferradina y del Valladolid en 2011.LUIS DE LA MATA (AS)

Algunos futbolistas, como algunos toreros, serán recordados especialmente por una jornada triunfal. Son tardes en las que sale todo en el mejor escenario posible. Manolo Peña (Sarria, Lugo, 1965) tuvo su día de gloria el 20 de diciembre de 1987 en el Camp Nou. Su triplete de goles permitió al Valladolid llevarse una de las victorias más sonadas de su historia. Ese 2-4 endosado al Barcelona se conoció como el pucelazo y fue el cénit de la carrera futbolística de Peña.

Manuel Peña Escontrela falleció el 13 de noviembre en Ponferrada a los 46 años de edad víctima de un cáncer. Además de la camiseta del Valladolid, vistió la del Zaragoza, Cádiz, Talavera y Ponferrada. No llegó a ser internacional absoluto con España, pero vistió la roja en categorías inferiores, siendo subcampeón del mundo con la selección sub 20. Dejó el fútbol después de la temporada 1999-2000 y fue elegido concejal en Ponferrada, cargo que desempeñó durante un año. Peña, aunque nacido en Lugo, era berciano de adopción. Tras su paso por el Ayuntamiento, ejerció como asesor financiero.

Su primer equipo fue la Ponferradina, aunque siendo muy joven fue reclutado por el Valladolid en la temporada 1983-1984. Su debut en Primera se produjo en diciembre de 1983, con tan solo 18 años. Pasó siete temporadas en Pucela, siendo parte importante de uno de los mejores equipos que ha tenido el Valladolid en su historia. Aquel que, entrenado por el chileno Vicente Cantatore, disputó una final de Copa del Rey al Real Madrid de la quinta del buitre en 1989 y al año siguiente jugó la Recopa de Europa, siendo eliminado por el Mónaco en la tanda de penaltis. De su etapa en el Valladolid también se recuerda que estuvo seis años sin ver una tarjeta en un partido.

Después de esa temporada, en el verano de 1990, fue traspasado al Zaragoza por 50 millones de pesetas. No tuvo mucha suerte en el club maño, una grave lesión cortó su progresión y apenas contó en las tres temporadas que estuvo a orillas del Ebro. Abandonó Zaragoza para jugar en Segunda División con el Cádiz y, en años posteriores, en Segunda B con el Talavera y la Ponferradina.

Peña era un delantero rápido y escurridizo. No destacaba por sus cifras goleadoras —marcó 52 tantos en todos sus años en Primera— pero era el típico punta que desequilibraba las defensas contrarias. Con esa fama de no ver puerta llegó a Barcelona ese diciembre de 1987. Partido prenavideño que se le atragantó a un Barça que no vivía su mejor temporada. Los culés, entrenados por Luis Aragonés, transitaban por la mitad de la tabla en un año donde la guerra de la plantilla con el presidente, José Luis Núñez, y la rebeldía de Bernd Schuster destacaron más que cualquier aspecto futbolístico.

No era el mejor Barça, pero era el Barça, y era el Camp Nou. Peña congeló el templo barcelonista en la segunda parte con tres goles en poco más de un cuarto de hora. Una proeza que propició al Valladolid su primer triunfo en Barcelona y puso al delantero en el escaparate. Mucho se habló de Manolo Peña tras los goles al Barça, pero finalmente su traspaso a un grande no se materializó. Sin duda pesó esa falta de gol que tanto se le achacaba. El delantero entregó sus mejores años al Valladolid y contribuyó a la época dorada del fútbol pucelano. Su nombre pasará a la historia del club junto a los hermanos Manolo y Fernando Hierro, Lemos, Fonseca, Torrecilla…

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Sobre la firma

Alejandro Prado
Redactor en la Mesa de Edición del diario EL PAÍS. Antes prestó sus servicios en la sección de Deportes y fue portadista en la página web. Se licenció en Periodismo en la Universidad Carlos III y se formó como becario en Prisacom.

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