Ten cuidado con lo que deseas
“Latitud de Smolensk. Actitud de Barcelona”— Cartel en el aeropuerto de Glasgow
Curioso el contraste entre el ruido que generan el Barcelona y el Real Madrid cuando no están jugando y el silencio en sus estadios cuando sí lo están. Furia y calor, odio, insultos e indignación en los diarios, en las redes sociales, en las radios, en aquel programa de televisión que se transmite a las tantas de la noche, pero cuando llega el momento de la verdad, cuando empieza el partido, desciende —como diría José Mourinho— el frío.
Utilizó la palabra el entrenador del Real Madrid en sentido metafórico esta semana tras el empate contra el Borussia Dortmund en el Bernabéu, donde durante mucho tiempo se oyó más a los aficionados alemanes que a los locales. “El que lleve dos años y algo en el Madrid”, dijo Mourinho, “ya no se sorprende del público, de los pitos, el frío. Son cosas culturales”.
Seguramente lo que tenía en mente Mourinho, que no esconde su nostalgia por el fútbol inglés, es lo diferente que son las cosas culturales en los lugares donde hace frío de verdad. Como en aquel pequeño país al norte de Inglaterra, Escocia. Para comparar el ambiente en el estadio de Celtic Park cuando el equipo que representa la mitad católica de Glasgow venció 2 a 1 esta semana al Barcelona con el que se suele vivir en el Camp Nou o en el Bernabéu solo se puede recurrir a analogías extremas: el rito zulú de la fertilidad versus la ceremonia del desayuno en un iglú esquimal; una orgía romana en tiempos de Calígula versus un té con la reina en el Palacio de Windsor.
El apoyo de los fans del Celtic en Glasgow despertó la admiración de los jugadores del Barcelona
El apoyo incesante, ensordecedor e incondicional de los fans del Celtic en el partido de Champions en Glasgow el miércoles pasado despertó la admiración de los jugadores del Barcelona. “Es una maravilla, un ejemplo”, dijo Xavi Hernández, el capitán. “¿Un ejemplo?” ¿Habrá insinuado Xavi una crítica a sus seguidores culés? ¿Les habrá querido enviar el mensaje de que aquí había algo que deberían de imitar? Si fuera así, que siga soñando. Más factible, como reza la expresión inglesa, que el infierno se cubra de hielo.
Ahora, la premisa en esta discusión es que los aficionados del Celtic o del descendido Glasgow Rangers (50.000 fieles han estado llenando el estadio esta temporada para partidos de Tercera división) o del Liverpool, o del Aston Villa o de prácticamente la totalidad de los clubes británicos son moralmente superiores a los del Madrid o el Barça. Que el hecho de expresar la fe con más fervor es inequívoca señal de un alma futbolera más pura.
Es hora de cuestionar este prejuicio. O, al menos, de señalar la ventaja de ir a ver un partido de fútbol con el espíritu crítico de un abonado a la Metropolitan Opera House de Nueva York. Se reduce a lo siguiente: Hay mucha menos tolerancia por el fútbol basura.
Veamos el caso del estadio de Anfield, del Liverpool, esa catedral del fútbol venerada por medio mundo, sin excluir a españoles como Xabi Alonso que han jugado ahí. “You'll never walk alone”, cantado con igual pasión por los fans del Celtic, es un himno a la perseverancia, a un amor que solo la muerte separará. Bien. Maravilloso. Oímos la canción y nos pone los pelos de punta. Pero hay que ser bastante mayor para recordar la última vez que el Liverpool jugó un fútbol que despertara el interés de cualquiera que no fuera un fanático del club. Si su estilo ha sido durante años infaliblemente rústico se tiene que deber en parte a que los fans no dejan nunca de recordar a sus entrenadores y sus jugadores de que seguirán caminando a su lado en la enfermedad y en la salud, en la belleza y en la fealdad, en el frío y en el calor.
Muy bonito. Pero en el Bernabéu y en el Camp Nou los aficionados exigen más. Si el equipo gana y juega mal no están satisfechos. Se ha detectado una cierta excepción a la regla en el Bernabéu en los últimos tres o cuatro años debido a la desesperada necesidad del Madrid de bajar al Barça de su trono. Pero ahora que compite con el Barça de tú a tú, podemos estar seguros de que la afición del Bernabéu se volverá más impaciente, que se oirán más pitos, que se pedirá más y mejor espectáculo. Como ocurría siempre en el Camp Nou antes de la edad dorada que comenzó con la llegada, primero, de Ronaldinho y, luego, de Pep Guardiola.
Entonces, pregunta: ¿las aficiones del Celtic, del Liverpool, de las islas británicas son, realmente, un ejemplo? Respuesta: ten cuidado con lo que deseas.
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