Murray no espanta sus demonios
El escocés sigue dudando tras ganar su primer grande aunque remonta a Berdych entre gritos (3-6, 6-3 y 6-4) Djokovic tumba a Tsonga en dos mangas (7-6 y 6-3)
"Ya no dudaré de mí”, dice el escocés Andy Murray cuando en septiembre celebra el Abierto de EEUU y se convierte en el primer británico que gana un torneo del Grand Slam desde 1936 (Fred Perry). “He aprendido una cosa esta noche: a no dudar de mí física y mentalmente”, insiste, y entonces se lanza a una gira de tres torneos que deben ser una celebración de su éxito, un elogio de su hazaña, la constatación de que el circuito tiene a un nuevo chico malo para pelear por todo. Sin embargo, el trofeo no le da calma ni le libera de hipotecas mentales. Hoy sufre para remontar un mal partido ante Berdych en su debut en la Copa de Maestros (3-6, 6-3 y 6-4 ante el checo, que tuvo dos bolas para ponerse set y break arriba) y en las tres citas anteriores se despide entre temblores: en Tokio (ante Raonic), Shanghái (Djokovic) y París (Janowicz), todos los torneos que ha jugado desde su primer grande, el número tres cae tras desaprovechar al menos un punto de partido a favor.
“Desde Nueva York he perdido unos pocos partidos muy apretados”, reconoció Murray cuando le preguntaron si pensó en el punto de encuentro que desaprovechó en París, en los dos de Tokio y en los ¡cinco! de Shanghái cuando le tocó servir por el duelo ante Berdych. “He pensado en las razones por las que todas esas cosas ocurrieron”, continuó el local, que sueña con que el público le acune hasta un título que sería el mejor trampolín para su legítima ambición a asaltar el número uno en 2013. “Frente a Djokovic, en Shanghái, no sentí que hubiera hecho muchas cosas mal”, argumentó. “Contra Janowicz sí que me quedé decepcionado. Fui demasiado rápido, no me concentré tanto y tan fuerte como debía. Por eso, ante Berdych, mantuve mi concentración en cada punto, me animé y me tomé mi tiempo hasta que cerré el duelo”.
Murray tuvo siempre las armas para competir de tú a tú con los mejores. Le sobra tacto y su lectura estratégica es la de un privilegiado. Poco después de instalarse en la élite empezó a dominar con facilidad a los mejores en partidos a tres mangas. A cinco sets, sin embargo, sufrió un infierno: su cabeza se llenó de preguntas sobre la fragilidad de sus piernas y la estabilidad de su mente. El número tres creyó encontrar respuesta a todas esas cuestiones con su título neoyorquino, precedido además por su final en Wimbledon 2012 y su medalla de oro individual en los Juegos de Londres, donde también sumó la plata en dobles mixtos. Abundan los casos de gigantes competitivos que vivían atrapados por sus complejos y que quedaron liberados de cualquier cadena al lograr un triunfo sonado. Eso es lo que esperaba Murray para sí mismo tras ganar en Nueva York. Por ahora ha ocurrido lo contrario. Puesto a defender su condición de candidato a todo, los resultados dicen que duda más que antes.
Desde Nueva York he perdido duelos muy apretados... y pienso en ello
“Lo que ha cambiado el Abierto de EEUU es que cuando me enfrente a los mejores creeré un poco más en mis tiros y en ser más agresivo”, dijo tras el partido. “Ante Berdych hice eso. Intenté moverme hacia adelante, no dejarle dictar los intercambios. Tras aquella victoria y varias derrotas duras este año, ante Novak en semifinales de Australia o Federer en la final de Wimbledon, he aprendido eso: a jugar los grandes puntos en los grandes partidos”.
Un rugido siguió a la remontada de Murray frente a Berdych, que precedió a la victoria de Novak Djokovic sobre Jo Wilfried Tsonga (7-6 y 6-3). El chillido puso punto final a una racha de derrotas dolorosas: quedan dos partidos más en el grupo para saber si las cadenas han vuelto a quedar rotas.
Grupo B (Teledeporte). No antes de las 14.45. R. Federer (Sui.) - J. Tipsarevic (Ser.) No antes de las 20.45. David Ferrer - J. M. del Potro (Arg).
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