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El pillín de la calle

José Rodríguez, el chico flaco, con melena y todo nervio que llegó al Villajoyosa con ocho años, ha quemado todas las etapas en el Madrid hasta marcar en su debut con el primer equipo

Eleonora Giovio
José Rodríguez se intenta ir de dos jugadores del Alcoyano.
José Rodríguez se intenta ir de dos jugadores del Alcoyano.a. iranzo (as)

Era un chico más del pueblo cuando llamó a la puerta del Villajoyosa con ocho añitos. José Rodríguez había nacido allí, en diciembre de 1994. Llevaba pelo largo y melena. “Era flaco, flaco. Tenía unas piernas muy delgadas y esa melena... Era todo nervio. Ahora es una bestia físicamente pero por aquel entonces, lo último por lo que destacaba era el físico. Era muy poquita cosa en ese aspecto, pero llevaba el fútbol dentro. No paraba quieto, corría pacá y pallá sin parar”, dice Chico Lloret, el técnico que entrenó al ahora canterano del Madrid cuando todavía era un alevín del Villajoyosa. Cuando todavía jugaba de extremo y en un equipo de fútbol siete.

“En el 2-3-1 que yo utilizaba lo ponía en la banda porque tenía mucho recorrido. Iba y venía, iba y venía... Era el típico jugador de calle, muy vivo y con esa pillería que solo tienen los que juegan en la calle”, añade Lloret, que en verano todavía le ve por el barrio y en la Iglesia Evangélica, el lugar de culto de la barriada gitana de Villajoyosa.

“Físicamente era poca cosa. Pero llevaba el fútbol dentro”, dice su técnico en alevines

José Rodríguez, de familia gitana, todavía no ha cumplido los 18 años y ya ha debutado en el Real Madrid. Con un gol precioso en Copa —él dice que tuvo suerte— en el campo del Alcoyano el miércoles. Sus compañeros del Castilla tardaron nada en inundar Twitter de felicitaciones. “Es muy amigo de sus compañeros”, dice Felix Carbonell, técnico de fútbol base que lo vio en el Villajoyosa y se lo llevó al Hércules. Ahí se convirtió en mediocentro. “No tenía velocidad para jugar de extremo, pero sí un talento natural y una visión de juego ideales para el mediocampo”, explica Carbonell. En los campos de entrenamiento del Hércules también empezaron los dos hermanos de José. El mayor, Edu, se marchó luego a las categorías inferiores del Villarreal (llegó a debutar en el primer equipo con Pellegrini) y el pequeño, Joaquín, está en los infantiles del Madrid.

Imposible jugar a otra cosa que no fuera el fútbol en casa de Rodríguez. El padre también fue futbolista, en Tercera. Hasta hace poco tenía un puesto en un mercado ambulante. “José siempre llevaba el balón debajo del brazo. Jugaba en el colegio, en el patio, hasta en casa... ha roto más de una cosa”, cuenta su padre por teléfono. La familia se ha mudado a Madrid para estar cerca del hijo pequeño, Joaquín.

El pillín de melena sí llegó solo a Madrid, con 15 años e, igual que en el Villajoyosa, se saltó todas las categorías. “Le vi en un partido que jugamos contra ellos. Era el único que tenía edad de infantil de primer año que jugaba con los de segundo año. Me sorprendió eso y la facilidad con la que se colocaba tácticamente en el campo”, dice Carbonell. “Cuando tocaba enfrentarse a equipos con más nivel, él era el unico que nunca se cohibía. Tenía mucho descaro”, apunta Chico Lloret.

“Siempre iba con el balón bajo el brazo. En casa ha roto cosas”, recuerda su padre

José llegó a Valdebebas en el Cadete A y en tres años ha ascendido al Castilla. Cada vez que cambiaba de categoría (del Juvenil C, al B, al A) terminaba en la siguiente antes de que acabara la temporada. Se ha saltado el Real Madrid C y trabaja a las ordenes de Alberto Toril. Sigue teniendo ficha del Juvenil A, pero esta temporada no ha bajado todavía a echar una mano a sus compañeros. Los 225 minutos que lleva, los ha disputado todos con el filial.

“No tuve que trabajar las funciones técnicas y tácticas con él porque ya se las sabía. Tenía muchas ganas de aprender. Simplemente le arropamos. Para los chicos de fuera es más difícil. Si hay puente los demás se van con las familias, después del partido comen con ellos, pero los de fuera vuelven a la residencia. José era uno de ellos. Estaba solo y le arropábamos cuando lo necesitaba”, comenta José Fernández que tuvo al chico de Villajoyosa en el Cadete A. A él le pidió consejo José cuando llegó la oferta del Arsenal. Él se encargó de averiguar si que le llamaran El Gitano le molestaba. “Se lo pregunté delante de todos sus compañeros y dijo que no había problema. Es un mote cariñoso, también le llaman El Naricita”.

En 2011 Wenger se empeñó en llevárselo a Londres. “José me preguntó qué hacer. Le dije que se quedara, que este era el mejor sitio. Recuerdo que me contestó: ‘pero nunca se llega al primer equipo”. Ha llegado, aunque sea como debutante, y sin haber cumplido todavía los 18 años. “El primer día vimos que tenía más talento que el resto. Tiene llegada, gol, es bueno defensivamente. El gol con el interior que hizo contra el Alcoyano colocando el balón en el ángulo se lo he visto hacer muchas veces”, concluye Fernández.

El chico ha crecido (1,80m y 72 kilos), sus piernas ya no son tan delgadas. Se ha hecho mayor en el campo. Y el miércoles hubo un abrazo, muy emotivo, que le hizo especial ilusión, el de Carvalho, un hermano mayor para él. José se entrenó ayer con el primer equipo: mañana contra el Zaragoza Mourinho no podrá contar ni con Xabi, sancionado, ni con Khedira, lesionado.

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de sociedad especializada en abusos e igualdad. En su paso por la sección de deportes ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de EL PAÍS.

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