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El Athletic, a ciegas

El equipo rojiblanco sigue a oscuras ante un Eibar impetuoso, organizado e interesante que selló su portería (0-0)

Los aficionados del Eibar animan a su equipo durante el partido contra el Athletic
Los aficionados del Eibar animan a su equipo durante el partido contra el Athletic Juan Herrero (EFE)

Ni en pleno mediodía, cuando aún lucía el sol en Eibar, se le encendió la bombilla al Athletic, incómodo en aquel campo de los viejos tiempos, sufriendo en defensa e inoperante en ataque, sujetado en el centro del campo por los aguerridos mediocentros del conjunto azulgrana. Tan grande fue su falta de recursos que hasta Marcelo Bielsa, al que los empates se le atragantan como un bocadillo de arena, reconoció al término del encuentro que “extrañamente el empate está bien”. “No me siento decepcionado por el resultado”, añadió. Para un ganador nato, que alineó a la mayoría de sus titulares frente a un Segunda B, debía ser duro reconocer que la igualada era un acto de justicia “después de haber sido dominados en toda la primera mitad”.

Sería el campo, pequeñito, íntimo. Sería el césped descarnado y barroso. Sería la hora, las doce de la mañana y día festivo, con medio país de puente. La colección de disculpas puede ser amplia, pero la razón es única: el Eibar fue mejor que el Athletic, más impetuoso, mejor organizado y con el punto de ambición tan cercano a la autoestima como lejano de la locura. Bastaba ver las diabluras de Del Olmo, amargándole la mañana a su excompañero Iraola, jugando de espaldas con la sabiduría de los años, o la amalgama de recursos del delantero Mainz, para hacer sudar a los centrales rojiblancos.

EIBAR, 0 - ATHLETIC, 0

Eibar: Irureta; Aimar, Arregi, Raúl Navas, Bingen; Errasti, Abaroa; Capa, Arruabarrena (Diego Jiménez, m. 59), Del Olmo (Arroyo, m. 55); y Mainz (Aketxe, m. 75). No utilizados: A. Errasti y Dani García.

Athletic; Raúl; Iraola, San José, Amorebieta; Aurtenetxe; Herrera, Iturraspe; Susaeta, Toquero (De Marcos, m. 45), Ibai Gómez (Muniain, m. 45); y Llorente (Aduriz, m. 73). No utilizados: Iraizoz y Castillo.

Árbitro: Paradas Romero. Amonestó a Capa y Abaroa

3.859 espectadores en Ipurua

El Athletic sigue en su Halloween particular, sin ver amanecer, solo fogonazos que a veces le iluminan el camino. Quizás por eso solo cuando empezó a llover y al Eibar se le encogieron los pulmones, así de forma gris, fue capaz de acercarse a la portería rival y proponer un cierto asedio como exigían sus galones. La presencia de Llorente en el once titular, en un campo tan reducido, presagiaba un aluvión de centros en busca de su cabeza o el control con el pecho. Centros los hubo, pero todos indignos de Primera División. Un par de ellos llegaron en condiciones al ariete, pero el árbitro los invalidó por fuera de juego, ambos muy dudosos.

Era la primera vez que Llorente salía del vestuario al campo y no del banquillo al terreno de juego. Toda una invitación al ánimo generalizado de la muchachada rojiblanca, no de la afición del Eibar que le dedicó sus cánticos más ofensivos, sin que se sepa que Llorente le haya causado mal alguno al equipo armero.

La situación de Llorente es incómoda. Solo había participado hasta ayer en 10 encuentros (incluida la Liga Europa) y en todos ellos saliendo del banquillo, seis de los cuales con el equipo perdiendo. Solo en dos ocasiones Llorente se ha ido a la ducha con la victoria, situaciones inusuales para un futbolista de jerarquía. Ayer tenía su primera titularidad, pero el equipo le buscó mucho y mal. Solo un centro a su perfil y muchos balonazos al entrepecho. El debate continúa. Lo reconocía el propio Bielsa cuando afirmó que el partido “no se acomodó a las características de Llorente, en un campo pesado y con pocos pases para que se luzca”. No lució. Nadie lució salvo la presencia del joven Raúl en la portería que sacó hacia afuera las ocasiones del Eibar.

El equipo azulgrana supo escarbar los rincones de la ratonera y suyas fueron las únicas combinaciones de la primera mitad. Mainz, una ardilla, rompía la defensa de San José, mientras Arruabarrena le daba consistencia a las transiciones azulgrana. Pudo marcar en tres ocasiones el Eibar, pero le faltó puntería y pagó el acierto de Raúl en sus estiradas. Hubiera necesitado el equipo armero que el portero, titular en esta ocasión, hubiera tenido dos centímetros menos en cada brazo. Y al Athletic, a pesar de los esfuerzos de Herrera por darle movilidad y vivacidad al centro del campo, el fútbol le pillaba lejos.

La entrada tras el descanso de De Marcos y Muniain le dio más profundidad, aunque sus dos únicas ocasiones fueron dos magníficos tiros lejanos de Iraola que exigieron lo mejor del portero. Curioso: Raúl, con sus ciento noventa y pico centímetros, respondió magníficamente por abajo e Irureta, el portero del Eibar, más bajito y potente, supo volar como un pájaro.

El Eibar resistió físicamente más de lo esperado por la diferencia de categoría (Segunda B frente a Primera), con desgaste terrible de sus mediocentros y sus centrales, colosales en el juego aéreo e inteligentes en el área. Debió ganar y se llevó el gustazo del empate, que le presentará en San Mamés en igualdad de condiciones dentro de dos semanas. “Todo sigue estando igual de difícil para nosotros” dijo Gaizka Garitano, su entrenador, pero en el baile de ida, el Eibar marcó el paso.

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