Valerón alumbra un derbi chato
Una virguería del veterano mediapunta permite al Deportivo empatar en Balaídos
En un mal partido, con escaso vuelo, plagado de futbolistas con las luces apagadas, apareció Valerón para mostrar todo su fulgor. No es la primera vez que se exhibe en Balaídos, escenario donde ha mostrado lo mejor de su repertorio y que ayer, cuando se marchó sustituido a falta de un cuarto de hora, le despidió con unos significativos aplausos. Fue el reconocimiento de una afición que jamás se manifestó de manera similar ante otro futbolista del eterno rival.
Aun en el ocaso de su carrera el genio canario marca diferencias y ejerce de faro de un equipo como el Deportivo tan necesitado de que alguien le marque el paso. Lo demostró una vez más con una acción para la videoteca. Transcurría el partido entre imprecisiones, en una nadería que convenía al Celta, en ventaja tras un gol tempranero, con el equipo de Oltra entregado a la prisa y la resolución rápida, en definitiva a caer en el fuera de juego. Allí estaba Valerón para pedir calma, con las palmas hacia abajo, reclamando sosiego. Hasta que se encontró la pelota en la frontal, allí tejió con el esférico un cambio de pie, descolocó con un giro de cintura y un paso de claqué a la línea trasera del Celta y encontró un pasillo interior con dos destinatarios: Riki o Juan Domínguez, que fue el que lo recogió para definir.
CELTA, 1 - DEPORTIVO, 1
Celta: Javi Varas; Hugo Mallo, Cabral, Túñez, Roberto Lago; Borja Oubiña, Álex López; Augusto Fernández (Toni, m. 80), Bermejo (Samuel, m. 54), Krohn-Dehli; e Iago Aspas (Park, m. 83). No utilizados: Sergio; Bellvís, Bustos y De Lucas.
Deportivo: Aranzubía; Laure, Marchena, Zé Castro, Ayoze; Álex Bergantiños, Juan Domínguez; Bruno Gama (André Sanyos, m. 88), Valerón (Camuñas, m. 76), Pizzi; y Riki (Nelson Oliveira, m. 62). No utilizados: Lux; Ayoze, Aythami y Tiago Pinto.
Árbitro: Undiano. Expulsó a Cabral en el minuto 51. Amonestó a Borja Oubiña, Zé Castro, Marchena, Juan Domínguez, Laure y Pizzi
Goles: 1-0. M. 8, Bermejo. 1-1. M. 28. Juan Domínguez.
Unos 26.000 espectadores en Balaídos.
La virguería de Valerón premió el esfuerzo del Deportivo por devolver el partido a su estado inicial. A veces un tanto en los primeros minutos decanta actitudes inesperadas en los equipos. Ocurrió hace un año en Riazor cuando el Deportivo se puso en ventaja en su primera llegada y a partir de ahí perdió la pelota. Ayer le sucedió algo así al Celta, que siempre dio la impresión de ir a contrapelo. Marcó tras una imprecisión del cuadro coruñés en la salida de la pelota que aprovechó Aspas para tejer un contragolpe mal acabado, pero lo suficientemente afortunado para que Bermejo resolviera sin oposición tras un rechace. Y el equipo de Herrera se cayó, excesivamente replegado, fiado a su potencial, a otra respuesta al galope que no llegó, sin que además Álex López, su termómetro en el mediocampo, adquiriera relevancia.
El gol en contra no reactivó al Celta, sí un segundo contratiempo, la expulsión de Cabral, que en apenas tres minutos cometió dos faltas sobre Riki. Se agrupó bien el equipo de Herrera, sin Bermejo, que le daba salida en los balones divididos, pero con cierta fluidez para llegar a Aranzubía. Le faltó puntería, pero trabajó bien en inferioridad, con matices de equipo maduro porque supo elegir los momentos para iniciar sus escarceos ofensivos, los que culminaba Krohn-Dehli, que siempre va a más con el paso de los minutos, o los que acababan en Iago Aspas, que sin tanto juego como deseaba, envió cerca del palo un remate de zurda tras una acción armada por Hugo Mallo.
Fue en ese tramo del partido cuando al Deportivo le faltó un punto más. Puede llamarse intensidad, codicia, quizás haya que llamarle fútbol. Perdió el hilo, recibió un gol de Samuel en una acción de estrategia que estuvo bien anulado por fuera de juego. Avisó el Celta en sus mejores minutos mientras el Deportivo, nada importunado para sacar el balón jugado apenas esbozó mayor plan que buscar a Valerón, que mejoró casi todos los balones que le llegaron, pero al que no le sobra aliento. Porque el genio deportivista ya difuminó. Su bajón fue el del equipo. Otros no aparecieron, tampoco en el Celta. Seguramente el empate fue el epílogo más justo para un derbi que deja dudas en los dos grandes gallegos porque el Deportivo suma ocho jornadas sin cantar victoria y el Celta precisa asegurar los puntos en su feudo ante los rivales directos vista su escasa capacidad para resolver en las visitas.
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