Viñales, arrepentido, regresa para correr en Australia

Maverick Viñales ha recapacitado, ha entendido que su espantada de hace apenas unos días tiene difícil defensa jurídica, y, arrepentido, ha optado por volver a tomar un avión y presentarse este viernes en el circuito de Phillip Island, que acoge la penúltima prueba del Mundial, para volver a correr. El objetivo secundario, aunque no menos importante, será tratar de resolver el acuerdo contractual que le vincula a un equipo y a unos representantes en los que ha perdido la confianza. El piloto decidió el viernes pasado no subirse a su moto. Arrancaban los primeros entrenamientos libres del Gran Premio de Malasia y el chico, de 17 años, una de las promesas del motociclismo mundial, ni siquiera se enfundó el mono. Solicitó una reunión con los directivos de Dorna, empresa organizadora del campeonato, y comunicó su decisión de abandonar a su equipo y el Mundial, a pesar de que todavía tenía opciones matemáticas –muy remotas, eso sí– de llevarse el título. El corredor regresó a su casa en Roses (Girona) dispuesto a dar por terminada la temporada por desavenencias con los responsables del equipo, el Blusens Avintia, que son precisamente los representantes del deportista.

El chico, asistido por su abogado, ha recapacitado y prefiere hacer las cosas paso a paso

Si bien, no tardó en darse cuenta de que había escogido probablemente el camino más fácil, pero no el más correcto. Y desde que regresó a España busca la manera más adecuada de solucionar el desaguisado. Él no tenía problema alguno en terminar la temporada si su equipo, dirigido por sus propios representantes, Ricard Jové y Raúl Romero, rompía el contrato que habían firmado solo unas semanas antes y que les vinculaba hasta el final de la temporada 2014. Pero exigía que el acuerdo en cuestión se resolviera en unas horas a cambio de seguir compitiendo. Como obtuvo una respuesta negativa optó por largarse, lo que se puede entender como una ruptura del contrato para la temporada actual. El chico, asistido por su abogado, ha recapacitado y prefiere hacer las cosas paso a paso. Tratará, como se le intentó convencer el viernes pasado, de terminar el curso actual y de cumplir con sus compromisos, y buscará la mejor manera de desvincularse del equipo para los dos años venideros. "Regreso para luchar por el subcampeonato. Quiero pedir sinceras disculpas a los que haya defraudado o perjudicado con mi actitud. Estoy aquí para dar la cara, pedir perdón públicamente y asumir mis errores”, señalaba en un comunicado.

Además, añadía que su precipitada marcha "no fue acertada”, pero su estado “de frustración y rabia” le impedía subirse a la moto. “Tampoco debí hablar así”, reconoce. “Quiero centrarme solo en correr y arreglar amistosamente los problemas surgidos con el equipo. Quiero solo pilotar mi moto”

Viñales tomará un avión este jueves por la mañana y aterrizará en el aeropuerto de Melbourne la noche del jueves, de modo que tendrá tiempo suficiente para subirse a su moto la mañana del viernes, cuando se celebran los primeros entrenamientos libres del fin de semana. Viaja, como siempre, acompañado de su padre, pero también de su abogado, Paco Sánchez, que también es representante de pilotos. Viñales aludió a la falta de profesionalidad del equipo técnico con el que trabajaba, al que acusó de no haber dado la talla desde mitad de temporada. Si bien, su padre, Ángel, también aludió a un supuesto engaño de los representantes, que podrían haber ocultado o menospreciado ofertas de otros equipos que estaban interesados en fichar al piloto ya para la próxima campaña, lo que, según Sánchez, podría entenderse como un conflicto de intereses al tratarse también de los dueños del equipo para el que corre actualmente. Entre los interesados, que reconocieron a EL PAÍS haber hecho ofertas por el corredor desde el curso pasado, están los dos mejores equipos de Moto3, el equipo oficial de KTM dirigido por Aki Ajo –cuyo piloto Sandro Cortese ganó el título el domingo pasado en Malasia–, y el de Jorge Martínez Aspar.