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Gloria, prestigio y dinero huidos

La revista ‘Forbes’ calcula en más de 100 millones de euros lo que Armstrong dejará de ingresar por la pérdida de sus patrocinadores tras su sanción

C. A.
Lance Armstrong, de amarillo entre sus compañeros del US Postal en el Tour de 2004.
Lance Armstrong, de amarillo entre sus compañeros del US Postal en el Tour de 2004.joel saget (AFP)

Tan desmesurada como el personaje, un personaje de leyenda —Lance Armstrong: el ciclista más grande, el hombre que venció al cáncer, el héroe que creó un imperio filantrópico con su ejemplo de campeón—, es la dimensión económica que a su figura le asignan quienes se han dedicado a intentar calcular sus ingresos, es decir, los millones de euros que el estadounidense puede perder a causa de su condena por dopaje y todo lo que ha arrastrado. La agencia France Presse, recogiendo cálculos de Forbes, la revista que vive de esto, avanzaba ayer una cantidad de más de 100 millones de euros sumando lo que debería tener que devolver al lucro cesante derivado de la pérdida de patrocinadores. Y todo ello, acompañado de previsibles litigios judiciales que supondrán además el gasto añadido en abogados y demás.

El Tour ya le ha reclamado los premios de sus victorias: casi tres millones

Quizás la pérdida económica no sea tan dura como la pérdida de gloria —sin sus siete Tours, el récord de victorias en la carrera francesa vuelve a las cinco clásicas de Anquetil, Merckx, Hinault e Indurain, el único que las logró consecutivamente— o la de prestigio social que supuso la semana pasada su defenestración al frente de Livestrong, la fundación contra el cáncer que él mismo creó en 1997, pero seguro que le dolerá.

Con los títulos del Tour debería devolver, y así se lo ha reclamado la carrera citando el reglamento de la Unión Ciclista Internacional (UCI), unos premios económicos cifrados por la federación francesa de ciclismo en 2.950.000 euros. El problema es que esa cantidad no pasó a Armstrong, pues el corredor, siguiendo la norma habitual, distribuyó todos los premios entre sus compañeros de equipo, mecánicos y masajistas. Otros 5,8 millones de euros serían los que ganó en un juicio en 2006 a la compañía de seguros SCA, que no quería abonárselos como prima por ganar sus seis primeros Tours al sospechar que se los había anotado fraudulentamente. SCA ha anunciado que reclamará judicialmente esa cantidad y lo mismo hará el Sunday Times con los 740.000 euros que abonó en un acuerdo privado a Armstrong, quien había demandado al semanario británico por acusarle de dopaje. Y la confirmación oficial por parte de la UCI de que Armstrong sí que se dopó podría desencadenarle una demanda por perjurio en Estados Unidos, ya que declaró bajo juramento a un abogado de SCA que él nunca se había dopado. Ese delito está penado con cárcel en Estados Unidos (como comprobó Marion Jones, condenada a varios meses de cumplimiento) y con una multa que puede llegar a 1,15 millones de euros.

Tras declarar bajo juramento que no se dopó, ahora puede ser acusado de perjurio

Quedan los patrocinadores. Cuando Nike, la semana pasada, inició una cascada, la señal que esperaban para abandonarle las marcas que han vendido sus productos aprovechando el tirón popular de Armstrong, el tejano se quedó de la noche a la mañana sin ingresos que Forbes cifraba en 2010 en 16 millones de euros anuales, para un lucro cesante global, un negocio perdido, de 115 millones.

Entre los anunciantes que le abandonaron destacan las bicicletas Trek, asociadas como ninguna marca al nombre de Armstrong. También rompieron su contrato con Armstrong la cerveza Michelob, las bebidas energéticas FRS, la compañía de nutrición deportiva Honey Stinger, los cascos Giro y, finalmente, ayer mismo, la última que resistía, las gafas Oakley, una de cuyas ejecutivas había declarado incluso a favor del ciclista ante el Gran Jurado que le investigó en 2011.

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Sobre la firma

C. A.
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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