Márquez se diluye bajo el chaparrón

Sabía Marc Márquez que no sería fácil ganar el Mundial a falta de dos carreras para el final. Se ha hartado de repetir que no le importa dónde celebrar el título siempre que tenga algo que festejar al final del curso. Pero, claro, quería intentarlo. Cuanto antes mejor, pensaba. Y, siendo como es, no se guardó nada. Así que, víctima de su propia osadía, esa que enamora a los aficionados, el pupilo de Emilio Alzamora cazó a Iannone en un despiste para colocarse séptimo, cuando tenía el Mundial de Moto2 en el bolsillo, y sobre un asfalto peligrosamente mojado. "No quería adelantarle, pero tampoco iba a frenarme para no pasarle", concedió. Y terminó por los suelos. Tendrá que esperar a la carrera del próximo domingo en Australia, donde le bastará con sumar dos puntos, es decir, con terminar en la 14ª posición, para llevarse un Mundial que ya se le resistió el año pasado.

Ocurre que Márquez contaba con la oposición de Pol Espargaró, el chico de la pole en este gran premio de Malasia, su único rival por el campeonato, el único también que le ha retado en un duelo excitante en las últimas carreras. Pero no contaba el chico de Cervera con el agua, esa lluvia monzónica que descarga en la costa de Malasia habitualmente a primera hora de la tarde. Ayer, el chaparrón se adelantó y pilló a Cortese dando saltos de alegría en el podio, recién proclamado campeón de Moto3. Y fue tanta el agua que cayó que dejó la pista cubierta, empapada, casi imposible para los pilotos de la categoría intermedia. Se retrasó la salida. Y cuando formaron en parrilla, aunque la carrera se había declarado en mojado, se resquebrajaba el cielo para dejar pasar la luz del sol. Pero, tímido este, volvió a esconderse pronto. Y planeó la lluvia, otra vez, durante toda la prueba. Ahora unas gotas, ahora otro chaparrón. En semejantes condiciones no se permiten heroicidades. Y Márquez, habituado a estas, no pudo salvar los muebles esta vez.

Había sabido leer la carrera en las primeras vueltas. Aunque salía desde la primera línea dejó que fueran otros los que tiraran durante los primeros giros. Pasó por meta por vez primera en la octava posición. Mientras, Espargaró, el único hombre del que debía estar pendiente en este domingo lluvioso, lo hacía una posición por delante de él. Márquez no necesitaba más que terminar la carrera por delante del de Granollers para ser campeón del mundo. Y lo logró, fácil, un giro después: él era octavo, su rival, decimoprimero. No había más que mantener el ritmo, evitar los grupos y alejarse de los problemas. Mientras un piloto local, Syahrin, invitado a participar en esta carrera, hacía enloquecer a la gente en las gradas y obligaba a buscar los límites a los hombres en cabeza: De Angelis, finalmente ganador de la carrera, Rea o West, Márquez se mantenía entre la sexta y la octava posición. Y Espargaró entre la 11ª y la 12ª.

El líder del Mundial terminó llorando desconsolado sobre una valla

Lo tenía todo a su favor el chico, ganador del Mundial de 125cc hace dos años y subcampeón de Moto2 el curso pasado. Pero le pudo esa debilidad por el espectáculo que le hace brillante. Y cuando se encontró en pista con su amigo Andrea Iannone, un rival habitual en el cuerpo a cuerpo, se mantuvo a su sombra y le adelantó al primer fallo del italiano: poco después cuando se preparaba para coger el siguiente viraje, en frenada, perdió el control de la parte delantera de su moto. "Es lo que tiene el agua, iba supertranquilo, sabía que Pol estaba lejos, pero no quería bajar el ritmo para no perder la concentración. En ese momento ha empezado a llover un poco más y he intentado aflojar. Iba completamente recto, no me esperaba caer", explicaría después. Fue a falta de siete vueltas para el final. Márquez intentó levantar esa Suter que debía hacerle campeón este mismo domingo, lo logró, pero lo que no consiguió fue volver a encenderla y meterla en pista para intentar un imposible. Mientras Espargaró se espabilaba para no perder ni una sola posición más –era 11º, pero un 12º puesto le hubiera dado el título inmediatamente a Márquez–, el líder del Mundial lloraba desconsolado sobre una valla, en la escapatoria de aquella curva en la que se dejó un título mundial.

La carrera finalmente fue suspendida tres vueltas antes del final, tal era el agua que caía. Espargaró salvó una bola de partido. Aunque se lamentaba por la ocasión perdida: "Es una pena que una vez que Marc falla nosotros no hayamos podido hacer más", dijo. Y Márquez tendrá que esperar.