El Getafe descifra el caos
Los de Luis García derrotan al Zaragoza (0-1) con un tanto de Diego Castro de penalti en un partido que tuvo tres expulsiones y poco juego
Un galimatías de rebotes, choques, pitidos y tarjetas. Un partido jugado a trompicones y resuelto de penalti. Como en un insólito déjà vu, al Getafe se le volvió a despejar el horizonte a las primeras de cambio. Si el pasado lunes el Mallorca se quedaba con 10 hombres en el Coliseum tras una desmedida entrada de Ximo a Diego Castro, cinco días después se repetía la escena en La Romareda calcando las coordenadas espacio temporales. También a los 10 minutos de juego y también en una acción intrascendente a la altura del centro del campo, el partido quedaba desequilibrado. Esta vez fue Romaric el intempestivo protagonista tras estrellar sus tacos contra la rodilla izquierda de Lacen en un plantillazo grosero que le valió la tarjeta roja. Desatado, Muñiz Fernández también mandó a la ducha a Álvaro y Barrada en la segunda parte.
Zaragoza, 0 - Getafe, 1
Zaragoza: Roberto; Sapunaru, Álvaro, Paredes, Abraham; Víctor Rodríguez (Movilla, m. 15), José Mari, Romaric, Montañés (Zuculini, m. 54); Aranda (Apoño, m. 67) y Hélder Postiga. No utilizados: Leo Franco; Goni, Babovic y Edu Oriol.
Getafe: Moyá; Valera, Rafa, David Abraham, Miguel Torres; Xavi Torres, Lacen (Pedro León, m. 24); Lafita (Gavilán, m. 60), Barrada, Diego Castro; y Álvaro (Paco Alcácer, m. 69). No utilizados: Codina; Lopo, Mané, Juan Rodríguez y Sarabia.
Gol: 0-1. M. 64. Diego Castro, de penalti.
Árbitro: Muñiz Fernández. Expulsó por roja directa a Romaric (m. 8), Álvaro (m. 64) y Abdel Barrada (m. 83) y amonestó a Sapunaru, David Abraham, Xavi Torres, José Mari, Hélder Postiga y Roberto.
Unos 25.000 espectadores en La Romareda.
De nuevo se enfrentaban los de Luis García al reto de gestionar la superioridad numérica y de nuevo lo solventaron a trancas y barrancas. Y eso que la tarde se presentó propicia. El ventajoso escenario pudo ser aún más idílico para el conjunto madrileño si Abdel Barrada hubiera atinado en una de sus fibrosas galopadas. Apenas se habían disputado tres minutos de partido cuando el marroquí midió su viveza ante la modorra de Álvaro. El central del conjunto maño perdió el paso y la cartera en el envite y Barrada se lanzó a campo abierto frente a Roberto con todas las de ganar. Sin embargo, cuando había superado al guardameta se enredó buscando la solución en el catálogo de remates. El gol cantado se convirtió en un tropezón.
Fue un espejismo. No le fue fácil al Getafe resolver el crucigrama. Ni con el susto inicial ni con la expulsión de Romaric se amilanó el Zaragoza. Jiménez reclutó a Movilla para equilibrar el dibujo y apeló al prietas las filas. A base de nervio y abnegación, los locales equilibraron el pulso y acapararon las contadas ocasiones del primer acto, aunque con el paso de los minutos bajó la intensidad de la tropa.
Era un partido de trazo grueso, con más fricciones que pases. En el césped se derrochaba sudor y en la grada se escapaban los bostezos hasta que Pedro León descifró el partido. El murciano se elevó sobre los cascotes, enmoquetó la banda derecha del ataque getafense y comenzó a prodigarse con peligro por el área de Roberto. Primero ejerció como surtidor, lanzando centros cargados de intención que se encontraron remates llenos de desatino. Después, presentando su candidatura a rematador. En una de esas intentonas se filtró entre Álvaro y Paredes y en el baile de piernas cayó al suelo. Penalti y expulsión para el colegiado.
Diego Castro transformó el lanzamiento y agarró los tres puntos para el Getafe. Cuesta abajo y con el viento a favor los de Luis García ejecutaron un pim pam pum contra Roberto, pero incapaces de aumentar su botín se vieron abocados a otro final de apreturas y sofocón, como el futuro que parece esperar un año más a los locales.
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