Habla Messi
El jugador del Barça, más maduro y tranquilo, ha aumentado su participación en el juego coral y su protagonismo en el vestuario azulgrana tras encontrar la estabilidad en su vida personal
Messi ya no solo discute la jugada con Villa y se tapa la boca para que las cámaras no sepan que cosa le recrimina al árbitro sino que cuando llega al vestuario se saluda con empleados a los que hasta hace poco ignoraba. La gente que trabaja en el Camp Nou le tiene por un personaje “más comunicativo y dicharachero” que la temporada pasada. “Aunque nunca pareció argentino por sus silencios, hubo un tiempo en que ni abría la boca”, recuerda uno de sus compañeros. “Y ahora nos habla”. Ya no se expresa solo con la pelota.
La partida de Ronaldinho y Deco, jugadores a los que se sentía muy próximo, acentúo su carácter introvertido y su capacidad para aislarse. Al 10 se le tenía por un tipo solitario y hasta cierto punto rencoroso, una persona que se tomaba las cosas muy a pecho, a pesar de que nunca tuvo un problema serio. Quienes bien le quieren aseguran que últimamente es más tolerante y solo “le da bronca perder”. “Entonces”, sostienen amigos suyos “no le puede dirigir la palabra ni Antonella”.
Frente al Madrid suma 15 goles en 21 partidos, cifra que le sitúa a tres del récord de Di Stefano
Antonella y Messi van a ser padres antes de un mes de un niño que se llamará Thiago. La compañía de Antonella ha ayudado a la estabilidad del jugador, cada vez más maduro y responsable, seguro. Incluso ha asumido cuestiones que antes delegaba en su padre, cuenta con un ayudante que ejerce más o menos de secretario personal y se deja aconsejar por el club, como cuando compareció en Barça TV y explicó su desencuentro futbolístico con Villa, para que no pasara a mayores.
Las cosas van a mejor con Messi, capaz incluso de pedir perdón a su manera, de la misma forma que un niño agacha la cabeza después de una travesura, cuando ha faltado a algún entrenamiento, disgustado por la derrota del día anterior. La prioridad continúa siendo la de generar las mejores condiciones para que el 10 se sienta a gusto y gane el Barcelona.
Guardiola actuaba por Messi y asumió decisiones como las de prescindir de Ronaldinho, Eto’o, Ibrahimovic o Bojan, por entender que limitaban su protagonismo futbolístico. El delantero argentino ha reforzado su liderazgo con Tito Vilanova al mismo tiempo que se sigue discutiendo sobre cuál es su sitio ideal en la cancha.
Ha marcado 10 goles de los 26 goles del equipo y ha dado cinco asistencias
Messi parte habitualmente como falso nueve en un equipo que ataca con tres medios y dos extremos profundos (4-3-3) y si las cosas se complican recurre a un 3-4-3, capaz de convertirse en un 4-2-4, con Messi por detrás de un nueve más clásico, ya sea Villa o Alexis. Ha aumentado de todas maneras la participación del argentino en el juego y ha mejorado su lectura del partido. A cambio de menguar su cuenta de goles —lleva tres partidos sin marcar— aumentan sus asistencias —cuatro en los dos últimos encuentros.
La duda, en cualquier caso, es la de toda la vida: si Messi rinde mejor con las dos bandas abiertas o con una ocupada por un extremo y la otra por un ariete, ya sea de nombre Ronaldinho, Eto’o, Henry, Ibrahimovic o Villa. Hay un tercer supuesto y es que Messi recupere su antiguo puesto y se arranque desde un flanco. La sensación es que el jugador ha sabido reinventarse y elige la mejor opción. Aparece más como un jugador de equipo que valora la personalidad colectiva del Barça.
“No hay consignas tácticas al respecto sino que se procede con naturalidad”, corroboran los futbolistas. El Barça ha explotado a Messi como mejor jugador del mundo después de que Messi asumiera que forma parte de un colectivo que entiende el juego de forma coral. Los números cantan: ha marcado 10 goles de los 26 goles del equipo y ha dado cinco asistencias. La temporada pasada metió 73 tantos y asistió a sus compañeros en 29. Y si se toma en cuenta su currículo con el Madrid resulta que totaliza 15 dianas en 21 confrontaciones, cifra que le sitúa a tres del récord de Di Stéfano.
El intervencionismo de Messi ha propiciado en contrapartida un par de problemas: a veces da la sensación de que ningún jugador puede alcanzar la portería contraria sin que la pelota pase ante por los pies del argentino y ha aumentado el caudal de balones perdidos en zonas de riego desde que el jugador tiene tendencia a alejarse del área y baja a tocar a la línea de tres cuartos. Al Barça le han hecho daño a la contra, a partir de jugadas en que se dejó o le robaron el cuero, el arma preferida del Madrid.
Los azulgrana saben que su suerte en el clásico pasa por acabar las jugadas y activar a Messi a partir de elegir bien a sus acompañantes. “¿Y a quién prefiere Leo?”, se pregunta la hinchada. “A los mejores”, responden en el vestuario. La titularidad de Iniesta obligaría a Vilanova a elegir entre Alexis o Cesc, suplente en los dos partidos de la Supercopa. “Lo que tiene Messi son ganas de ganar”, coinciden sus compañeros.
El 10 ya no habla ni juega solo.
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