Red Bull va por delante

En un par de semanas, una escudería con el potencial de Red Bull es capaz de revitalizar su monoplaza y conseguir, al menos de forma aparente, que se coloque a una altura similar a la del más rápido. Con todas las reservas que merece cualquier conclusión extraída a partir de las tablas de tiempo de un viernes de ensayos, el Gran Premio de Japón de fórmula 1 que se disputa el domingo (08:00 horas, Antena 3 y TV3) promete jaleo. Al término de la primera jornada de entrenamientos libres, Mark Webber logró el mejor registro con dos décimas de ventaja sobre Lewis Hamilton, que fue el segundo en Suzuka. Sebastian Vettel, compañero del australiano en la escudería de los bólidos energéticos, concluyó con el tercer mejor tiempo, mientras que Fernando Alonso lo hizo con el quinto, a seis décimas de Webber.

Si hay que guiarse por las palabras que salen de la boca del asturiano, el título se le puede complicar tremendamente a pesar del margen de 29 puntos que posee respecto a Vettel, cuando todavía faltan seis paradas en el calendario antes del 25 de noviembre, fecha programada para que el Mundial ponga el cerrojo en Brasil. El gatillazo de Hamilton en Singapur, donde un fallo en la caja de cambios de su prototipo le dejó tirado cuando circulaba al frente del pelotón, y la convulsión que ha creado el anuncio de su fichaje por Mercedes, parecen colocar al actual campeón en la mejor disposición para batirse en duelo con Alonso.

El primer asalto se disputa en un escenario tan propicio para Red Bull como mágico para Vettel, que el año pasado cantó aquí el alirón, cinco citas antes del final. Aunque el panorama ha dado un tremendo vuelco desde entonces, las características del trazado, con largas secciones de curvas enlazadas, requieren una alta eficiencia aerodinámica, uno de los puntos fuertes del RB8 y una de las debilidades del F2012. A la espera de que la clasificación de este sábado depare un guion inesperado en estos momentos, todo apunta a que Alonso deberá cambiar los planes que había imaginado antes de la última cita, olvidarse de atacar y ceñirse a lo que ha venido haciendo hasta ahora de forma brillante: valorar el nivel del coche que conduce, maximizar su rendimiento tanto como pueda y esperar que los fallos de sus rivales o de los monoplazas que pilotan le permitan seguir siendo el rival a batir.