_
_
_
_

La leyenda comenzó en Lisboa

Iniesta reaparece en el estadio en el que empezó a sentirse importante en 2006

R. B.
Partido de ida de cuartos de final de la Champions entre el Benfica y el Barcelona en 2006.
Partido de ida de cuartos de final de la Champions entre el Benfica y el Barcelona en 2006.EFE

Iniesta regresa a tiempo de jugar con el Barcelona contra el Benfica en Lisboa. No es un escenario cualquiera para el volante, que ha estado dos semanas de baja, víctima de la lesión en el abductor derecho que sufrió en Tblisi con la selección española. Asegura que la espera se le ha hecho “eterna”, sobre todo porque venía jugando muy bien, como quedó constatado en la ida de la Supercopa contra el Madrid. El marco de su reaparición, aunque sea por unos minutos, compensa de alguna manera la desesperación vivida. Iniesta cuajó una actuación memorable en Da Luz el 28 de marzo de 2006 en la Liga de Campeones.

Acostumbrado a ser el futbolista número 11 que completaba la alineación, Iniesta ha ocupado distintas demarcaciones hasta que se ha quedado con el puesto de interior izquierdo, el que más le gusta, como corresponde a un 10. Ya se sabe que los centrocampistas azulgrana van de un sitio a otro del campo a fin de completar su formación. Iniesta ha sido muchas veces interior y unas cuantas extremo. Aquel día, sin embargo, jugó de 4 ante el Benfica o “de pivote”, como recuerda: “Robé muchos balones, me sentí muy a gusto, fallamos varias ocasiones y hasta tuve un remate de gol que se me escapó por poco después de un eslalon”.

Iniesta jugó como sabía, respetuoso con sus características, sin ninguna consigna por parte de Frank Rijkaard. La actuación del manchego tuvo tanto impacto que se mantuvo como titular en la línea medular en la eliminatoria posterior, contra el Milan. La ausencia por lesión de Xavi facilitó su reubicación como 4 en unos tiempos en que se suponía que ambos eran incompatibles. La respuesta de Iniesta fue igualmente aplaudida por su equipo y por la crítica periodística. A excepción de los técnicos, nadie dudaba de su titularidad en la final de París.

Una lesión de Xavi facilitó su reubicación como ‘4’ cuando se les creía incompatibles

Aunque no se sabe muy bien si fue una decisión personal de Rijkaard o un consejo de su ayudante, Ten Cate, Iniesta calentó banquillo contra el Arsenal de Cesc, figura de los gunners y, por entonces, un excedente de la fábrica de producir medios en la que se había convertido el Barcelona, algo que se constata diariamente con futbolistas como Arteta u Oriol Romeu. Jugó el Barça con Edmilson, Van Bommel y Deco. Alcanzado el descanso con desventaja, Rijkaard recurrió a Iniesta y el equipo dio la vuelta al marcador con Larsson y Belletti también en el campo y Eto'o de delantero total.

Iniesta no ha digerido todavía aquella suplencia, de manera que su regreso a Lisboa tiene un valor simbólico, consciente ahora de que es el mejor jugador de Europa, por delante de Cristiano Ronaldo y Messi. El azulgrana empezó a sentirse importante internacionalmente aquella noche de marzo en Lisboa a pesar de que el partido acabó 0-0, el mismo resultado que se dio en el anterior enfrentamiento entre ambos clubes, en la temporada 1991-1992, cuando el conjunto de Johan Cruyff exhibió un rondo monumental alrededor de Ronald Koeman, el entrenador del Benfica en la noche de 2006 y armador del Barcelona el 11 de diciembre de 1991.

Koeman ejerció más de una vez de 4, al igual que Iniesta, Guardiola, Xavi, Edmilson. Márquez o Milla. El Barcelona ha dado muchas vueltas a una demarcación específica hasta que Guardiola dio con Busquets. Sergio es la síntesis de cuantas virtudes se demandan ahora al medio centro y que anteriormente estaban repartidas entre futbolistas de distintas características. Busquets da equilibrio al Barça por su sentido posicional y su interpretación del juego. Hoy será titular en Lisboa, salvo que Tito Vilanova le reserve para el clásico y apueste por Song en la línea que jugaron en su día Iniesta y Koeman.

Jugar contra el Benfica en la fase de clasificación de la Champions siempre le ha dado suerte al Barcelona. Aunque fue incapaz de marcar en Da Luz después de dos partidos estupendos, acabó ganando la final de Wembley y la de París. Antes, sin embargo, sufrió en 1961 una de las derrotas más dolorosas de su historia al perder por 3-2 después de que los palos escupieran cinco remates suyos en Berna. Aquel Benfica mereció todos los honores hasta que despidieron a su entrenador. Todavía hoy pesa la maldición de Béla Guttmann sobre el club de Las Águilas: no volverá a ganar la Copa de Europa en 100 años.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

R. B.
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_