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Song o el síndrome Abidal

La enfermedad del francés ha debilitado el juego defensivo y la estabilidad del Barcelona

R. BESA
Piqué, Valdés y Puyol, durante el partido ante el Getafe
Piqué, Valdés y Puyol, durante el partido ante el GetafeUly Martín

Tito Vilanova insistió en la necesidad de fichar un central nada más asumir el cargo de entrenador del Barcelona. La apuesta por Thiago Silva duró el tiempo que tardó el París Saint-Germain en pagar 42 millones de euros al Milan. Tampoco hubo posibilidad de negociar con Javi Martínez, porque el Athletic exigía el pago de la cláusula de rescisión del contrato que ha abonado el Bayern. El entrenador azulgrana señaló después a Song y se llegó a un acuerdo con el Arsenal por 19 millones.

Song debutó como centrocampista en el Bernabéu con motivo de la Supercopa y el miércoles se estrenó como central ante el Spartak de Moscú. Jugó mejor en Chamartín que en el Camp Nou, circunstancia que redundó en la sensación de que el Barça continúa teniendo un agujero en la zaga cuando no juegan Puyol y Piqué.

La lesión de ambos propiciará seguramente que Song se mantenga como central, juntamente con Mascherano, o que, en su defecto, debute Bartra, al que Vilanova no quiso exponer contra el Spartak. La última opción sería Fontàs.

La elección de la pareja de centrales siempre ha sido un asunto delicado en el Barça

La elección de la pareja de centrales siempre ha sido un asunto delicado en el Barça. Todavía se recuerda el fichaje fallido de Chigrinski o Cáceres. Hoy, sin embargo, la formación defensiva se ha complicado más por la ausencia de Abidal y la presencia de Alba. Varios de los goles encajados han llegado a espaldas del central zurdo, la zona que defendía Abidal, siempre veloz y fiable en la corrección. El internacional francés, convaleciente de un transplante de hígado, resultaba igualmente imprescindible para desplegar al equipo a partir del 3-4-3.

Abidal no tiene sustituto —“sabes que tu lucha es nuestra fuerza”, le animó Vilanova— y su ausencia ha agravado las dificultades en la defensa por las condiciones ofensivas de Alba. Juega el Barça con dos laterales de ataque: Alves y Alba o Adriano. Ha perdido consistencia y altura —subrayada por la marcha de Keita—, decisiva para la defensa de las jugadas de estrategia, uno de sus puntos débiles.

Al Barça le cuesta que los laterales cierren con los centrales y no siempre presiona bien para negar el espacio al rival. Últimamente, ha tomado goles en la jugada posterior al remate de Messi porque no supo parar la transición. A veces se expone con exceso, parece vulnerable por no saber defenderse a campo abierto y presenta disfunciones en el juego posicional.

Tito Vilanova no politiquea ni con la alineación

Alguno de los defectos y también de la mayoría de las virtudes del equipo de Vilanova son los mismos que con Pep Guardiola. El punto de partida, al cabo, es el mismo. No se trata de contrastar —“perderé en todas las comparaciones”, advirtió Vilanova—, sino de reparar en los detalles.

La personalidad de los dos técnicos es distinta. A Guardiola le encantaba la tensión dramática, liderar al barcelonismo, subrayar su condición de catalanista, defender al equipo y al club frente al rival. Desde la descompresión, Vilanova aspira a ser solo el entrenador, relativiza las cosas y expone en primera persona los planteamientos que ya preparaba siendo segundo de Guardiola. No entra al cuerpo a cuerpo ni defiende ninguna carga simbólica, sino que representa el estilo del Barça.

No politiquea ni con la alineación. Si Guardiola dispuso la formación en 3-4-3 como fórmula para dar cabida a Xavi, Busquets, Iniesta y Cesc, Vilanova solo la utiliza como recurso, como ante el Spartak. El Barça ha vuelto al punto de partida: 4-3-3, con dos interiores puros y dos extremos natos, apuesta resolutiva —facilita incluso las rotaciones— y complicada para absorber a Cesc y a veces activar a Messi, imparable como goleador y, por contra, menos participativo del juego. El argentino, que se deja caer en la divisoria cuando no recibe el balón, funcionó el miércoles como goleador cuando salió Alexis —extremo y falso nueve— por Alves.

No es un detalle cualquiera. Hasta ahora, Vilanova ha sabido corregir los partidos con los cambios. A partir de una buena lectura, ha combatido la falta de continuidad, el desequilibrio o la poca profundidad. El plan consistiría en elegir a los jugadores, cederles el protagonismo e intervenir solo cuando sea necesario. Así las cosas, el Barça es líder en la Liga con un pleno de 12 puntos, debutó con victoria en la Champions y perdió la Supercopa después de meter al Madrid en su área con 10 futbolistas. La meta sería no tener que remontar desde la corrección, sino mandar desde el inicio con el acierto. El Barça aspira a superar el síndrome Abidal.

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Sobre la firma

R. BESA
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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