Momento Cesc
El volante azulgrana intenta asumir que ya no lidera el juego, sino que compite con la ‘santísima trinidad’: Messi, Xavi e Iniesta
Cesc Fàbregas ha concedido unas cuantas entrevistas en los últimos días para reiterar su fidelidad al Barça. No parece una casualidad. Algunas voces del dichoso entorno azulgrana habían asegurado que estaba tan irritado por no jugar en el Bernabéu la vuelta de la Supercopa que estaba dispuesto a dejar ya mismo el Camp Nou. Incluso se especuló con una cesión al Milan. Hubo también mucho ruido de fondo en la grada durante el partido de Liga contra el Valencia, sobre todo cuando falló dos remates de gol aparentemente sencillos para su gatillo y más cuando fue sustituido por Iniesta, el jugador de moda hoy en el Barcelona. A muchos futbolistas se los ha llevado la corriente, el runrún del estadio, víctimas de medias verdades y medias mentiras, esclavos de muchos malentendidos. Así que Cesc compareció ante los medios —exigiendo cuestionario previo en algunos casos— para dejar las cosas claras y renovar su vínculo sentimental con el club barcelonista.
Sabe que a los 25 años le toca aguantarse y sacrificarse, incluso después de haber puesto dinero de su bolsillo
Ha asumido Cesc que, ciertamente, no es un “gran suplente”. “Pero tampoco soy un mal compañero”, precisa. No ha quedado muy claro en cambio si sospechaba que había una “mini campaña” montada en su contra en un sector del Camp Nou o que por el contrario jamás ha dudado del apoyo de la hinchada. Asegura, en cualquier caso, que ha regresado al Barcelona “para disfrutar y no para llorar”. La cuestión es que Cesc no tiene la titularidad asegurada, a pesar de lo que dicen sus números en la Liga, y que no tiene fácil jugar porque compite con Xavi, Iniesta y Messi, la santísima trinidad azulgrana. Vestir la zamarra con el 4 sagrado en la liturgia culé ya no significa ser imprescindible.
A Cesc se le pide ahora mucha paciencia, fuera y dentro del campo, cuando se le fichó precisamente por su impaciencia, anarquía y desorden, su capacidad de llegada y de gol, y por su competitividad. El volante catalán aporta nervio, tensión, alboroto y picos de juego muy interesantes en un equipo a veces excesivamente retórico, y en contrapartida penaliza más como interior porque no domina tanto el juego de posición, la gestión del balón, la precisión y el estilo. A Cesc le avala su trayectoria como falso 9 en la selección española, y su condición de excapitán del Arsenal. No extraña que con tal currículum le cueste aceptar un rol menor en el Camp Nou. Las cosas parece que han ido a peor cuando se suponía que iban a mejorar. Tal vez, solo lo parezca.
Fue un fichaje avalado por Vilanova, y ahora le toca aguantarse como suplente
Cesc fue un fichaje avalado por Tito Vilanova. El hoy entrenador azulgrana convenció a Guardiola de la necesidad de su contratación por tratarse de un futbolista ambicioso, necesario para fomentar la competitividad, conocido por coincidir en el cadete que entrenó con Piqué y Messi. Guardiola llegó a desplegar al equipo a partir del 3-4-3 para dar cabida a Cesc junto a Iniesta, Xavi y Messi. Vilanova, en cambio, es más ortodoxo y apuesta por un 4-3-3 que tiene a Messi como indiscutible falso 9 mientras Xavi, Iniesta (baja para Getafe, como Alexis y Alba), Cesc y ahora Thiago competirán por los dos puestos de interior. Así de claro se lo ha dejado el técnico al 4. Y así lo aceptó él. Sabe que a los 25 años le toca aguantarse y sacrificarse, incluso después de haber puesto dinero de su bolsillo (cinco millones) para volver al Barça por unos 40, cifra que todavía escuece a algunos aficionados. El recorrido de sus compañeros invita a Cesc a ser prudente por respeto. “Cesc tiene muchísimo nivel, sería titular en cualquier equipo del mundo”, reflexiona Vilanova. “Pero se encuentra con los mejores de Europa. Se está entrenando bien. Si no somos capaces de sacarle el rendimiento a un jugador de tanto nivel como Cesc, alguna culpa tendré yo”.
Reiteradamente comparado con Guardiola, Xavi pasó las de Caín antes de triunfar en la Eurocopa de 2008. Iniesta fue suplente en la final de París 2006 y, utilizado recurrentemente como falso extremo, hasta ahora no se ha ganado la plaza de volante. Incluso Puyol tuvo que aceptar el banquillo en favor de Abidal en la Champions de Wembley. Y el debut de Messi fue aplaudido por Capello, entonces entrenador del Juventus, en el Gamper, pero Rijkaard le tuvo todavía mucho rato en el banquillo. La lesión de Iniesta favorecerá la titularidad de Cesc en Getafe.
De la misma manera que se discute sobre la continuidad en el juego de Cesc, nadie duda de que se trata de un futbolista de momentos, decisivo por su llegada, sorpresa, capacidad para asociarse en las paredes y por sus goles: 15 en 48 partidos la temporada pasada. Hoy le necesita el Barça.
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