Una fuga con final feliz

Era otro de esos días para la fuga o para el sprint. Para Flecha, Gerdemann, Clarke, De Gendt, Cummings, Viviani y Meyer, o para Degenkolb, caudillo del pelotón cuando la victoria se juega en una veintena de metros, en una decena de pedaladas y en cuatro golpes de riñón. Así que eran los siete contra Argos, el equipo de Degenkolb, que tiró y tiró porque sabía que en Ferrol, el chico de la amplia sonrisa y la pedalada poderosa tendría muchas papeletas para llevarse el triunfo. No fue así porque la fuga tuvo éxito, y de entre todos los aventureros emergió Steve Cummings, otro de esos chicos británicos llegados a la carretera después de curtirse en los velódromos.

Los siete marcharon cómodos, compenetrados, con una sincronización casi perfecta pese a recibir de frente el viento gallego. Saltaron cuando debían saltar, ni muy pronto ni muy tarde, con 128 kilómetros por delante, y mantuvieron una distancia constante, en torno a los dos minutos. Nada de escapadas tempranas que acumulan minutos y minutos de ventaja que luego se esfuman porque el cansancio y el pelotón no perdonan. Nada de escapadas tardías condenadas a desvanecerse al poco de fraguarse porque los fugados, temerarios, no logran ni perderse de la vista del grupo principal, que no tiene piedad con los aventureros de última hora.

Había, además, otro factor que ayudaba a los siete: tan bueno es Degenkolb, tanta fuerza tiene y tanto se da por descontada su victoria en caso de sprint que ningún equipo parecía dispuesto a colaborar con Argos en echar abajo la escapada. No colaboraba Liquigas, desde luego, porque su esprínter, Elia Viviani, marchaba por delante; tampoco FDJ, porque el suyo, Nacer Bouhanni, campeón de Francia, no había tomado la salida después de dar con sus huesos en el suelo en la gran caída de ayer. Así que Argos apenas contaba con la ayuda de Lotto, esperanzado con la fortaleza mostrada por Gianni Meersman, que parecía poco rival, en todo caso, para Degenkolb.

Así que la fuga estuvo en un tris. Que si sí, que si no, que si llegamos o que si nos cazan. La ventaja bajó del minuto cuando los corredores enfilaron los últimos 20 kilómetros. Entonces pasó lo que suele pasar: a menos kilómetros, más suspicacias entre los fugados, que empiezan a mirarse reojo, a ahorrarse esfuerzos para la estocada final, a sospechar que el de al lado va más fuerte o que va aprovechar la confusión para dejar plantados y con cara de tontos a los demás. Todos, temiendo a Viviani, de largo el mejor llegador entre los fugados, o el único esprínter. Lo probó Juan Antonio Flecha (Sky), y no funcionó. Luego Cummings (BMC), y la suya fue la buena. Apretó los dientes y ya nadie pudo seguirle, de tanto esfuerzo que habían acumulado durante la jornada. Ganó Cummings, otro de esos ciclistas curtidos en las pistas británicas, un pistard acreditado con una medalla de oro en persecución por equipos en 2006 y plata olímpica en la misma especialidad, en Atenas 2004. Formando equipo, en la capital griega, con el más exitoso de todos los llegados de la pista: Bradley Wiggins. A cuarenta segundos llegó el pelotón. ¿Quién entró el primero? Degenkolb, claro.

Y mañana, vuelve el gran espectáculo. Tres etapas, tres, de alta montaña, empezando por mañana, con final en el Puerto de Ancares. El domingo, los Lagos de Covadonga, y el lunes, el Cuitunigru… Todo eso espera al pelotón. Todo eso espera a Purito Rodríguez, a Contador, a Froome y a Valverde. Hoy se dieron tregua, pero a partir de mañana se jugarán la Vuelta. Cuatro candidatos al triunfo final en apenas 1m 20s de diferencia.

1ª etapa: Castroviejo, oreja y rabo

2ª etapa: El chupinazo alemán

3ª etapa: El contador se pone en marcha

4ª etapa: Un abanico tormentoso

5ª etapa: El indomable Degenkolb

6ª etapa: Froome le tira el guante a Contador

7ª etapa: Degenkolb, coleccionista de víctimas

8ª etapa: Supersónico Valverde

9ª etapa: Purito asalta Montjuïc

10ª etapa: Pensando en el tictac

11ª etapa: Una contrarreloj muy electoral

12ª etapa: Dos reyes en la cuesta del martirio