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Supersónico Valverde

El líder del Movistar vence en un bello ejercicio ciclista con los otros tres candidatos al triunfo, Contador, Froome y Purito

Valverde, por la derecha, realiza el sprint al final de la curva para ganar la etapa.
Valverde, por la derecha, realiza el sprint al final de la curva para ganar la etapa.José Manuel Vidal (EFE)

Nada hay más bello que lo sorprendente, que lo cambiante, que lo inesperado, que lo imprevisible. La rutina solo provoca cansancio. Y el ciclismo es sorpresa, amén de cansancio, o no es ciclismo, sino rutina. La ascensión al Collado de la Gallina, en Andorra, fue un homenaje a la sístole y la diástole de la bicicleta, un electrocardiograma para los ciclistas y para los aficionados que pensaron que ganaba Valverde, el primer forajido que se fue en la subida, y luego decidieron que ganaba Froome cuando comenzó a medir las pulsaciones de Contador, frío como el témpano, racional, negativo en cuanto a dar relevos a su gran rival que le requería con mala cara, con arabescos sobre la carretera, como si de un sprint cuidadoso se tratara. Y pensaron que ganaba Contador cuando arrancó con ese cimbreo tan característico, de grimpeur tradicional, y puso asfalto de por medio, como una moto, como el que siempre fue y el que siempre es.

Que sí, que ganaba Contador, con la carrera muy medida, y animado por el bajonazo de Froome que pagó su colección de ataques en la parte más dura, los dos últimos kilómetros. Que sí, que era la hora de Contador, que le devolvía el guante al keniano que se lo había arrojado en Jaca, arropado por el Sky al que en Andorra le duró menos la batería de los colombianos. Moría Froome y resucitaba Froome y volvía a morir y parecían vencidos el experto en Andorra, Purito Rodríguez, y el explosivo e indescriptible Valverde.

La Vuelta es cosa de estos cuatro 'alejandrinos' y cuesta saber cuando cederá alguno a la exigencia

Pero quedaba un kilómetro feroz y una curva feliz. Y Purito y Valverde engulleron la distancia con Contador como quien se atiza un chuletón tras dos días sin comer. Con ansia. Aparecieron como cohetes supersónicos. Cuando Contador miró hacia atrás casi necesitó apartarse para que no le arrollaran. Valverde tomó la curva por fuera, desatado, casi con los ojos cerrados, tras haber soltado la rueda de Purito en cuanto este se sentó. Todo o nada, pensó el murciano. Y salió todo. Le movió a Contador con el viento a su paso y se plantó en la línea de meta como si se la hubieran adelantado. Y al final ganó el que primero atacó, Valverde, el que dijo que ya había cumplido cuando ganó en Arrate, el que se sorprende con su estado de forma, el que insiste en que es el que más ha corrido este año y el que ha estado dos años sin correr. Pero atacaron todos, como corresponde a quien tiene una posición que defender, sin escondites, mano a mano, tras dar todos muestras de grandeza y de flaqueza.

Solo Contador resistió la colección de ataques sin demasiado pestañeo. Purito se tambaleó en algún momento, pero tuvo un ángel de la guarda, Dani Moreno, que le salvó en ese momento delicado donde más que las piernas hay que controlar la cabeza. Cada ataque tuvo su víctima, pero todas tuvieron pecados veniales: a cada ataque, flaqueaba uno, pero el flaco atacaba después y flaqueaba entonces el presunto jefe.

Sorpresas, una tras otra, entre el cuarteto de los elegidos, algo así como el cuarteto de Alejandría, que ya ha cerrado las puertas al resto de outsider (Mollema, Igor Antón, Gesink, Cobo). Ya la Vuelta es cosa de ellos y cuesta saber cuando cederá alguno a la exigencia. La Vuelta va a velocidad de vértigo y alguien acusara la cargazón en los gemelos y en los pulmones. ¿Pero quién, cuándo, dónde?

Hoy los cuatro parecen una cuadrilla jugando al mus, pasándose señas, enseñando y guardando su jugada, tirando órdagos que nadie acepta, contando cada tanto conseguido como si de un vellocino de oro se tratase. Valverde, el cuarto en la general, es el rey de las etapas (2) de los alejandrinos; Contador se antoja el estratega, el hombre tranquilo; Froome no rehúye la pelea, la asume con gusto y pretende acabar la partida cuanto antes mejor; y Purito es el líder, aunque sabe de su carencias (la contrarreloj), pero su fortaleza es evidente.

En definitiva: el triunfo de lo sorprendente, la belleza de lo inesperado, la continuidad del suspense, la alegría del misterio. Ciclismo, como el de toda la vida.

1ª etapa: Castroviejo, oreja y rabo

2ª etapa: El chupinazo alemán

3ª etapa: El contador se pone en marcha

4ª etapa: Un abanico tormentoso

5ª etapa: El indomable Degenkolb

6ª etapa: Froome le tira el guante a Contador

7ª etapa: Degenkolb, coleccionista de víctimas

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