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Crónica
Texto informativo con interpretación

Líderes a su pesar y sin saberlo

Gasparotto fue el primer abandono, Smukulis el primer fugado e Ignatyev el primero en sufrir un pinchazo

La llegada a meta de Degenkolb, ganador de la etapa.
La llegada a meta de Degenkolb, ganador de la etapa. JOSE JORDAN (AFP)

No cuentan con ello. Ni se lo plantean. Jamás pensaron en ser líderes aunque el destino les hizo ser los primeros en algo, a veces indeseado, a veces anecdótico, para contar algún día en un viejo café tomando el fresquito. A Enrico Gasparotto quién le iba a decir que el destino le iba a jugar la mala pasada de convertirle en el primer líder del premio a la desgracia. En una curva, sin aparente peligro, se fue al suelo en la contrarreloj por equipos del sábado. El italiano del Astana se rompió la clavícula y en conclusión se fue para su casa, con apenas 16 kilómetros en las piernas después de tanta preparación, de tantos kilómetros de tanteo. Ayer no salió de Pamplona y se convirtió en el primer abandono de la carrera, algo así como el líder de la lista negra.

El lituano Gatis Smukulis, que corre para el Katusha de Purito Rodríguez, es, sobre todo, un tipo nervioso. Después del obligado paseíllo por el centro de Pamplona, apenas esperó dos kilómetros de la salida real, para decirle adiós al pelotón, aún amodorrado sobre la bicicleta, pendiente del calor y de lo que le espera hasta el 9 de setiembre cuando desfallezca en Madrid. Fue una escapada breve, de 3,5 kilómetros de duración, como si hubiera ido a comprar pan, no fuera que se acabase antes de tiempo. No fue nada, pero le convirtió en el primer fugado de la Vuelta, algo que habitualmente correspondía al andaluz Rosendo, experto en fugas, que lleva recorridos más kilómetros en solitario que en compañía. ¿Un honor? Una casualidad, un detalle en una carrera llena de detalles.

En todos los casos habrá más, muchos más, que seguirán sus pasos. Pero siempre podrán decir que fueron los primeros en esa 'suerte'

Mikhail Ignatyev, un fugado de verdad, también se puso su medalla particular. Lo suyo sí que fue accidental, literalmente de accidente. En plena escapada con sus colegas, sufrió un pinchazo, el primero de la Vuelta, y tuvo que cambiar de bicicleta para, unos kilómetros después, volver a la bicicleta original. Así que fue el primer pinchado y el primero que corre con dos bicis.

En todos los casos habrá más, muchos más, que seguirán sus pasos. Pero ellos siempre podrán decir que fueron los primeros, los líderes a su pesar y si apenas saberlo.

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