“Nos han dado por todos lados”
José Manuel Calderón (Badajoz, 1981) elevó su voz tras el duro partido ante Francia para reivindicar el orgullo de la selección, envuelta en la polémica, acusada de jugar a perder ante Brasil para evitar a Estados Unidos en unas hipotéticas semifinales. El base, como todo el equipo, se ha quitado una losa de encima, se ha liberado en el momento más oportuno, justo para afrontar hoy el duelo ante Rusia (18.00) e intentar meterse en la final olímpica.
Pregunta. ¿Su sensación era que se perdió la confianza en esta selección?
Respuesta. Mis declaraciones se han interpretado mal. Nos han dado por todos lados, ha sido duro, nos han faltado al respeto después de lo que hemos hecho durante 10 o 12 años. Pero hablábamos de un orgullo, de que se puede criticar el juego o el estilo o que guste más un jugador u otro, pero no de lo que han hablado por ahí fuera: de que teníamos que estar fuera de los Juegos, de que no tenemos espíritu olímpico y cosas que no son ciertas. Eso es lo que nos dolió.
P. ¿Cómo analiza el durísimo partido ante Francia?
R. Nos jugábamos mucho. Eran dos batallas, era dar un golpe sobre la mesa, decir ‘oye que España sigue estando aquí, que somos iguales, que sí que habremos estado jugando un mal baloncesto, pero estamos en semifinales’. Y segundo, porque vale ya, estamos aquí porque hemos llegado. Hubo dos equipos mejores que nosotros en la primera fase, y nada más.
P. ¿Se ha querido dañar la imagen de la selección?
R. Habrá gente que estará cansada de perder contra nosotros, a veces es una cuestión de rachas. Nos ha pasado a nosotros también en otros deportes. Pero al final esto es deporte y el único sitio donde podemos demostrar nuestro orgullo es en la cancha.
P. ¿Llegan con dudas?
R. No es que hayamos jugado mal, es que hemos jugado a rachas, de manera irregular, como nos pasó contra Rusia. Ante Francia no entraron los triples, la racha fue de 4 de 20, que no es normal. Pero estoy contento con el partido. No entraron y por eso tienes que ganar en defensa, pero estuvo en una línea más regular se notó que nuestra defensa fue un poco mejor, tuvimos más paciencia.
No es que hayamos jugado mal, es que hemos jugado a rachas, de manera irregular, como nos pasó contra Rusia
P. Los jugadores franceses les acusaron de teatreros.
R. Las imágenes hablan por sí solas, creo que teatro hubo poco. No vamos a entrar en la guerra con Francia. Cuando han visto las imágenes, alguno se ha disculpado también. Cuando estás en cuartos, duele quedarse fuera. Pero nosotros no hemos vuelto a hablar de ello. Lo que nos dolió fue lo que pasó con el tema de Brasil. Ahora estamos en la lucha por las medallas, quedan dos partidos y nada más. Nos hemos quitado un poco la tensión, la mochila, porque no jugamos bien contra Gran Bretaña, perdimos con Rusia, con Brasil... Cuando estás acostumbrado a ganar no es fácil. Pero estamos en el sprint final y haber superado todo eso te da mucha confianza, te hace más fuerte.
P. ¿Están frente al mayor desafío de sus vidas?
R. Es un reto bonito después de habernos quedado a las puertas de la medalla de oro, que es lo soñado. Es un reto máximo en sí mismo, por los rivales que tenemos enfrente y también porque todo ello nos exige estar al máximo nivel. Eso hace que te motives un poquito más si cabe.
P. ¿La medalla de plata en Pekín la perciben como un éxito o como una ocasión perdida?
R. La gente piensa que se nos escapó la medalla de oro en 2008; yo creo que el oro se nos escapó en 2004. Tuvimos la mala suerte de que, hace ocho años en Atenas, Estados Unidos quedó cuarto de grupo, nos tocó en el cruce y encima les salió el partidazo de su vida, de manera inesperada, porque durante el torneo para nada jugaron como un equipo y por eso quedaron cuartos. Nosotros en cambio ganamos todos los partidos excepto aquel. Pudieron haber sido nuestros Juegos, hubiéramos podido ganarlos.
P. Pero la final de 2008 es reconocida como uno de los mejores partidos de la historia.
La gente piensa que se nos escapó la medalla de oro en 2008; yo creo que el oro se nos escapó en 2004
R. Fue un partidazo, lo tuvimos todo muy cerca. Un oro olímpico siempre es muy especial porque el propio sentimiento olímpico lo es. Sin embargo, por cómo fueron las cosas, nos duelen más las dos finales perdidas en los Europeos.
P. Ha aprovechado el verano para llevar a cabo su sexto campus en Cáceres. ¿Qué les inculca a los niños un jugador de la NBA y campeón de Europa?
R. De todo un poco. El baloncesto es un deporte para pasarlo bien y hacer amigos, pero también puede ayudarles a saber que todo cuesta, a conocer mejor la cultura del esfuerzo. A nosotros no ven en la tele jugando en la NBA o con la selección, pero deben tener claro que no nos lo han regalado, y que, por supuesto, lo mismo vale para los abogados, para los médicos, para ejercer cualquier profesión. Son muchos pasitos los hay que dar. Les intentamos aconsejar: ‘Podéis conseguir lo que os propongáis, pero si queréis meter más tiros tenéis que entrenaros más, si queréis ser mejor estudiantes, tenéis que estudiar más’. Que sepan que no hay ningún truco, nada mágico para llegar donde uno quiere. Y sobre todo, que para pasarlo bien, para disfrutar realmente, lo primero es la humildad, el compañerismo, no pecar de soberbia cuando empezamos a ser un poco mejores que los demás, cosas que yo mismo aprendí cuando, como ellos, fui a los campus de Romay y Vecina en Málaga.
P. ¿Qué tal en la Villa?
R. Te ves con gente con la que no tienes oportunidad de convivir, con deportistas como los de taekwondo, waterpolo… Ellos no tienen la suerte de aparecer tanto en los medios, pero es de admirar el trabajo que realizan para estar en esta cita y es una gozada ver cómo brillan y triunfan algunos, poder animar a deportistas de tu propio país y también sentir su apoyo tan cercano, tan directo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.