La hora de los ‘traidores’
El argentino Magnano, técnico de los brasileños, reclutó a Nene y Barbosa, de la NBA, en una decisión muy controvertida porque habían renunciado antes
La selección de Brasil impresiona. Su juego interior lleva el sello de la NBA e impone tanto como el de España. Nene (Washington), Splitter (San Antonio) y Varejão (Cleveland) forman su poderoso trío de pívots. “La rotación con ellos es tremenda”, afirma Mike Krzyzewski, el seleccionador de Estados Unidos, “y cuando sacan a Guilherme Giovannoni [2,04 metros, ala-pívot] para atacar desde fuera resultan muy difíciles de anular”. Sabe bien de qué habla Coach K. Su equipo se enfrentó recientemente al brasileño en Washington y venció con más dificultades de las que se deducen del resultado: 80-69.
En el perímetro exterior de Brasil operan dos jugadores talentosos: Marcelinho Huertas, base del Barcelona, y Leandrinho Barbosa, alero de Indiana, además de un buen defensa como escolta zurdo, Alex García, y el base-escolta Larry Taylor, un estadounidense nacionalizado. El objetivo es mejorar su última participación en unos Juegos, hace 16 años, en los de Atlanta, donde concluyó en la sexta plaza.
La selección de Brasil impresiona. Su juego interior lleva el sello de la NBA e impone tanto como el de España
La contratación de Rubén Magnano como seleccionador ha sido clave. El entrenador que llevó a su país, Argentina, a la final del Mundial de 2002 y al título olímpico en 2004, asumió una decisión difícil y controvertida, criticada de antemano por la gran leyenda del baloncesto brasileño, Óscar Schmidt, el máximo cañonero en la historia de los Juegos. Desde que se retiró, Brasil había perdido las tres citas olímpicas siguientes. En esta ocasión se ganó la plaza al ser segundo en el Torneo de las Américas pese a la ausencia de dos jugadores de la NBA, Nene y Barbosa, a los que se acusó de “desertores”. Se abrió un debate en el que Óscar opinó que, si no estimaron oportuno competir en Mar del Plata, tampoco merecían estar en Londres. No pensó lo mismo Magnano. Prefirió reclutarlos.
Si llevamos a cabo nuestro trabajo con acierto, se abrirá un horizonte esperanzador para 2016” Leandrinho Barbosa
“No se puede hablar de justicia, sentimentalismo o romanticismo”, justificó Magnano su decisión; “tenemos que ser prácticos y objetivos. Lo evalúo todo: el compromiso técnico, físico y táctico de cada jugador. Tomé la mejor determinación para el baloncesto brasileño”. Nene, que sobrevivió a un cáncer testicular, no había representado a Brasil desde el Torneo de las Américas de 2007. “Es un gran honor, un sentimiento muy especial, volver a representar a Brasil”, afirma el pívot, de 2,11 metros y que el próximo mes cumplirá 30 años de edad.
Barbosa contempla los Juegos de Londres como una magnífica plataforma para sentar las bases del equipo que, convenientemente renovado, tendrá que defender al país como anfitrión en los de Río de Janeiro dentro de cuatro años: “Si llevamos a cabo nuestro trabajo con acierto, se abrirá un horizonte esperanzador para 2016”.
Por ahora, el juego de Brasil ha merecido los elogios de la mayoría de los entrenadores.
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