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Una renuncia con sabor a retirada

Radcliffe, británica y plusmarquista mundial, renuncia al maratón a los 38 años por una lesión en un pie

Radcliffe, en los 10.000m del Bupa London.
Radcliffe, en los 10.000m del Bupa London.Bryn Lennon (getty)

"¿Qué podía haber sido mejor que los quintos Juegos Olímpicos en mi país?", se pregunta Paula Radcliffe. Para la plusmarquista mundial de maratón (2h15m25s) no hay nada comparable y esa ha sido su motivación para prepararse y competir en estos Juegos, desde el mismo día que supo que se celebrarían en Londres. Pero el 5 de agosto, día de la prueba de maratón, está demasiado cerca y sus 38 años y una maldita lesión en el pie han hecho que la británica renuncie a competir en sus quintos Juegos y a poder ganar, en casa, esa medalla olímpica que tiene pendiente. Freya Murray será su sustituta en la prueba, según informó la Federación Británica de Atletismo.

"Ahora es el momento de descansar totalmente, de darle a mi cuerpo la posibilidad de recuperarse y analizar con calma qué se puede hacer y a dónde voy"

El 13 de abril de 2003 y en Londres, Radcliffe se convirtió en una maratoniana invencible al registrar la mejor marca de todos los tiempos, 2:15:25 horas. Todo un logro para una fondista que en 1995 quedó quinta en los mundiales de atletismo de Suecia, recién recuperada de una lesión en el pie sufrida en 1994, que la tuvo casi un año sin correr. Todavía era muy pronto para saber que esa lesión marcaría su destino, tanto como su obstinación y su tolerancia al sufrimiento. “La lesión es en el mismo pie del que me dijeron en 1994 que nunca se recuperaría", se lamenta ahora, cuando la renuncia a Londres 2012 es un hecho. "Me negué a creerlo entonces y no creo ahora que no me pueda recuperar (...) para seguir haciendo lo que más amo. Lamentablemente, eso no ocurrirá en una semana", prosigue. Su mentalidad y su pasión por correr le impiden hablar de retirada en voz alta: "Ahora es el momento de descansar totalmente, de darle a mi cuerpo la posibilidad de recuperarse y analizar con calma qué se puede hacer y a dónde voy".

Radcliffe se queda por ahora sin medalla olímpica después de tantos kilómetros de sufrimiento. Después de tantos cuartos puestos y tanto dolor sin recompensa, sus manos siguen vacías. Si hay otra oportunidad, le llegará en Río 2016, con 42 años. “Es muy duro que tras las decepciones de los Juegos de 2004 y 2008 no tenga la oportunidad de resarcirme", dice la corredora de 38 años. "Atravesé momentos duros y me motivaba una y otra vez con el sueño de 2012. Por eso duele especialmente no haberlo logrado". "Ahora es el momento de aceptar que no me curaré a tiempo. Aunque estaba desesperada por ser parte de la increíble experiencia de los Juegos Olímpicos en Londres no quiero estar por debajo de mi mejor nivel", añade a través de un comunicado.

Radcliffe es ayudada por dos espectadoras al retirarse de la prueba de maratón en Atenas.
Radcliffe es ayudada por dos espectadoras al retirarse de la prueba de maratón en Atenas.reuters

 Su recorrido olímpico ha estado marcado por la decepción. No compitió en el maratón de Londres de 2004, para reservarse para la cita olímpica de Atenas, a la que llegó con tanta confianza en sus piernas que casi ni ella misma se lo creía cuando tuvo que parar en el kilómetro 36 porque no podía más. Al tiempo que bajaba la cabeza, le brotaban las lágrimas devastada por el cansancio y la impotencia. Se sentó en la acera, exhausta y angustiada, sin oír los aplausos del público. Fue la primera y única vez que no acabó un maratón. Aún así no se rindió. Días después, su obstinación la llevó a competir en los 10.000m con la esperanza de lograr la medalla deseada y enterrar la decepción del abandono. No estaba recuperada y volvió a fracasar.

Movida por su inmenso afán de superación, quiso resarcirse de la decepción olímpica y ganó el oro en los mundiales de Helsinki en 2005. Y por fin Radcliffe llegó a Pekín. La corredora no estaba en su mejor momento y arrastraba una fractura del fémur por estrés de la que no estaba recuperada. Cruzó la línea de meta en el puesto 23, entre lágrimas veía cómo se le escapaba otra oportunidad de ganar un metal olímpico. Con 38 años, Londres era la oportunidad soñada de quedar en paz consigo mismo, con los Juegos y con su país. Ya es pasado.

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