“Pasé de 60 a 75 kilos al dejar el deporte de élite”
El marchador Daniel Plaza consiguió la primera medalla de oro del atletismo español
De aquellos 20 kilómetros marcha, Daniel Plaza (Barcelona, 1966) recuerda los últimos con pitidos en los oídos. Calor, humedad. La sensación agónica de mantener el ritmo en la cuesta de Montjuïc. Cansancio, deseo de acabar. Buscar a Valentí Massana, que iba a 20 segundos hasta que fue descalificado. La sorpresa de no verle. Sentir que podía terminar tranquilo, aplaudido por el estadio, disfrutando de su momento en sus Juegos, en su ciudad, entre su gente.
Pregunta. ¿Qué cambió en una hora, 21 minutos y 45 segundos?
Respuesta. El reconocimiento. La víspera, al acreditarme en la Villa, entré y salí en 20 minutos. Un día después pasar me llevó más de una hora entre fotos y autógrafos. Fue chocante.
P. ¿Y con el tiempo?
R. El efecto se fue diluyendo, pero aún se recuerda. Esa medalla de oro continúa siendo una buena carta de presentación.
P. Usted fue el primer atleta español con un oro olímpico.
R. El de Fermín Cacho, que ganó [1.500 metros] días después, es considerado el más importante, pero decir ‘fui el primero’ me llena. Quedará en la historia.
P. ¿Ha vuelto a Montjuïc?
R. Sí, seguí entrenándome allí. No hace mucho volvimos los medallistas. Junto a la meta, se me pusieron los pelos como escarpias.
P. ¿Cómo ve al atletismo español actual?
R. Regular. Ha ido menguando en resultados. Hay menos dinero que para Barcelona. Ahora competirá el precoz Álvaro Martín [18 años]. Ni Massana, Paquillo [Fernández] o yo logramos a su edad su marca, 1h 22m.
P. ¿Qué queda de aquel Daniel de 26 años?
R. Poco, recuerdos. Al dejar la competición, me di cuenta de que el atletismo era muy importante, pero también de que hay más cosas.
“No hace mucho volví a Montjuïc. Junto a la meta, se me pusieron los pelos como escarpias”
P. ¿Qué hizo al retirarse?
R. Lo dejé tras una lesión antes de Sidney 2000. Me licencié en ciencias de la actividad física y sigo trabajando como profesor universitario. Al mudarme a Torrevieja, asesoré en la creación de los juegos deportivos escolares y desde 2007 soy concejal de deportes del Ayuntamiento.
P. Una tarde de lunes de julio, ¿dónde está?
R. Con mis hijas, que juegan en la piscina de casa.
P. ¿Qué ocurre cuando uno deja el deporte de élite?
R. Yo mido 1,85 metros y pasé de 60 kilos, muy delgado, a unos 75, pero estoy bien. De la marcha no suelen quedar secuelas. Ahora corro tres días a la semana y tardo más de cinco minutos por kilómetro. A veces tengo la sensación de que puedo hacer los 20 a menos de cuatro, como antes. Al segundo, me pregunto cómo podía hacerlo.
P. ¿Qué echa de menos?
R. La competición, los nervios de la prueba. Pero no lo que tienes que hacer para llegar a ese momento: los entrenamientos, las horas en la carretera y el gimnasio. Eso no. Ahora que llegan los Juegos, se añora. Sabiendo que ya nunca será posible, te gustaría estar ahí.
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