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El regreso del ‘Bigotón’

Xabier Azkargorta vuelve a la selección boliviana 18 años después de clasificarla para el Mundial de Estados Unidos

Jordi Quixano
Xabier Azkargorta, en la rueda de prensa de su presentación como nuevo seleccionador de Bolivia.
Xabier Azkargorta, en la rueda de prensa de su presentación como nuevo seleccionador de Bolivia.JUAN CARLOS TORREJÓN (EFE)

Hay recuerdos imperecederos, bailes y fiestas alrededor de un balón que dejan huella. El 20 de octubre de 1993 se dio todo un carnaval en el altiplano y allí nadie se olvida de eso. El culpable del jolgorio y la algarabía, de ese frenesí de más de tres millones de personas danzando por las calles de Bolivia, fue, en gran medida, Xabier Azkargorta (Azpeitia, Guipúzcoa; 1953), que logró clasificar por primera y única vez a la selección Verde para un Mundial, el de 1994 –en las citas de 1930 y 1954 acudió como invitado-, con un fútbol alegre y contundente. Su fama, por entonces, era tal, que el presidente Sánchez de Lozada le propuso hacerle Ministro de Educación, Sanidad y Deporte, cargo que rechazó con educación porque lo suyo, desde que se retirara prematura y forzosamente de los terrenos de juego por una lesión de rodilla cuando jugaba en el Athletic, eran los banquillos. Sí que aceptó, sin embargo, el Cóndor de los Andes, la máxima distinción que puede otorgar el Gobierno boliviano a un civil. Premio a una gesta jamás repetida, por más que tras él hayan desfilado tropecientos inquilinos en el banquillo boliviano (Carlos Villegas, Erwin Sánchez, Carlos Quinteros…), premio que ahora le vuelve. Por eso, porque tiempos pasados fueron mejores, porque Azkargorta llegó hace unos meses a Bolivia con la idea de regenerar el atascado fútbol base, porque su manual y librillo casa a la perfección con un país al que adora, aceptó anoche ser de nuevo el seleccionador boliviano. “Estoy muy contento y orgulloso de dirigir a Bolivia, con mucha fuerza y ánimo para dar todo por el fútbol de este país y devolverle una pequeña parte de lo que me ha dado a mí”, reflexionó Azkargorta.

Llegó hace unos meses a Bolivia con la idea de regenerar el fútbol base, porque su manual y librillo casa a la perfección con un país al que adora

Como una peonza, inquieto y sin parar de dar vueltas, Azkargorta se mueve al son del balón. Tras sacarse el título como el alumno más aventajado de su promoción, empezó en Tercera División (Lagun Onak) para, cinco años después, alcanzar la categoría de oro con el Espanyol (1984-86), el Valladolid, el Sevilla y el Tenerife. Luego pasó a llamarse El Bigotón, apodo cariñoso de la familia boliviana, que encontró en Azkargorta un modelo de comportamiento, compromiso con las categorías inferiores –su gran pasión- y defensor a ultranza de las condiciones del país, el siempre criticado soroche, el famoso mal de altura. “¿No juega con ventaja Rusia cuando actúa como local, a 15 bajo cero? ¿No usa Brasil a su favor el factor campo cuando juega en Recife, con un calor y una humedad asfixiante? La Paz siempre ha estado a la misma altura y que yo sepa, Bolivia sólo se ha clasificado una vez para un Mundial”, aclara con tenacidad y persistencia. Esa clasificación, claro, fue con él.

Los inicios al frente de los Verdes, en cualquier caso, no fueron fáciles, porque coincidió que en 1992 se cumplía el quinto centenario del descubrimiento de América. “No estaba bien visto que un español anduviera por ahí dando lecciones de fútbol…”, reflexionaba Azkargorta, que trazó junto a su ayudante, Antonio López, un plan para reactivar al fútbol boliviano. Dicho y hecho. “Vimos que los futbolistas no se querían a sí mismos, por lo que les dijimos que nada de tener compromisos con el país ni con la bandera, que eso ya llegaría, que se trataba de tener compromiso con ellos mismos”, explicaba. Diálogo, ejercicios novedosos, más diálogo, atención al fútbol base para reforzar las raíces… Y éxito, con la primera victoria de un equipo sobre Brasil en unas eliminatorias y la goleada histórica sobre Venezuela (7-0). Acabada la cita de Estados Unidos, sin embargo, donde Bolivia no pasó de la primera fase –empate ante Corea del Sur y derrota ante Alemania y España-, Azkargorta decidió hacer las maletas, toda vez que recibió una oferta para dirigir a la selección chilena, donde se encontró la reticencia de la prensa, además de la insalvable dificultad de los resultados adversos.

“Estoy muy orgulloso de dirigir a Bolivia, con mucha fuerza para dar todo por el fútbol de este país y devolverle una pequeña parte de lo que me ha dado a mí”, reflexionó

Más maletas y viaje a Japón, al Yokohama Marinos –allí descubrió a Nakamura (ex del Celtic y Espanyol)-, para luego firmar con el Real Madrid un contrato como director técnico internacional de las escuelas del Real Madrid, focalizado sobre todo en México y Japón. Fue también técnico del Chivas mexicano, aventura que duró poco porque no llegaron los resultados y porque la hinchada reclamó a Hugo Sánchez, pero menos duró –apenas un mes- su vinculación con el Valencia como director deportivo. Opción en la recámara que siempre sonaba para hacerse cargo del Espanyol en tiempos de flaquezas –incluso se rumoreó que entraría junto con Mauricio Pochettino-, ahora vuelve a Bolivia, donde se convertirá, cuando haga su reestreno –amistoso ante Benin el próximo 15 de agosto en Santa Cruz-, en el técnico con más partidos (38) en la historia de la selección, uno más que Ramiro Blacut, que ha dirigido a los Verdes en tres periodos distintos.

Tras la renuncia de Gustavo Quinteros del mes pasado y 18 años después, Azkargorta retoma el control de la selección boliviana. “Todos tenemos que formar parte de este esfuerzo por intentar clasificarnos para el Mundial de 2014 de Brasil”, señaló el técnico vasco, que contará con los exjugadores Marco Etcheverry, Vladimir Soria y Marco Sandy (todos ellos jugaron en EE UU 94) como ayudantes. Un camino complicado; es séptima en las eliminatorias –a cinco puntos del corte-, con una victoria (Paraguay) y un empate (Argentina) en cinco duelos. Pero queda tiempo y 11 encuentros. Y con El Bigotón, piensa Bolivia, todo es posible.

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