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CICLISMO | DESDE MI SILLÓN
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El precio de la Toussuire

La gloria de la etapa fue para el francés Rolland, y el coste no fue excesivamente alto. Al líder Wiggins, la etapa le costó una dosis de orgullo

Rolland, al cruzar la meta
Rolland, al cruzar la metaLaurent Rebours (AP)

“El que algo quiere algo le cuesta”, dice la expresión, y para ello no hay mejor apuesta que “poner toda la carne en el asador”. Eso es lo que hemos visto hoy en la corta pero fenomenal etapa de La Toussuire disputada a muerte desde el banderazo inicial.

La gloria de la etapa fue para el francés Rolland, y el precio a pagar no fue excesivamente caro. Unos trozos de piel del codo y de la cadera que se dejó en la caída que tuvo bajando el Col du Mollard, y un culotte rasgado, ya se pondrá mañana uno nuevo. Después de hacerse mayor el año pasado con su victoria en Alpe D’Huez, Rolland apareció ayer de nuevo filtrándose en la fuga que se consolidó en La Madeleine. Y tras abandonar uno a uno a sus compañeros de aventura, realizó una subida agónica en la ascensión final en la que, a pesar de lo pírrico de su ventaja y de la guerra desatada por detrás, nadie tuvo la fuerza suficiente como para alcanzarle. Victoria fenomenal y bien merecida.

A Evans su defensa le costó sudor, mucho sudor. Muy bien acompañado por la blanca sombra de Van Garderen, era el único de los protagonistas al que pudimos ver con el grifo abierto, como solemos decir. Con el sudor cayendo gota a gota de su nariz y su barbilla, y dejándose el hígado para que no se le escapasen las opciones de podio. Al final, cedió 1m 26s con respecto al líder; pero esto sucedió después de probarlo, de mover el árbol con violencia en la ascensión al Glandon.

A Evans su defensa le costó sudor, mucho sudor. Fue el único de los protagonistas a quien vimos con el grifo abierto

Van den Broeck pagó su esfuerzo con fatiga, como tantos otros, intentándolo de nuevo en repetidas ocasiones con más ganas que inteligencia. Pero fue lo suficientemente frío como para guardar fuerzas de cara al final, y aguantó el tirón del Sky sin ceder ni un solo segundo con respecto a Wiggins.

Al joven Pinot, qué desparpajo, le costó la invisibilidad. Su victoria del otro día podía ser flor de un día; pero no, sus resultados —tanto ayer como el día anterior— son la confirmación. Aquí hay futuro, y aunque para la general no es una amenaza —está ahora en décima posición—, ha quedado bien claro para el Sky que a este chaval no se le puede dejar mover con libertad, no vaya a ser que la líe…

A Froome la etapa le costó mucho, pagó su precio con su espíritu de improvisación; un espíritu que, sin duda ninguna, podría acercarle a la victoria de este Tour, pero que se vio anulado por las órdenes que recibía desde el coche a través del pinganillo. Alma de gregario y espíritu de campeón, pero tendrá que esperar y controlar aún mejor sus impulsos.

Primero tiró de Wiggins cuando, faltando 10 kilómetros, comenzó la verdadera batalla y todos los líderes estaban aislados. Luego cedió por unos instantes en los momentos en los que Wiggins impuso su autoridad tirando del grupo de los favoritos. Pero aguantó entre ellos, recuperó, volvió a la carga y poco después no se conformó con tirar de nuevo sino que atacó buscando aún más selección y lo que encontró fue la certeza de que estaba más fuerte que su propio líder. Recibió órdenes y paró a esperar a su líder, pero en el sprint por la segunda plaza, quedó patente el potencial que lleva en sus piernas.

Y al líder Wiggins la etapa le costó una dosis de orgullo. En los próximos días calibraremos el daño a nivel cuantitativo. Para él un día menos para París y las cosas no es que estén igual que antes, sino que están aún mejor. Y además, por si había alguna duda, ha quedado claro que su rival más fuerte es su propio compañero, lo que está por ver si es bueno o malo. El voluntarioso Nibali, el que no duda en atacar ya sea subiendo o bajando, recibió una mirada fulminante de él al cruzar la meta ayer. Una mirada de reproche y amenazante, un gesto nada insignificante en la guerra psicológica. Hoy, sin embargo, en ese mismo instante, recibió un saludo por parte del inglés; una sonrisa, un gesto de deportividad al que el italiano respondió de manera amigable. ¿Carácter bipolar por parte del inglés? Puede ser, aunque yo me inclino más por la opción de que Wiggins está tan entrenado en la guerra psicológica como en la física.

Y esto es lo que han dado de sí los Alpes, de los que el Tour hoy se despide. Habrá que esperar a los Pirineos para el próximo capítulo; habrá que ver hasta qué punto ha quedado la cartera con falta de crédito tras lo pagado ayer.

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