Una guerra de guerrillas
Valverde pierde más de dos minutos por una caída en vísperas de la primera llegada en alto El eslovaco Sagan gana su tercera etapa en otra jornada accidentada Cancellara mantiene el liderato
Samuel Sánchez, se sabe bien, posee un sentido dramático innato, lo que le permite no parecer ridículo cuando se expresa grandilocuente. “El Tour es una guerra de guerrillas todos los días. Terminar sin caerse es una victoria”, dice por la mañana antes de partir hacia Metz, con su gusto por la frase sonora, con su generosidad para alimentar de titulares a los hambrientos. Se le disculpa de entrada por eso, y también porque lo dice ante otra etapa que atraviesa campos de batalla de todas las guerras, los valles del Marne, el Meuse, el Aisne hasta el Mosela, lo que quizás inconscientemente le inclina hacia la visión bélica (aunque también podría haberse sentido más lírico inspirado por la ruta gótica que también recorre el Tour los últimos días, desde Rouen hasta Metz pasando por Reims y la catedral translúcida de Laon, arriba en la colina; o por algo épico, la ruta Armstrong, es una idea, recordando Verdún y Metz, lugares marcados por victorias originales del tejano); se le disculpa, por supuesto, desde la asunción de que es un exagerado.
Por eso, terminada la etapa, entre una lluvia fea y violenta que golpea más que baña las caras sucias de los que llegan uno a uno, la derrota en la mirada, y el dolor, habríamos aceptado de rodillas sumisos una aparición de Samuel reconviniéndonos con el dedo y la mirada y gritando ¿qué os dije? ¿qué os dije?
Samuel Sánchez, preparado psicológicamente, fue el único español que entró con los mejores
El Tour es, en efecto, una guerra de guerrillas, y no solo eso, una pelea de egoísmos de salvajes vengativos en la que la sangre en el asfalto y los ayes de los caídos parece abrir un apetito de más violencia. Hace dos años, cuando medio pelotón se cayó en el aceitoso descenso de Stockeu hacia Spa, se dio un gesto de solidaridad único que partió de Fabian Cancellara, una persona respetada. Entonces, en caliente, se asoció su imposición, que paró al pelotón, a su deseo de proteger a sus líderes, los hermanos Schleck, que se habían quedado cortados. Más tarde, y a la luz de lo ocurrido en la primera etapa de 2011, cuando la caída de Contador fue la señal para que acelerara el pelotón dejándole tirado, se puede ver aquello como una oportunidad perdida de cambiar costumbres innobles. Y más cuando ayer Cancellara, gigante hermoso de amarillo, no hizo nada para intentar frenar a lo que quedaba de pelotón, no más de 70, después de que una gigantesca caída a 25 kilómetros de la llegada lo dejara despedazado. “Cuando vi que se había quedado atrás mi compañero Fränk Schleck ya era demasiado tarde para parar”, dijo el suizo. “Además, las circunstancias eran diferentes a las de hace dos años en Spa”. No hubo tiempo para preguntarle las diferencias a Cancellara, pues se levantó y se fue, y tampoco pareció que importara mucho: por lo menos ningún corredor, ni de los caídos ni de los que se salvaron sin rasguños (alguno hubo milagrosamente, pues en las tres grandes caídas del día casi todo el pelotón se peló en el asfalto) se preguntaron públicamente, le preguntaron, si no habría sido mejor esperar a reagruparse para evitar la injusticia de que algunos de los favoritos pueda haber perdido el Tour sencillamente porque una bomba estalló a su lado y no 20 metros más allá. “Los equipos de sprinters empezaron a acelerar y no pudimos sino seguirles”, dijo Zubeldia, compañero de Cancellara. Y también aceleró el BMC de Evans, y el Sky de Wiggins.
“El Tour es el Tour, y esto es así”, dijo Schleck, con una fórmula sobada que apesta a resignación. Otros, como Horrach o Scarponi, también damnificados, describieron lo ocurrido como un hecho inevitable, inapelable. “Fue como una explosión en el centro del pelotón”, dice el mallorquín. “Hubo un ruido terrible y empezaron a volar bicis y ruedas. Iríamos a 70, carretera estrecha, viento de culo, tensión”. “Alguno no debe de saber ir en bici”, dijo el italiano, que perdió 2m 9s. “Porque la caída se produjo donde nadie pensó que podría producirse”. El mayor de los hermanos perdió con la caída más de dos minutos con respecto a Wiggins, Evans, Menchov y Nibali, que fueron los cuatro grandes que pasaron sin rasguños en el minoritario pelotón delantero. También Valverde estaba en su grupo. Gesink perdió casi dos minutos más, y más de 13m Hesjedal, el ganador del último Giro. Tres euskalteles (Astarloza, Txurruka y Verdugo) se fueron al hospital con huesos rotos.
Quizás porque psicológicamente estaba preparado para la guerra, Samuel fue el único español importante que entró con los mejores. Pudo ver de cerca, así, la tercera obra maestra de Sagan, que derrotó en la llegada, con una bicicleta de ventaja, a Greipel, y lo celebró, su tercera victoria este Tour, muy apropiadamente, imitando el increíble Hulk, un salvaje, una aspiración.
Prólogo: Las variaciones Cancellara
Primera etapa: Los domingos generosos
Segunda etapa: Contra la melancolía, Cavendish
Tercera etapa: La construcción del personaje Sagan
Cuarta etapa: ¿Será Greipel el bosón de Higgs?
Quinta etapa: Y una montaña en San Quintín
Clasificaciones
- Clasificación de la sexta etapa:
1. Peter Sagan (SVK/Liquigas) 04:37:00
2. André Greipel (GER/Lotto) m.t.
3. Matthew Harley Goss (AUS/Orica) m.t.
4. Kenny Robert Van Hummel (NED/Vacansoleil) m.t.
5. Juan José Haedo (ARG/Saxo Bank) m.t.
6. Gregory Henderson (NZL/Lotto) m.t.
7. Alessandro Petacchi (ITA/Lampre) m.t.
8. Luca Paolini (ITA/Katusha) m.t.
9. Daryl Impey (RSA/Orica) m.t.
10. Brett Daniel Lancaster (AUS/Orica) a 04
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- Clasificación general:
1. Fabian Cancellara (SUI/RadioShack) 29:22:36
2. Bradley Wiggins (GBR/Sky) a 07
3. Sylvain Chavanel (FRA/Omega Pharma) m.t.
4. Tejay van Garderen (USA/BMC) a 10
5. Denis Menchov (RUS/Katusha) a 13
6. Cadel Evans (AUS/BMC) a 17
7. Vincenzo Nibali (ITA/Liquigas) a 18
8. Peter Sagan (SVK/Liquigas) a 19
9. Andreas Kloden (ALE/RadioShack) m.t.
10. Maxime Monfort (BEL/RadioShack) a 22
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