La pausa de Gerrard
El capitán de Inglaterra brilla y gobierna los partidos economizando esfuerzos
En el torneo que menos foco ha tenido de inicio, Steven Gerrard (Liverpool, 1980) se ha convertido en el futbolista más importante y sólido de Inglaterra. Un papel que acostumbraba a asignársele en las vísperas de todos los grandes torneos a los que acudía. Nunca terminó de concretar esos galones. Con Sven-Goran Eriksson o con Fabio Capello, la pareja que formaba con Frank Lampard en el corazón del juego siempre era señalada como una de las poderosas armas tácticas de Inglaterra. A sus 32 años y sin Lampard como compañero en el doble pivote, Gerrard maneja el juego de la Inglaterra de Roy Hodgson desde la economía de esfuerzos. “No ha disputado muchos partidos este año y está fresco”, analiza vía mensaje telefónico el legendario y fino centrocampista Chris Waddle.
En el último decenio, ningún centrocampista inglés ha expresado como Gerrard la emocional ida y vuelta del fútbol británico
En el último decenio, ningún centrocampista inglés ha expresado como el capitán del Liverpool la emocional ida y vuelta del fútbol británico. Si hay un partido que explica esa versión más desenfrenada de Gerrard fue la final de la Copa de Europa de 2006, en Estambul, en la que el Liverpool remontó tres goles al Milan. En esta Eurocopa, en cambio, se emplea como si tuviera instalado un temporizador para medir los esfuerzos. Selecciona con la lectura prudente de un veterano cuándo subir y cuándo quedarse por delante de los centrales guardando el equilibrio. Hay ocasiones en las que transmite la impresión de que juega andando. “El estilo de esta Inglaterra es el contragolpe y Steve \[Gerrard\] no necesita perseguir el balón por todo el campo, lo que le permite ahorrar energías”, prosigue Waddle. Comparado con Pirlo (11,8, 11,9 y 10,8), al que se mide hoy, ha recorrido menos kilómetros en los tres partidos que ha disputado (10,4, 11,3 y 11).
Sin hacer ruido, Gerrard se ha convertido en una referencia muy fiable en la pizarra de Hodgson. Puede que hasta ahora no haya sido ese jugador que desde el poderío de su zancada convertía los partidos en un juego pasional a dos porterías. La misma que ha llevado a Patrick Vieira, con el que mantuvo intensos duelos en la Premier League, a asegurar que “es imparable en el uno contra uno”. O a De Rossi a declararle su admiración: “Será fascinante enfrentarme a Gerrard, en el que siempre me he inspirado. Le puede ver en la defensa, en el medio o en el ataque en la misma jugada”.
Se ha instalado Gerrard como una especie de líbero en el centro del campo. Recupera un balón cada 12 minutos.
No ha tirado Gerrard con tanta frecuencia de ese devastador tranco que le hace omnipresente, pero cada vez que ha enseñado su excepcional patada en largo con la pierna derecha ha hecho mucho daño. En dos de los tres pases de gol que ha dado ejecutó sendos golpeos tan estéticos como precisos. En el gol de Lescott ante Francia dobló el torso en el lanzamiento de una falta lateral lejana como un junco para catapultar un centro que fue un caramelo. En el perfecto cabezazo de Carroll ante Suecia, tras un robo y también desde el costado derecho, no necesitó espacio alguno para armar la pierna y dibujar una rosca milimétrica.
Se ha instalado Gerrard como una especie de líbero en el centro del campo. Recupera un balón cada 12 minutos, una frecuencia en los límites de la normalidad de los mejores mediocentros recuperadores. El brazalete que le ha otorgado Hodgson, por delante de John Terry, le ha proporcionado una jerarquía grupal que ni Eriksson ni Capello le dieron. Al contrario que sus predecesores, Gerrard se ha empeñado en unir a los jugadores del Liverpool y los del Manchester United, que, habitualmente, funcionaban en el día a día como grupos diferenciados. “Estoy seguro de que Stevie, por su propia experiencia, se ha dado cuenta de la importancia de la unión del equipo, que no se puede marginar a nadie y que hay que apoyar a todos los jugadores”, ha explicado Rio Ferdinand en The Sun.
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