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Espargaró busca la perfección

El español gana en Moto2 una carrera de infarto por el duelo de altura brindado entre Redding y Márquez

Nadia Tronchoni
Pol Espargaró celebra el triunfo
Pol Espargaró celebra el triunfoTom Hevezi (AP)

Se lo tatuó en la piel, en su muñeca derecha, y lo grabó en su nuevo casco, regalo por su 21 cumpleaños: Never give up (Nunca te rindas). Y se aplicó el cuento desde el primer entrenamiento libre del viernes. Con lluvia o sin ella, Pol Espargaró ha explorado los límites y ha buscado la perfección con su Kalex este fin de semana gris del junio británico. Primero en todos los libres y, con el mejor tiempo también en la clasificación -salía desde la pole-,  puso en práctica la estrategia sin sufrir ni un mal susto. Y coronó el fin de semana con una victoria brillante. Y merecida. Además de sufrida, después de un año, el de su debut, en que nada funcionaba a derechas y el chico, puro talento, incluso dudó de sus facultades.

Espargaró se tomó la salida con la calma necesaria: ni mucha, ni muy poca, y trató de que los pilotos locales, los que mejor conocen el terreno, es decir, Scott Redding y Bradley Smith, se alejaran demasiado. Fueron los dos británicos quienes tomaron la delantera, pero Smith se fue desinflando poco a poco, se alejó del fragor de la batalla, esa que solo resisten los mejores, capaces de mantener un ritmo constante y veloz de principio a fin. Este domingo, incluso, se echó en falta a dos de los habituales en las posiciones delanteras -no resistieron el envite Iannone ni Luthi-, allí donde los pilotos se arremangan en busca de la gloria y, a veces, se dan de bruces contra el suelo. No ocurrió en Silverstone. Pese a que dos tipos como Redding y Márquez tentaron a la suerte en infinidad de ocasiones.

El grupo, que inicialmente contaba hasta con ocho pilotos, incluidos Corti o Corsi, fue estirándose a medida que avanzaba la carrera. Y pronto quedó reducido a un cuarteto de aúpa: pilotos todos ellos agresivos en la frenada, atrevidos en el cuerpo a cuerpo. Una delicia. No fue hasta la octava vuelta cuando Espargaró quiso poner tierra de por medio entre él y sus rivales. Hasta entonces era Redding, la gran esperanza británica, otro de los de los éxitos precoces, quin lideraba el pelotón. Pero el piloto del equipo de Sito Pons, que quería olvidar el amargo final en Montmeló, hace solo dos semanas, le tomó el interior de una curva a la derecha y se puso en faena. Tardó dos giros más en abrir distancias. A falta de siete vueltas su ventaja sobre el segundo, ahora Márquez, ahora Redding, era de casi un segundo. Había hecho el trabajo. Solo necesitaba mantener el ritmo y cruzar la meta.

Entretanto, se encargaron los otros dos de subir las pulsaciones de los espectadores. Redding, con altibajos desde que debutara en la categoría el año pasado, estaba en casa y sentía el aliento de su hinchada, lo que le proporcionaba un extra. Márquez, después de un fin de semana aciago, en el que incluso tuvo que echar a la basura un motor, el que le hizo caerse en la mañana del sábado, y con muchos problemas con el tren delantero, aunque su equipo, que le echó muchas horas la noche anterior, logró mejorar la puesta a punto de su moto, iba al límite. En cada frenada notaba el baile de su Suter, intestable ayer como pocas otras veces. Pero él lo seguía intentando. Lo que llevó a uno y a otro a jugarse el pellejo en las últimas dos vueltas. Fue el suyo un duelo de altura. Y lo ganó Redding, en la última curva antes de la entrada a meta. Por solo 59 milésimas. A Márquez, eso sí, le vale el podio para recuperar el liderato del Mundial, por delante de Espargaró y Luthi, que no tuvo el día y terminó octavo.

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Sobre la firma

Nadia Tronchoni
Redactora jefa de la sección de Deportes y experta en motociclismo. Ha estado en cinco Rally Dakar y le apasionan el fútbol y la política. Se inició en la radio y empezó a escribir en el diario La Razón. Es Licenciada en Periodismo por la Universidad de Valencia, Máster en Fútbol en la UV y Executive Master en Marketing Digital por el IEBS.

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