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Atrapados en el avión

Las autoridades ucranias retienen tres horas a periodistas y familiares de futbolistas alemanes en el regreso a Polonia

Los jugadores de la selección alemana, en un entrenamiento.
Los jugadores de la selección alemana, en un entrenamiento.Kim Ludbrook (EFE)

Ucrania es un destino indeseado por la mayoría de las selecciones. La alemana, por ejemplo, instalada en Gdansk (Polonia), intenta pisarla lo menos posible aunque eso suponga desplazarse en el día a Lviv para medirse a Portugal o a Kharkiv para enfrentarse a Holanda y regresar por la noche a su hotel en las afueras de la mencionada ciudad polaca. Los jugadores vuelan en un chárter y detrás de ellos va otro avión alquilado para periodistas, miembros de la federación y familiares de los futbolistas. Para los pasajeros de esta nave, el viaje del miércoles a Kharkiv, a 1.600 kilómetros de Gdansk, fue una odisea.

Al aterrizar en Kharkiv, la segunda ciudad del país, no había escalerilla

La primera sorpresa llegó al aterrizar al mediodía en la segunda ciudad ucrania, a 40 kilómetros de Rusia: no había escalera disponible para descender del aparato. Bajo un calor sofocante, más de 45 minutos de espera. Durante la jornada, llegaron protestas de los hinchas holandeses instalados en un campamento sin agua ni lavabos para asearse. Un inmenso monumento a Tara Shevchenko, el gran poeta ucranio, saludaba a los visitantes desde las alturas mientras, a pocos kilómetros, Yulia Timoshenko, ex primera ministra y líder de la oposición, seguía hospitalizada tras la huelga de hambre en protesta contra el régimen presidido por Viktor Yanukovic. La selección alemana, a través de su capitán, Lahm, había criticado los excesos antidemocráticos del Gobierno ucranio. Es la conciencia política de Alemania.

Tras la victoria sobre Holanda (2-1), la satisfacción de la expedición germana se tornó desesperación en el aeropuerto de Kharkiv. Las novias de Hummels y Kroos, junto a miembros de la federación y un centenar de periodistas, subieron al avión de la compañía Germania sobre las 2.30, hora local, una más que en Polonia. El piloto, Otto Georg, dijo esperar el permiso para despegar. Pasaron los minutos, las horas. Las azafatas sirvieron la cena ante la perspectiva de no poder despegar. Pequeños aviones privados se adelantaban en el turno de salida. El responsable del avión trató de engañar a la torre de control informándole de que había a bordo varios jugadores de la Nationalmannschaft. No surtió efecto. Los reporteros esperaron sin rechistar. Solo algunos murmullos de desaprobación. Günter Klein, del periódico Mercur, de Múnich, cumplió 50 años encerrado tres horas en el aparato.

La selección alemana había criticado al régimen político ucranio

Tres horas después, la nave despegó de Kharkiv y dos más tarde aterrizó en Gdansk, a las 6.46, hora local. A una azafata le entró la risa cuando anunció que iba a haber otro retraso: había escalera, pero no autobuses para desplazarse a la terminal. Solo fueron cinco minutos. El panel del aeropuerto mostró la demora del vuelo: 200 minutos. Alemania vuelve a viajar el domingo a Lviv para jugar contra Dinamarca y volver a Polonia lo antes posible.

Para colmo, la UEFA multó a la federación alemana con 10.000 euros porque seguidores suyos lanzaron objetos al terreno de juego en el partido contra Portugal. Los lusos también fueron multados con 5.000 euros por retrasarse en su vuelta al campo tras el descanso.

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