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Pulso en casa de Federer

Con Wimbledon y los Juegos en el horizonte, Nadal y el suizo coinciden desde hoy en su debut en la gira sobre hierba

Juan José Mateo
Nadal felicita a Federer tras la final de 2007 de Wimbledon.
Nadal felicita a Federer tras la final de 2007 de Wimbledon.REUTERS

La noche del triunfo se cierra en el hotel Intercontinental, donde Rafael Nadal, el campeón de Roland Garros por séptima vez, brinda con champán. Al día siguiente, el mallorquín coge un avión y luego emprende un viaje de 45 minutos por las carreteras alemanas. Aunque en la bolsa le falta su reloj, valorado en 300.000 euros, y robado en su hotel parisiense, el número dos ataca hoy mismo su debut en la gira de hierba, jugando el dobles en Halle. Eso es atreverse a entrar en el jardín del suizo Roger Federer, coronado en cinco ocasiones y finalista una sexta en Alemania. Eso es atreverse a cambiar una fórmula ganadora, la de Nadal cogiendo el tren para marcharse al Queen’s londinense pensando en Wimbledon. Eso, con la organización presumiendo de chequera y el serbio Novak Djokovic en casa, asegura una cosa: que Federer, el mago de la hierba, no tendrá fácil ganar su primer título en césped desde 2009.

“Rafa inicia ahora una pelea consigo mismo y el tiempo”, explica Francis Roig, el técnico que le acompaña en Halle

“Rafael empieza ahora una pelea consigo mismo y el tiempo”, explica Francis Roig, el técnico que le acompaña en Halle, advirtiendo sobre el poco margen que hay en la transición tierra-hierba: por algo desde 1981 solo Nadal y Federer han hecho el doblete Roland Garros-Wimbledon. “Lo primero que coge bien en esta superficie es el revés, porque lo da a dos manos y tiene menos variación que con la derecha. Con la derecha se puede perder más, buscando la rotación de brazo, la posición de los pies, el punto de impacto… pero ese será el golpe con el que al final marque la diferencia”.

Tras entrenarse ayer media hora por la lluvia, Nadal debutará mañana en el torneo individual. Nunca hubo una gira de hierba más importante: en césped se juegan Wimbledon y los Juegos Olímpicos. Al otro lado del cuadro, en una hipotética final, esperaría Federer, que inauguró una avenida bautizada con su nombre y dijo que ya no siente el dolor de cadera que no quiso confirmar hasta el final de la gira de tierra: “Me siento fresco. Más relajado que en mucho tiempo. Estoy como quería”.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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