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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La confianza conquistada

Prandelli puede sentirse satisfecho. Este es un empate que da ánimos: el obstáculo más duro ha sido salvado sin daños

Prandelli da instrucciones a Di Natale.
Prandelli da instrucciones a Di Natale.Claudio Villa (Getty Images)

La Italia que se esperaba, no la que la mayoría preveía. Mejor así. Un bonito acercamiento al torneo, una prueba de seguridad contra los campeones del Mundo y de Europa. Un empate básicamente justo, por lo que hicieron los azzurri en la primera parte y los españoles en la segunda.

Del Bosque tenía una sorpresa preparada para Prandelli: un equipo sin puntas de verdad. Las puntas verdaderas, todas en el banquillo. En el campo, una cantidad enorme de trequartisti, con Silva y Fàbregas entre los más solicitados a la hora de ocupar la posición de delantero y siempre después de acciones largas y elaboradas. Así llegó el gol de España. Tres minutos después del de Italia. Muy bonitos ambos, gracias a la profundidad de Pirlo y Silva y a los remates de Di Natale y Fàbregas. La Italia que jugó contra Rusia fue un feo recuerdo. Prandelli, evidentemente, ha hecho un buen trabajo en las cabezas de los jugadores antes incluso que en el juego. Maggio pareció aliviado; De Rossi, un león, el mejor de los nuestros, a pesar de que algo, inevitablemente, concedió en la segunda parte; Giaccherini, en el que era su debut, positivo, al menos durante una hora; Cassano preciso como pasador y también como rematador. Sabe moverse a pesar de que todavía no se mueve muchísimo. Al final, la verdadera decepción es Balotelli. Quizás haya sufrido demasiado la responsabilidad. El caso es que se enredó en una serie de golpes improbables, se hizo amonestar, y se comió un gol. Inevitable la sustitución por Di Natale. Y bien para nosotros que otro delantero que venía del banquillo, Torres, lo hiciera mucho peor, fallando dos ocasiones clamorosas. Esta Italia, sinceramente, se merece confianza. Hay que tener en cuenta la fuerza del rival, aunque parece que Del Bosque, más que tenderle una trampa a Prandelli, le hizo un favor. En una cancha que frenaba la circulación del balón, la telaraña de los españoles, por mucho desgaste que provocara a la larga, pareció menos eficaz, menos punzante. Sigo pensando que guardar en el banquillo a un rematador como Llorente es un lujo que ni siquiera un equipo tan entregado al toque como España puede permitirse.

En la primera parte, gracias a un pressing eficaz y a mucha atención, Italia redujo al mínimo la peligrosidad de los rivales. Es más, estuvo más cerca del gol que ellos. No fue exactamente el partido que se esperaba. La defensa de tres hizo un buen trabajo, aunque facilitado por la ausencia de un delantero centro. El medio del campo funcionó bien: Pirlo se encendió después de un comienzo titubeante, justo a tiempo para tomar las medidas al campo y al equipo. Marchisio corrió muchísimo, Motta se vio menos, excepto el cabezazo bien parado por Casillas. En las bandas, Maggio empujó más que Giaccherini, que, en la izquierda, con la entrada de Navas, sudó mucho haciendo de terzino.

En cuanto a espíritu y entrega, Prandelli puede sentirse satisfecho. Este es un empate que da ánimos: el obstáculo más duro ha sido salvado sin daños. Se podía perder, pero con la última galopada de Marchisio también se podía haber ganado. Está bien así. Con tal de no distraerse contra Croacia y la banda del Trap.

© La Repubblica

 

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