El Madrid destroza al Barça
Los blancos doblegan a los azulgrana (85-59) y se adelantan en la final de la Liga de Endesa
En una exhibición que no recordaban ni los más viejos del lugar, el Madrid ya se encuentra a un paso de ganar la Liga Endesa. Hizo añicos al Barcelona con un ejercicio demoledor, de esos que dejan huella. Su ascendencia en la serie crece partido a partido y en estos momentos parece imparable por intensidad, frescura, tensión, acierto y hambre. Una vez intercambiados los primeros golpes, pasó por encima a todo un equipazo como el azulgrana, que se está empequeñeciendo a la misma velocidad que crece la confianza y autoestima de los jugadores madridistas. Esta vez no hubo remontada y a partir del final del primer cuarto, todo fue en el mismo sentido. El que marcaba el Madrid.
REAL MADRID, 85 BARCELONA, 59
Real Madrid: Llull (12), Suárez (2), Singler (4), Velickovic (3) y Tomic (8) -quinteto inicial- Reyes (15), Carroll (17), Begic (5), Pocius (1), Mirotic (12) y Sergio Rodríguez (6).
Barcelona Regal: Sada (4), Navarro (8), Mickeal (9), Lorbek (9) y Vázquez (2) -quinteto inicial- Wallace (13), Ndong (0), Huertas (4), Ingles (4), Rabaseda (3) y Eidson (3).
Parciales: 25-23, 21-9, 23-10, 16-17
Atrapada la atención con los dos primeros partidos, los dos buques insignia de nuestro deporte decidieron atrapar al espectador con una puesta en escena espectacular. Puso en pista Xavi Pascual a Sada y a Navarro desde el inicio y los azulgrana cambiaron su registro habitual, pues a la velocidad y voracidad ofensiva madridista respondió con armas parecidas. Las canastas se sucedían sin interrupción, aunque el número de jugadores enchufados se decantaba hacia el lado local. Un síntoma: las cinco primeras canastas blancas tuvieron la firma de los cinco componentes de su quinteto titular. Las contrarrestó rápidamente Pete Mickael, lo que enmascaró las dificultades de Navarro para desarrollar su juego o el poco acierto de otros de sus pilares, el esloveno Lorbek. La producción ofensiva de ambos conjuntos no sufría parón alguno, y por si fuera poco salió Carroll como un auténtico ciclón. El norteamericano es una bomba de relojería cada vez que sale a la cancha. Su actividad física resulta frenética, y la capacidad para usar sus tobillos para elevarse o su cuerpo para lograr el hueco necesario para lanzar lo convierten en un jugador imparable cuando entra en ignición. Doce puntos en poco más de cuatro minutos fue el castigo que infligió al Barcelona, que sobrevivió a duras penas a subidón Carroll (25-25).
Pero el Madrid ya estaba lanzado, y nadie mejor que Sergio Rodríguez para aprovecharlo. El impacto del tinerfeño en esta serie está siendo descomunal, y no solo por su acierto en el lanzamiento. En el estado de gracia en el que se encuentra, ha terminado por meterse en la cabeza de los jugadores azulgrana, que le persiguen sin éxito hasta el punto de que en muchas de sus acciones, termina descolocando a a su experta defensa. En esta ocasión no tuvo el tino en el tiro de otros partidos, pero encontró la mejor pareja de baile posible, de nombre Felipe Reyes. Sus conexiones se repetían una y otra vez y la brecha empezó a hacerse importante (39-26). Poco podía hacer el Barcelona ante este vendaval, lastrado por demasiadas cosas. Mickael ya no anotaba, Eidson sigue negado, a Navarro no le dejaban respirar y del resto se tenían pocas o ninguna noticia. El cuarto terminó de la peor forma posible para los azulgrana, con Lorbek, uno de sus habituales seguros de vida, fallando dos de los tres tiros libres de los que dispuso (46-32 después de encajar un parcial de 16-1).
El Madrid crece en la serie y en este momento parece imparable por intensidad, frescura, tensión, acierto y hambre
Con los cambios de panorama vividos en anteriores partidos, al encuentro le podía quedar mucha vida. Pero según avanza la serie, las diferencias de rendimiento y sobre todo de ánimo se están agrandando. Tanto que lo que vino a continuación fue más de lo mismo. El Madrid se tiraba al cuello de sus rivales, le negaban cualquier camino hacia la canasta y su juego de ataque no perdía ni un ápice de intensidad con una efectividad rayando la exhibición. Carroll, Felipe Reyes, Llull y Sergio Rodríguez se encargaron de poner nombre a la gesta de convertir al Barcelona en un juguete roto. La canasta azulgrana se convirtió en una piscina donde entraba todo, justo lo contrario de lo que ocurría al otro lado de la pista. Se habla mucho de la facilidad anotadora del Madrid, pero su defensa en esta final está siendo de matrícula de honor. Los diez puntos de diferencia se convirtieron en veinte y luego en treinta, por lo que el partido se terminó con muchos minutos de adelanto sobre el horario previsto.
Mañana cuarto capítulo. Todo parece indicar, las victorias y el juego, que está mucho más cerca el título blanco que una vuelta a Barcelona, pero el panorama podría cambiar en cuarenta minutos. Eso sí, para que esto ocurra mucho tienen que cambiar los actuales campeones para no firmar una temporada en blanco. Por ahora, mandan claramente los de Laso.
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