Demostración de Evans, liderato de Wiggins
Ataque a la italiana del ganador del Tour, que sorprende al inglés
La subida era innegablemente francesa, asfalto áspero, pueblos pintorescos, el padre Ródano y viñedos del Hermitage no mucho más allá. Y calor casi Tour, casi de julio. Como si fuera un experimento químico y el escenario un crisol, allí soltó la Dauphiné a los grandes favoritos del Tour, que respondieron cada uno a su manera, salvo Andy Schleck, poco receptivo a los estímulos estésicos, quien abogó por la coexistencia pacífica, se abrió de piernas y prefirió dialogar de lo que fuera con Vinokúrov. Bradley Wiggins, que ha aprendido a correr en Francia, corrió a la francesa o a la manera que su imaginación le dice deben de correr los líderes naturales, Indurain o gente así: inmutable y al ritmo de su equipo y a su ritmo propio, que no es malo, marcado por el entrechocar de sus rodillas tan delgadas, huesudas. Vincenzo Nibali, que es italiano, jugó la carta de la invisibilidad que juegan quienes se sienten llamados a tareas mayores, y Cadel Evans, australiano hambriento y el único de los ciclistas activos este año que puede proclamar que ha ganado el Tour en la carretera, tocó las narices a todos corriendo a la italiana, ganó la etapa y colocó de líder por 1s al malhumorado Wiggins, que no pareció apreciar el detalle.
Clasificación de la primera etapa
1. Cadel Evans (AUS/BMC), 4h36:21. 2. Jérôme Coppel (FRA/SAU) m.t. 3. Andrey Kashechkin (KAZ/AST) m.t. 4. Nacer Bouhanni (FRA/FDJ) a 4s. 5. Tony Gallopin (FRA/RSH) a 4s.
¿Y Samuel?
Samuel no estaba. El líder del Euskaltel sufrió una caída en los primeros kilómetros, se dio un fuerte golpe en la espalda, tan doloroso que sospechó que se había roto una costilla, y al tran tran de un par de compañeros que le esperaron cruzó la meta más de 23 minutos después del australiano. Una vez llegó a la meta fue camino de un hospital con un fuerte hematoma. Exploraciones posteriores revelaron, sin embargo, que no sufre fractura alguna y su continuidad en la Dauphiné no corre peligro. Mañana tomará la salida.
Tras un ascenso frenético del mínimo tercera a 10 kilómetros de la llegada –en persecución del fugado Irizar atacaron Luis León, Amador y Gilbert, quien, en acciones secundarias, preparó el terreno para su líder en el BMC— Evans atacó en el insidioso descenso hacia Saint Vallier. Con fuerza y ambición tiró de sí mismo y de dos compañeros mochila (Kasheckin y Coppel) y siguió tirando en la última recta, tan fuerte que ni siquiera le pudieron remontar los que esperaban. Preguntado por los motivos de su acción, el ganador del último Tour respondió a la Hillary. “Porque la cuesta estaba ahí”, dijo. “Por curiosidad aceleré a ver qué pasaba y una vez puesto en marcha ya no era cuestión de parar”.
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