La sensibilidad de Lorenzo

Cuenta Jorge Lorenzo que cuando era pequeño odiaba correr en moto con el asfalto mojado. No era muy amigo de la lluvia. “Estaba aterrorizado porque siempre acababa por los suelos”, dice. Hasta que se puso a trabajar en ello. “No lo di por perdido. Hay pocas carreras en agua durante la temporada, pero en las pocas que hay te juegas puntos que, al final, pueden darte un título. Hice horas extras, como cuando das clases particulares de asignaturas que no se te dan bien en el colegio”. Corría en 250cc y se fue, con sus miedos, a un circuito de karting para practicar con minimotos en una pista empapada a propósito. “Así lo logré. Conseguí ser rápido y consistente y, al tiempo, rodar convencido y confiado”.

El español ha hecho un curso intensivo para aumentar su rendimiento bajo lluvia

Lorenzo fue puliendo su pilotaje bajo la lluvia en la categoría reina hasta que se consagró en Le Mans, hace dos semanas, con una exhibición de coraje y constancia. No era su primera victoria en mojado, pero sí la más espectacular. “Me recordó a la de Le Mans en 2009, cuando saqué 17 segundos a Melandri”, rememora. Pero, entonces, además de su pilotaje contó mucho la estrategia, pues la carrera se interrumpió para cambiar neumáticos y Lorenzo acertó de pleno. Hace dos semanas fue el más decidido en los momentos más críticos: al inicio de la carrera. Se sacó de la chistera un adelantamiento doble a Pedrosa y Stoner y arrancó un segundo por vuelta al australiano en los primeros cinco giros. Una osadía.

“Rodar con agua es casi un acto de fe, una vuelta rápida depende mucho de la determinación del piloto, pues si buscas el límite, puedes encontrarlo y caer. El atrevimiento le dio el triunfo. Él tenía claro que, siendo cuarto en la parrilla, estaba obligado a tirar desde el principio para intentar abrir un agujero. Luego solo tenía que gestionarlo. Nunca había hecho una carrera así en mojado”, indica su jefe de mecánicos, Ramón Forcada. De hecho, el recuerdo más cercano es Silverstone, en 2011, donde se cayó. “No quería que le volviera a pasar lo mismo que el año pasado: salía tercero y tuvo que aguantar enganchado a Dovizioso mientras Stoner se escapaba. Cuando quiso tirar para pillarlo se cayó”, añade. “Probablemente no necesitaba arriesgar tanto, pero no sabe ir poco a poco. Cuando entiende que ha encontrado el límite se mantiene en ese límite, eso es lo que le permite tener un ritmo tan constante”.

Cuando entiende que ha encontrado el límite se mantiene en ese límite" Ramón Forcada, jefe de mecánicos

Lo mismo que le ocurre en mojado le ocurre en seco. Nadie se entiende como él con los neumáticos, que son, al fin y al cabo, quienes transmiten al piloto cuánto puede forzar. “Es nuestro truco este año, en el que las gomas bajan más su rendimiento que el anterior: configuramos la moto para acercarla al límite de los neumáticos, aunque con ello perdamos algo de aceleración o tenga un peor paso por curva, ya que él es capaz de mantener el ritmo muy alto con las gomas gastadas. Seguramente es el mejor, así que en la balanza sale ganando. Con eso marca la diferencia”, explica Forcada. “No sabría explicar muy bien por qué, pero hay veces que incluso voy mejor con el neumático degradado; se trata de una sensibilidad especial, la tienes o no la tienes”, indica el piloto, que cree que la Yamaha no es la única que ha dado un salto de calidad esta temporada.

“Este año me veo más seguro encima de la moto. He entendido cuáles son los momentos de riesgo, cuándo y dónde jugármela: hay que encontrar el compromiso. Además, como la moto va mejor hay que arriesgar menos. No es lo mismo estar a siete décimas de Stoner como el año pasado, que estar a un par, o incluso por delante de las Honda”. Como ocurrió ayer en Montmeló, donde se llevó la pole Stoner, solo una décima más rápido que Lorenzo, segundo. Crutchlow y Spies, otras dos Yamaha, ocuparán el tercer y cuarto puesto de la parrilla; Pedrosa, el quinto. La carrera (Tele5, 14.00), por cierto, tiene papeletas para volver a celebrarse bajo la lluvia. Un nuevo reto para Lorenzo.