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Isco guía a España frente a Estonia

Marca el gol del triunfo (0-1) en el duelo clasificatorio para el Europeo Sub 21

La selección española Sub 21 se impuso (0-1) a Estonia con una abrumadora superioridad que no se reflejó en el marcador en el sexto encuentro de la fase de clasificación para el Campeonato de Europa que tendrá lugar el próximo año en Jerusalén. Una victoria que deja al equipo de Luis Milla a expensas de una derrota de Suiza para certificar el acceso al playoff previo a la cita continental.

El partido únicamente tuvo un nombre: Isco. No solo fue el más destacado de España, sino que demostró que está para cotas más altas, pese a que Vicente del Bosque aún no le ha concedido la oportunidad de debutar con la selección absoluta, aunque sí le ha citado. La Rojita demostró la razón por la que comanda su grupo con seis victorias en otros tantos partidos, pese a que en Tallín adoleció de falta de gol. En los primeros compases del encuentro fue Isco el que impuso su ley, aportando pausa en los metros finales de una España sedienta de goles, cuya ansia por jugar a una velocidad de vértigo fue su peor rival ante una Estonia bien plantada en retaguardia. En ataque, los estonios únicamente ofrecieron algún síntoma de peligro en los balones parados.

ESTONIA, 0 - ESPAÑA, 1

Estonia: Meerits; Kulinits, Reintam, Artjunin, Podholjuzin; Tenno, Subbotin (Veis, min. 78), Kaljumae, Prosa; Peitre, Mool (Pebre, min. 68).

España: De Gea; Montoya, Planas, Bartra, Muniesa; Oriol Romeu, Koke, Isco; Sarabia (Andonegui, min. 81), Muniain (Tello, min. 62), Rodrigo (Alvaro Vázquez, min. 72).

Gol: 0-1, min. 40: Isco.

Árbitro: Dawid Piasecki (POL). Amonestó a Muniesa (min. 16) por parte de España.

Estadio Le Coq Arena de Tallín.

El conjunto de Luis Milla continuó hilvanando jugadas, trenzando triangulaciones, templando los nervios y macerando al rival. La abrumadora superioridad de la Sub-21 no obtuvo sus frutos ni en goles ni en oportunidades manifiestas. Unicamente un remate de Rodrigo a media vuelta hizo esforzarse a Meerits e inquietó a un Le Coq Arena a medio poblar. Cuando el partido parecía discurrir por el sendero de la supremacía española sin premio, la calidad terminó por imponerse. En la banda derecha, Sarabia se desmarcó de su par y fue sorteando rivales hasta que pudo levantar la cabeza para otear a Isco, que solo tuvo que poner la bota para empujar la pelota a gol.

Aunque no renunció al ataque tras el tiempo de descanso, España se mostró más madura, sabiendo contemporizar sus acciones ofensivas, jugando así con el orgullo del equipo rival que, yendo por debajo en el marcador, se veía en la obligación de salir de la cueva. Eso sí, la calidad acabó imponiéndose, destapando al equipo de Milla infinitamente superior al conjunto estonio. El que no varió un ápice su rendimiento fue Isco, que impartió un auténtico máster sobre el césped de cómo debe jugar un mediapunta, ofreciéndose a sus compañeros, aguantando el esférico, descargando el juego a las bandas, colaborando en la faceta destructiva, lanzando a sus compañeros de ataque y alcanzando las posiciones de ataque con peligro.

El malacitano fue el auténtico sostén del entramado atacante ideado por Luis Milla. El carrusel de sustituciones españolas en busca de una mayor mordiente no obtuvo su recompensa, puesto que ni Tello ni Alvaro Vázquez pudieron aportar pegada al insultante manejo del balón de La Rojita, que apenas concedió opción a su rival de disputarle el esférico. Finalmente, aunque no se pudiera acrecentar la cuenta, tampoco se pasó ningún tipo de apuro en la portería de un De Gea que pasó totalmente inadvertido.

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