El niño de pueblo autodidacta
Joselu, pichichi del Castilla crecido en las categorías inferiores del Celta, ha conquistado a todos con la naturalidad de su juego
El domingo pasado en el campo del Cádiz marcó dos goles, uno de ellos espectacular. De tacón. Ayer, en la victoria del Castilla por 5-1 volvió a marcar. Todo a un toque: desmarque y disparo. Joselu, un gigantón de metro noventa y uno, ha sido uno de los hombres claves de la temporada. Es el pichichi del equipo de Toril: 19 tantos durante el campeonato más los tres de esta eliminatoria de ascenso. Joselu nació en Alemania el 27 de marzo de 1990. Pero su familia es de Silleda, un pequeño pueblo de 9.000 habitantes el interior de Galicia. Allí regresaron sus padres nada más nacer Joselu. Allí se crió y empezó a jugar al fútbol. Hasta que le descubrió un peñista del Celta.
“Es la clásica historia curiosa de provincia. Un señor de una peña del Celta me dijo que en Silleda había un niño de 12 años que jugaba como los ángeles. No le hice mucho caso al principio. Pero el hombre insistió”, dice Javier Maté, portero del Castilla a finales de los ochenta y más tarde también del Celta, donde terminó siendo responsable de la cantera. Él se trajo a Joselu a Vigo. Y se lo trajo sin verle jugar. “Le trajimos para que se entrenara con nuestros chicos. Teníamos problemas de logística, no teníamos residencia ni sitio donde ubicarlo”, explica Maté, quien luego terminó matriculando a ese niño de Silleda.
Joselu se quedó a vivir con una tía suya que trabajaba de enfermera en Vigo. Sus padres iban a verle a menudo. Era un niño de 12 años. “He de ser sincero: nos gustó mucho pero no nos deslumbró”, asegura Maté. No deslumbraba, pero cuentan los periodistas de Vigo que cada vez que le preguntaban a Maté por la hornada de delanteros de los juveniles del Celta siempre contestaba con la misma frase: “Tengo un delantero de 15 años en el Cadete con un cuerpo espectacular que va a ser una pasada”.
No era maravilloso pero lo hacía todo de una manera muy natural, era coordinado, con un gesto técnico igual de natural Javier Maté
No lo tenía todavía con 12 años. Pero aun sin deslumbrar, en las categorías inferiores del Celta se quedaron sorprendidos con aquel chico. “Era más joven que los demás, más endeble. Nuestros chicos se entrenaban regularmente y se notaba la diferencia, él era un niño de pueblo autodidacta. No era maravilloso pero lo hacía todo de una manera muy natural, era coordinado, con un gesto técnico igual de natural. Los problemas que le ponía el juego los solucionaba con mucha naturalidad. Igual los demás para aprender a desenvolverse tardaban tres días, él no”, explica Maté, que supervisó toda la progresión de Joselu.
Fue él quien decidió que hiciera un trabajo especifico con Vlado Gudelj al menos una vez a la semana. Joselu tenía entonces 14 años. “Con 15 ya empezó a marcar goles como churros, de volea, le pegaba con la izquierda y con la derecha”, relata el exportero.
Eusebio, que le hizo debutar en el primer equipo vigués, se quedó enamorado de la familiaridad con la que trataba el balón.
No tardaron mucho en subirle al primer equipo. Lo que tardó Eusebio (el que le hizo debutar) en enamorarse de él. Convocó a Joselu para un amistoso contra el Pontevedra (marzo de 2009). Era el clásico partido de entre semana para dar minutos a los que no jugaban en el campeonato. El Celta ganó 3-2 y los tres goles los marcó Joselu. En septiembre de 2008 había empezado con el Juvenil. En invierno ya le habían subido al B. Y poco tiempo después de aquel amistoso, Eusebio lo hizo debutar en el primer equipo.
Fue Ramón Martínez quien trajo ese gigantón gallego a Valdebebas en verano de 2010. Fue con Toril en el banquillo, sin embargo, que empezó su transformación. “Este chico el primer día no le dice nada a un aficionado. Pero sí a un técnico. Eusebio quedó fascinado por la familiaridad que tenía Joselu con el balón. Es un jugador que siempre que conecta con el balón lo hace con la superficie más adecuada. El otro día ese golazo que marcó contra el Cádiz no lo hizo para hacer muestra de genialidad. Estoy seguro de que lo hizo porque en ese momento entendió que era el recurso que le requería la jugada”, asegura Maté.
El niño de pueblo se ha hecho mayor y con él, el Castilla que, cinco años después, vuelve a ser de Segunda.
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