La cantera del Bayern saca pecho
Acusado de cuidar poco su escuela, el club bávaro eliminó al Madrid con seis jugadores de la casa
El Bayern es y ha sido en Alemania sinónimo de dinero y poder, de un nido de estrellas y de cierta soberbia de quien está acostumbrado a ganar. Sin embargo, en la celebración de su pase a la final, tras eliminar al Madrid en la vuelta de la semifinal en el Bernabéu, no había nadie tan querido y respetado como Hermann Gerland, el responsable de la cantera. Amarrado a un puro y a una copa, el simpático cincuentón, excentral del Bochum, recogía felicitaciones mientras hacía recuento de cuántos de sus chicos habían tumbado al titán madridista: Lahm, Badstüber, Kroos, Alaba, Müller y Schweinsteiger. “Y me dejo uno: Hümmels [el central de la cantera bávara vendido hace dos años al Borussia Dortmund por 10 millones], un auténtico líder”.
En contraposición al Borussia de Dortmund, partidario de los futbolistas muy jóvenes, de su escuela o de cualquier otra del planeta, el Bayern siempre ha pagado por los mejores jugadores de Alemania o de donde fuera. Su historia comenzó el día que, en los años sesenta, le arrebató al otro equipo de la ciudad, el Múnich 1860, a un muchacho de 14 años de exquisitas maneras con el balón: Franz Beckenbauer. Hasta entonces un conjunto mediocre en Alemania, el Bayern comenzó a crecer al calor de uno de los mejores defensas de todos los tiempos. Se estaba cociendo una generación única liderada por el Kaiser y alimentada por algunos surgidos de los fogones del club bávaro (Sepp Maier y Paul Breitner) y otros llegados allí cuando era imberbes (Gerd Müller y Uli Höeness).
Hay un cordón umbilical en la escuela del Bayern que pasaría desde Karl-Heinz Rummenigge, hoy director general, hasta Philipp Lahm
Hay un cordón umbilical en la escuela del Bayern que pasaría desde Karl-Heinz Rummenigge, hoy director general, hasta Philipp Lahm, actual capitán y producto genuino del fútbol base, presente en todas las categorías desde los ocho años. Lahm es de la generación de Schweinsteiger, en la escuela bávara desde los 14, si bien después de estos dos hubo un vacío de más de un lustro sin que nadie de la casa asomara la cabeza por el Allianz Arena. Louis Van Gaal, entre 2009 y 2011, acabó con la sequía. Entre las aportaciones del técnico holandés al club bávaro hay dos muy reconocidas: una estructura futbolística ausente en los últimos años y oportunidades para los jóvenes en el primer equipo. Con él debutó a los 17 años el lateral izquierdo austriaco David Alaba, decisivo en la eliminación del Madrid, procedente del Austria de Viena y descendiente de una enfermera filipina y un dj nigeriano. Van Gaal también consolidó a Thomas Müller, desde los 10 años en la cantera e internacional en el Mundial de Sudáfrica 2010, y al zurdo Bastüber, tanto de lateral izquierdo como de central, ausente en la final por sanción junto al brasileño Luiz Gustavo.
Sin olvidar la consagración de Toni Kroos, uno de los medios más creativos de la selección alemana, lanzado por Van Gaal y pulido por Jupp Heynckes, que ya lo entrenó previamente en su año cedido al Bayer Leverkusen. Procedente del Hansa Rostock, Kroos llegó al Bayern en la etapa de juvenil, a los 17 años, pero hubo de ganarse la reputación en su curso de préstamo a las órdenes de Heynckes. Para Hermann Gerland y otros muchos amantes de la cantera bávara, la marcha de Hümmels fue un trauma. Formado desde crío en la escuela del Bayern, lo dejaron marchar al Borussia Dortmund y ficharon al central brasileño Breno, del São Paulo por 12 millones. Cinco años después, Hümmels ha ganado dos Bundesligas con el Dortmund y es titular en la selección alemana de Joachim Löw.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.