“En la pista soy un animal”
Serena Williams, actual número nueve del mundo, departe acerca de su recuperación tras sufrir una embolia pulmonar en 2011 y sobre su implicación en proyectos humanitarios
Serena Williams (Saginaw, Michigan, Estados Unidos; 1981), ganadora de 13 títulos del Grand Slam del tenis y de dos medallas de oro olímpicas, lleva una camiseta sin mangas de la que surgen sus poderosos brazos. Antes de pasar a las semifinales del Masters 1.000 de Madrid (victoria por 6-1 y 6-3 sobre la rusa María Sharapova), la actual número nueve del mundo se sienta a conversar con EL PAÍS mientras el ruido de unos niños jugando al tenis de mesa acompaña a sus gestos.
Pregunta. ¿Qué palabra define a la Serena tenista?
Respuesta. Intensidad.
P. ¿Y a la mujer?
R. La sensibilidad extrema. Soy más que tímida, extremadamente tímida.
P. ¿Perdón?
R. Lo sé, es raro. Dentro de la pista soy lo opuesto a fuera de ella.
P. Tiene usted muchas caras. ¿Por qué se le ha ocurrido invertir en un negocio de fundas de almohadas?
R. Porque soy una buena mujer de negocios. En ese terreno no soy sensible. Sé cómo tomar buenas decisiones. Hacemos fundas de almohadas y también cremas solares, limpiadoras de cara..., cosas geniales. Pero, bueno, Serena solo es tímida en su vida privada y... no sé por qué. En los negocios me comporto como en la pista: sé lo que quiero y adónde voy.
P. Hay muchas leyendas a su alrededor.
R. Demasiadas.
P. La primera: ¿ganó a su compatriota Andy Roddick, ex número uno?
R. Es la victoria más grande de mi vida. Éramos jóvenes, pero en mi libro la edad es solo un número. No importa. Le metí un 6-0 y él va por ahí diciendo que, al menos, ganó tres juegos. No es verdad.
Soy superintensa como deportista. Como mujer, extremadamente sensible y tímida”
P. La segunda: su hermana Venus y usted se entrenaban en el suburbio de Compton, que tiene uno de los mayores índices de criminalidad de su país, mientras retumbaban los disparos.
R. También es verdad. De hecho, escucharlos me provocaba felicidad. Pensaba: “¡Sí! ¡Nos podemos ir a casa! ¡No hay que entrenarse más!”. Y nos íbamos a casa, aunque también hubo veces en las que seguimos practicando.
P. La tercera: grita más que nadie en la pista.
R. Bueno, soy ruidosa. Grito mucho. Cuando fallo, sin querer, se me escapa un ay. Siempre he sido gritona.
P. La última: solo habla con su hermana Venus y las tenistas estadounidenses.
R. Hablo con mucha gente en el vestuario. Soy una de las chicas más amigables. ¡Pero si soy muy abierta! Siempre estoy haciendo bromas.
P. También cuentan que no trabaja mucho.
R. ¿Que no trabajo mucho? Pues imagínese qué pasaría si trabajara duramente.
En los negocios, no. En ellos sé cómo tomar decisiones, lo que quiero y adónde voy”
P. ¿Por qué se decidió a ayudar con su fundación en África?
R. Mi sueño de niña fue aprender francés para ir a África. Era mi meta. Así que fue natural que lo hiciera. Hago muchas cosas también en Estados Unidos, donde hay un gran problema con la educación. Recaudo dinero para enviar niños a la universidad. Lo que hago en África lo quiero expandir globalmente. Es solo un punto de inicio.
P. ¿En qué se distingue un niño africano de uno estadounidense?
R. Hay una gran diferencia. En África, los niños no tienen nada. Vamos, les damos ropa y enseguida ves cómo la comparten con sus amigos. Eso no lo ves en otros sitios. Al verlo, lloro.
P. ¿Se imagina que una mujer africana hubiera tenido una embolia pulmonar como la que tuvo usted en 2011?
R. Bufff. Habría sido muy duro. No tienen el mismo sistema sanitario. Por eso es importante educar a los niños para el futuro.
P. ¿Qué le dio esperanzas en esos momentos?
R. Mi fisioterapeuta me dio muy buenos consejos. Llegué a estar muy baja de ánimo. Me habían pasado muchas cosas. Sentía que no podía aguantar ninguna más. No salía de la cama. Cuando estás tan hundida, nunca ves la luz al final del túnel. Él me ayudó a ver la luz.
La victoria más grande de mi vida fue contra Roddick: 6-0. Éramos muy jóvenes”
P. Venus sufre ahora un síndrome autoinmune. ¿No se han sentado nunca para decirse: “¡Qué mala suerte tenemos!”?
R. Sí. Lo hicimos, pero estamos vivas. Nuestros corazones están latiendo. Cada cosa, a su tiempo.
P. Empezó a jugar con 14 años. Dominó a las veteranas de entonces; luego, a las tenistas de su generación, y ahora, a las de la siguiente.
R. Es un poco raro. Soy afortunada por ser buena al menos en una cosa en la vida. Puedo jugar al tenis.
P. Ahora se suceden las números uno. ¿Cree que ha bajado la calidad del circuito respecto a cuando comenzó?
R. El otro día me puse a ver un vídeo y… ¡no me puedo creer que yo jugara contra Steffi Graf [alemana, ex número uno]! Podría seguir en activo. Increíble. No creo que haya una gran brecha [de calidad] ahora mismo, pero puede que la haya en 10 años.
Lo que hago en África, ayudar a los niños,
P. ¿Qué teme una rival de Serena Williams?
R. Yo no pienso en sus miedos. Yo pienso en lo que quiero hacer.
P. María Sharapova y Victoria Azarenka se dieron hombro con hombro…
R. ¿De verdad? ¡Me lo he perdido! Lo voy a buscar en YouTube. Me encantaría que alguien se chocara contra mí. A mí eso no me da miedo. Seguro que a mí eso no me pasa.
P. ¿Por qué?
R. Porque yo tengo una mentalidad diferente. De donde yo vengo... Cuando se trata de algo así, no soy nada tímida. ¡Ojalá me pase a mí! Nunca se sabe qué haría uno en esa situación.
P. ¿Se reconoce cuando se ve por la televisión golpeando de derecha o gritando a una juez de silla como en la final del Abierto de Estados Unidos?
R. En la pista soy un animal. Soy superintensa. Cuando doy la mano a mi adversaria, cambio. También, en la derrota. Fuera soy otra.
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