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FINAL DE LA LIGA EUROPA | ATLÉTICO - ATHLETIC

70 kilos de percebes en un ‘Jumbo’

El vuelo del Athletic pareció un festejo anticipado y el del Atlético derrochó tranquilidad

Aficionados del Athletic por las calles de Bucharest.
Aficionados del Athletic por las calles de Bucharest.DANIEL MIHAILESCU (AFP)

El viaje de ida del Athletic a Bucarest parecía el de vuelta, con lo cual cuesta imaginarse el de vuelta de verdad si el conjunto bilbaíno se trajera en sus manos la copa de la Liga Europa. Por el Jumbo que trasladaba al equipo vasco y a 560 aficionados, en dos plantas, circuló la nada despreciable cifra de 70 kilos de percebes y 250 botellas de cava para amenizar las tres horas de trayecto aéreo entre Bilbao y la capital rumana.

Arriba, aislados, los futbolistas volaban ajenos el trajín culinario de la planta baja, a la que sí fue el presidente, Josu Urrutia, para departir durante unos minutos con algunos de los aficionados de ese buque del aire que se asemejaba en el ambiente al vuelo de un viaje de estudios y en otros momentos a una celebración típicamente bilbaína, grupo musical incluido y enfado del comandante cuando advirtió que en los lavabos olía a humo de tabaco.

Una aficionada del Atlético, en la capital rumana.
Una aficionada del Atlético, en la capital rumana.a. poujoulat (AFP)

La iniciativa no era nueva. En las eliminatorias anteriores de la Liga Europa también habían circulado de asiento en asiento los percebes envasados al vacío y el champán (francés) fruto de una iniciativa de un grupo de jóvenes aficionados (unos 70, a kilo por persona). Los mismos que alquilaron una discoteca de Bucarest para anoche, antes de que el desenlace de la final contra el Atlético, pudiera, a lo peor, amargar el dulce.

“No, no... Ni el Athletic, ni Marcelo Bielsa ni su cuerpo técnico nos han faltado al respeto porque sus aficionados hayan comido percebes o brindado con champán. Es normal que la gente de Bilbao tenga esa alegría”, se limitó a comentar Diego Pablo Simeone cuando le preguntaron por el ajetreo entusiasta que trajo el Athletic en su avión.

Treinta y tres vuelos salían desde Bilbao entre el lunes y el miércoles y, según las agencias, algunos aficionados con entradas en el bolsillo se han tenido que quedar en Bilbao por falta de aviones debido a la escasa capacidad del aeropuerto de Bucarest. Con su localidad pagada, deberán, pues, ver el encuentro en cualquiera de las muchas pantallas gigantes (dos de ellas, en San Mamés) que ofrecerán el encuentro en barrios, plazas y cafeterías de Bizkaia. La revolución futbolística es continua y la expectación es enorme.

El esplendor bilbaíno parece más un resplandor antes de que hoy llegue el grueso de los seguidores de ambos equipos y ocupen sus lugares reservados en el centro de la ciudad.

Entre tanto lujo gastronómico y anímico, surge la imagen austera de Marcelo Bielsa rechazando la suite que le ofrecía el hotel como deferencia (la tarifa normal es de 1.000 euros la noche) para alojarse en una habitación idéntica a la de los jugadores y sus ayudantes.

Aficionados del Athletic en las calles de Bucarest.
Aficionados del Athletic en las calles de Bucarest.DANIEL MIHAILESCU (AFP)

Con el vuelo oficial del Atlético solo llegó una decena de aficionados vips y los familiares de los futbolistas. La misma tranquilidad que se vivió durante el viaje reinaba ayer en el hotel de concentración rojiblanco, situado en el centro de Bucarest. Los jugadores departían con los suyos desperdigados por el vestíbulo. Incluso alguno, como Juanfran, ejercía de niñero con su bebé, como ya hizo, igual que Gabi, en el avión. Simeone también aparentaba tranquilidad mientras conversaba en la zona destinada a los aficionados, cercana a una estación de metro rebautizada con el nombre de Falcao con motivo de la final —hay otra con el nombre de Llorente—. Tampoco por las calles de la almendra central de la capital rumana se veía ayer a mucho seguidor del conjunto madrileño. La mayoría de los 25 chárters tienen prevista su llegada para hoy mismo.

Entre niños andaba el juego. En el avión del Athletic, el pasajero más joven era Amets, de cuatro meses, simbolizando lo que el Athletic espera concluir de forma feliz: un sueño. Amets, en euskera, significa sueño.

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