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Se va Guardiola, se abre la veda

La salida del técnico puede ser más traumática a nivel social, por la reapertura del contencioso Rosell-Laporta, que deportiva, pendiente de la intervención de Vilanova

Ramon Besa
Guardiola, en su despedida en el Camp Nou.
Guardiola, en su despedida en el Camp Nou.carlos mira

Al igual que cuando se despidió como jugador, Pep Guardiola se paseó el sábado por el Camp Nou con su familia después de su último partido en el estadio como entrenador del Barcelona. Aún le quedan dos encuentros, uno de Liga, el sábado en el campo del Betis, y la final de Copa contra el Athletic, el día 25 en el Calderón, antes de convertirse en un personaje “anónimo” y recuperar durante un año sabático las ganas de regresar al fútbol. Ahora mismo se ha quedado sin energía para dirigir al Barça y necesita distanciarse tras ser utilizado como referente de Cataluña. A algunos les parece una deserción después de las derrotas contra el Chelsea en la Champions y ante el Madrid en la Liga mientras que otros convienen en que se ha ganado el derecho a decidir por el legado que deja, más allá de la controversia que pueda provocar su figura.

En unos momentos de regresión, cuando la mayoría de los entrenadores desplegaban a sus equipos a partir del doble pivote (4-2-3-1), Guardiola evolucionó el juego y apostó en el Barcelona por el mediocentro y los extremos, elección que le permitió descubrir a Busquets y Pedro, Cuenca y Tello, además de liberar a Messi. Aun cuando partían de la misma idea, el Barça de Guardiola ha seguido una trayectoria opuesta al de Johan Cruyff. El dream team empezó con Laudrup y acabó con Romario. El equipo de Guardiola, por contra, se inició a partir de Eto’o y concluye con Messi. Una cuestión de nueves, verdaderos o falsos, punto neurálgico del juego. Ha habido momentos incluso, sobre todo al final de la temporada, en que ha parecido que el Barça comenzaba los partidos donde antes los terminaba, sobre todo por la apuesta ofensiva (3-4-3), de manera que, una vez que se renunció al plan B, se quedó también sin el efecto sorpresa.

A Tito Vilanova le tocará retomar el hilo y decidir si vuelve a los orígenes o la idea todavía tiene recorrido. No es fácil discernir a veces entre la normalidad o la extravagancia en el Barça. Guardiola, de momento, ha dejado dicho: “Os dejo en las mejores manos posibles. El que más pierdo soy yo. Tengo que desabrocharme el cinturón, pero vosotros no lo hagáis”. El papel de Messi y Cesc, la recuperación de Piqué y Villa y el grado de participación de Xavi son asuntos capitales en la reorganización del plantel azulgrana, que, por otra parte, necesita un par o tres de fichajes si no quiere perder calidad y competitividad, esclavo como es de la cantera.

La figura y obra del de Santpedor, expresada en el círculo final, ha sido clave como aglutinadora

Aunque la transición deportiva se anuncia momentáneamente pacífica, a expensas de las decisiones que tome Vilanova, la paz social está amenazada desde que se anunció la salida de Guardiola, personaje aglutinador, referente y portavoz del barcelonismo por su credibilidad institucional. El expresidente Joan Laporta denunció el mismo sábado que la actual directiva “está obsesionada por destruir cuanto nosotros construimos, incluido Pep”. Algunos sectores del barcelonismo parecen dispuestos a medir la fortaleza del presidente, Sandro Rosell, al que se considera presuntamente más vulnerable después de que parta Guardiola. La afición ha madurado y aumentado su autoestima, al punto que acepta las derrotas que significan la pérdida de un título, además de aplaudir las jugadas que no acaban en gol, algo impensable hace un lustro. No se sabe cómo responderá, en cambio, si se retoma la pugna Rosell-Laporta y se divide al Barcelona.

Ante la duda, Guardiola dejó una imagen clarividente: el círculo, a modo de sardana, que formaron como es costumbre los jugadores y el cuerpo técnico y los auxiliares. La mejor manera de visualizar la socialización del fútbol y combatir las jerarquías y los egos.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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